Por Rafael Viloria
El venidero 26 de abril
el cooperativismo venezolano: estará arribando a sesenta (60) años de
haber hecho su aparición en la población de Tacuato en la Península de
Paraguaná, del estado Falcón; de la República Bolivariana de Venezuela. Su
mentor fue el entonces, padre católico, José Elías Thielen, párroco de Tacuato.
Este había realizado un posgrado sobre cooperativismo, en la Universidad
Antigonish de Canadá.
En la primera década de su
aparición en Tacuato, el cooperativismo que fue asumido por la iglesia católica,
realizo un proceso de promoción y organización en Falcón, Lara, Zulia y por
razones obvias todo fue el país. Según la historia registrada se conoció de la
presencia de cooperativas, que a la postre terminaron fracasando en virtud de
fallas fundamentalmente de formación y capacitación técnica administrativa. No
obstante, estas razones no fueron motivo para que la idea de las cooperativas
desapareciera del interés comunitario. En ese orden hay que destacar, la
presencia activa del “Centro Gumilla” de Barquisimeto quien asumió la
responsabilidad de dar respuesta positiva a las fallas que impedían el
desarrollo de las cooperativas de forma armoniosa, social y económicamente.
Barquisimeto, con el apoyo
del Centro Gumilla, se convirtió en el faro orientador del cooperativismo para
Venezuela. Que entonces desarrollaba la actividad de ahorro y crédito y los
servicios funerarios. 6 centrales de servicios sociales, funerarios en Barquisimeto,
Carora, Mérida, Zulia, Coro, Caracas. Es a partir de 1972, cuando las centrales
de servicios sociales desaparecen y dan paso a las centrales cooperativas
regionales, que a la postre dio como resultado la entrada en vigencia de un
movimiento cooperativo nacional, con 18 centrales cooperativas regionales
cooperativas con más de 1000 cooperativas y más de quince millones de
cooperativistas organizados a largo y ancho del país.
Necesario y oportuno
destacar, que desde 1960 al año 2000, el cooperativismo mostró un desarrollo
sustentable y autosustentable de conducción eminentemente autogestionario.
Habíamos en 40 años, desarrollado un movimiento social, alternativo, económico
y político propio.
Todo andaba muy bien hasta
que en el comienzo del siglo XXI nos llegó la marea roja y trastocara, la
tranquilidad de los cooperativistas organizados a lo largo y ancho del país.
Nos estábamos transformando en un modelo verdaderamente alternativo social,
económico y político salvo y sano de malas tentaciones, contrarios a la
práctica, defensa y preservación de valores y principios. Hoy lastimosamente el
cooperativismo, va camino de su desaparición. Hay quienes opinan que las
razones se derivan de la crisis integral que azota al país. Yo soy de la
opinión que no. De la crisis del cooperativismo venezolano los únicos
responsables somos los propios cooperativistas, que no hemos sido capaces y
suficientemente valientes, para explorar las causas, efectos y consecuencias,
que han originado, el cuadro trágico que está frente a nosotros y que nos está
devorando vivos. Ejemplo de ello, lo muestra la decisión inconsulta de la
asamblea nacional de Venezuela, fecha 26-06-06, acuerda: “Reconocer el
modelo cooperativo como una senda que indefectiblemente puede conducirnos a la
construcción del socialismo del siglo XXI”.
Los cooperativistas tenemos
que despertar, reaccionar y actuar diligentemente. Hay que erradicar la marea
roja del corazón de los cooperativistas. Lo que estábamos haciendo, lo que
dejamos de hacer, lo que tenemos que seguir haciendo. No se trata de buscar
culpables, se trata de reordenar, lo que se desvió y plantearse el rescate del
modelo alternativo hacia una nueva visión y misión. A esto hay que agregar la
promulgación de la Constitución de la República bolivariana de Venezuela de
1999 que en nada ha contribuido a un verdadero desarrollo, además la
promulgación de la ley especial de asociaciones cooperativas (LEAC) a la que
hay que considerar que entró en verdadero contraste con el proceso desarrollado
en Venezuela del cooperativismo en cuanto que esta ley no solo es una ley
tramposa sino también confiscatoria de derechos constitucionales ampliamente
expuestos según el artículo 87° 88° 89° 90° 91° y 92°, que respaldan la también
puesta en marcha de la Ley Orgánica de el trabajo (LOT). Naturalmente que una
ley que extrañamente entra en contraste con lo que hasta ahora ha sido
demostrada en el cooperativismo desde el punto de vista de su autonomía, ha
conducido a que el cooperativismo haya entrado en un proceso de recesión.
Ex presidente de CECONAVE.
28-02-20
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