Juan Guerrero 20 de febrero de 2020
@camilodeasis
Si
no fuera por las redes sociales (RRSS) Venezuela se encontraría más aislada y
censurada. Hace cerca de 10 años dejé de comprar periódicos y revistas
impresos. Uno que otro libro he adquirido, de resto, mi vinculación con la
información es a través de las Redes Sociales (RRSS). Son ellas parte de mi
cotidianidad.
Por
eso otorgo a este medio suma importancia como una herramienta que cada día
adquiere mayor relevancia en la cotidianidad del venezolano. Es tiempo de
asumir responsablemente el uso de los medios digitales con absoluta consciencia
porque se trata, a fin de cuentas, de relaciones humanas que se encuentran
delante y detrás de las pantallas.
Hace
tiempo que las RRSS dejaron de ser patrimonio de los comunicadores sociales
(periodistas y analistas de opinión) para ser asumidos por los ciudadanos como
instrumentos de comunicación integrales e integradores.
Destacamos
estas afirmaciones en razón de conocer algunas experiencias que en tiempos
recientes han ocurrido en la actividad cibernética con el denominado
“ciberacoso” entre usuarios de algunas plataformas digitales.
Hace
apenas un par de años ocurrió el suicidio de una tuitera quien, después de
verse inmiscuida en una acalorada discusión con otros tuiteros, decidió
suicidarse. Fue de las primeras experiencias dolorosas vinculadas al tema que
tratamos.
Por
estos días vuelve a presentarse otra discusión, pero ahora a gran escala, entre
un conocido “influencer” y una tuitera por un asunto que si bien es de
importancia (protección de la fauna silvestre) no era necesario llevarlo a
niveles tan desagradables, como este del acoso cibernético.
La
denunciante terminó siendo vituperada, humillada, amenazada en su integridad
física y degradada en su condición humana. Fue, sencillamente, objeto de
maltrato por parte de quien, en su condición de influencer y seguido por más de
2 millones de fanáticos, se lanzaron contra una hasta ahora anónima tuitera,
como hordas fanatizadas descargando odio y violencia verbales sin medida ni
control.
He
leído de otras experiencias en el plano político, deportivo y de farándula, concretamente,
donde la virulencia se ha hecho extrema. Si bien es cierto que la gran mayoría
de los países mantienen en la actualidad, leyes y normas para regular la
actividad de los usuarios en las RRSS, no deja de llamar la atención los
niveles de agresividad y violencia que incitan a la práctica de la transgresión
de principios y valores en las sociedades.
Las
RRSS son el reflejo de un mundo oculto de quienes hacen uso de ellas. Detrás de
las pantallas se encuentran unas realidades, seres humanos, generalmente
viviendo en un mundo de insatisfacciones, de restricciones y resentimientos de
todo tipo, quienes encuentran al interactuar con el Otro cibernauta, la ocasión
para “descargar” su emocionalidad.
Detrás
de la pantalla existen seres humanos, personas que expresan su cotidianidad con
menos restricciones, por lo tanto, con más informalidad, de manera directa,
espontánea y al momento. Y es precisamente ese “momento” esos segundos donde se
asume protagonismo, se es héroe o villano, se adquiere una cierta consciencia
de trascendencia, aunque esta sea a costa de anular al semejante.
Las
RRSS en sí mismas no son responsables de nada, por el contrario, son un
excelente y trascendente vehículo de integración social, cultural que llegaron
a nuestras vidas para quedarse, como la televisión, el celular y el cine. Los
usuarios sí debemos entender que su “uso” es parte nuestra. De cómo lo hagamos
dependerá nuestro éxito o fracaso como ciberusuarios y por tanto, el que seamos
reconocidos y tomados en cuenta socialmente.
En
esto último los llamados influencer apenas comienzan a ser reconocidos, más por
la cantidad de seguidores que por otras cualidades que puedan tener. Habrá que
agregarle en lo adelante, principios y valores como ciudadano, coherencia y
ética en sus argumentos y temas que aborda. En fin, que un influencer no puede
denominarse como tal sólo por el hecho de sobrepasar determinado número de
seguidores. Porque habrá también que revisar hasta qué punto es importante
contar con una cantidad de seguidores, que a fin de cuentas son bots (simples
robots repetidores) o similares analfabetas funcionales.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico