Por Gregorio Salazar
En el interés manifiesto de
profundizar la degradación de la democracia venezolana el régimen chavista no
desaprovecha oportunidad para demostrar que siempre es posible ir más y más
lejos, incluso al punto de llegar a definir a los periodistas como “agentes del
imperialismo cuya función es atacar y provocar al pueblo”. Así, sin más.
Ir más lejos en la ruta de
la depravación de una cúpula gobernante y de las instituciones de las cuales se
ha adueñado también se logra, por ejemplo, reivindicando el salvaje ataque que
facinerosos organizados y pagados por el régimen lanzaron contra Juan Guaidó a
su regreso al país y los periodistas que acudieron para cumplir su labor
informativa en el aeropuerto internacional de Maiquetía.
Todo esto se hace
desembozadamente, sin asomo de recato, pero a conciencia de que para todo el
que aspira a vivir en un país civilizado, firmemente enmarcado en las normas y
valores de la democracia, esas conductas retrógradas hasta lo troglodita son
inconcebibles. Por eso se aclara con sin igual impudicia: “para los puristas:
asumo la responsabilidad plena y absoluta de lo que estoy diciendo. Si le
quieren echar la culpa a alguien échenmela a mí, no importa, no me importa”.
Así habló el jefe de la
cuestionada asamblea nacional constituyente y, para más señas, quien es tenido
como segundo de abordo en la jerarquía de la cúpula dictatorial. A partir de
esa afirmación tan paladina podemos presumir que nada de lo que aquí se diga
como crítica o cuestionamiento será asumido como ofensa, difamación o
calumnia. Como, por ejemplo, que sus palabras significan la
reivindicación de un acto injusto, inhumano, ilegal y fascista.
Hay quien ha equiparado esos
ataques que ponen en riesgo la vida de personas inocentes con las sanciones que
le han aplicado a la dictadura Estados Unidos y Europa, con lo cual el mensaje
que estaría enviando un régimen que, como es evidente, controla todas las
instancias de la justicia en Venezuela, desde la Fiscalía donde instaló un
operador político radical hasta el último de los tribunales, es que ésta
se ejerce por mano propia. Y eso incluye desde incautarle la cédula y
partírsela en dos a cualquier ciudadano hasta meterlo preso inventando
cualquier cargo.
Fue un ataque brutal y
generalizado contra el grupo de periodistas. Desde la perspectiva humana
bastaría colocarse en el lugar de la reportera Nurelyin Contreras, una de las
agredidas en Maiquetía, para entender cabalmente su significación. La
joven periodista, “agente del imperialismo” como ya vimos, se vio de
repente rodeada por unas treinta personas, portando armas blancas y aplicadores
de descargas eléctricas, que le arrancaron mechones de pelo, la mordieron,
patearon y golpearon hasta hacerla caer al piso casi inconsciente. Otros
recibieron cortaduras y fueron despojados de prendas de su indumentaria y de
equipos de trabajo.
Vaya proezas las de este
régimen cuyo cabecilla galáctico comenzó nombrándose “hijo de la libertad de
expresión” y ahora aplica un torniquete informativo llamado hegemonía
comunicacional que asfixia la diversidad, la pluralidad, la disidencia y a la
cual justamente los periodistas deben abrirle hendijas todos los días para que
el pueblo conozca los orígenes, las razones y las causas de las privaciones que
padecen hasta obligarlo a abandonar su patria para no morir de hambre.
Es justamente lo que no se
le perdona al periodismo venezolano: que a pesar de la destrucción de los
medios, grandes, pequeños y medianos, la rendición o la complicidad de otros, y
el cierre de las fuentes de información los jóvenes reporteros venezolanos, mal
pagados como nunca, sean capaces de hacer evidente el monumental fracaso en
todos los ámbitos de la vida nacional de la revolución chavista.
Esa labor consustancial a la
democracia no ha cesado y estamos seguros que estos desmanes, por más que se
prolongue el desquicio revolucionario, no la harán cesar. Para ello se seguirá
necesitando, como hasta ahora, de la solidaridad, el respeto y el respaldo de la
sociedad venezolana a los esfuerzos informativos en los que andan por la verdad
y desde siempre los periodistas venezolanos.
16-02-20
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