Por Lauren Caballero
La supuesta apertura
económica del actual gobierno esconde tras sí una sombría red de operaciones
comerciales que apuntan al surgimiento de una nueva burguesía, mucho más
depredadora que cualquier otra que haya conocido Venezuela en los últimos 100
años. Los jerarcas políticos de lo que se conoce como «revolución bolivariana»,
desde hace algunos años vienen dando pasos importantes para convertirse ellos
mismos, a sus familias y amigos cercanos, en la nueva élite económica del país.
Es el surgimiento del chapitalismo*.
En el pasado quedaron
aquellas consignas acerca de la dignificación de la clase trabajadora que
servían de base para la política de expropiaciones. El gobierno se apoderaba de
empresas, fincas, hoteles y hasta de canales de televisión, bajo la premisa de
que aquello garantizaría la soberanía y el respeto de los derechos laborales.
En medio del frenesí
revolucionario, no solo los empresarios fueron expropiados de sus bienes; los
trabajadores, que según las tesis del marxismo deberían ser los protagonistas
de la revolución mundial, fueron también víctimas del despojo.
A los empleados de la
administración pública: docentes, policías, bomberos, médicos, personal
administrativo y un sinfín de ciudadanos honestos, también se les expropió su
calidad de vida. Y ni hablar de los trabajadores de las empresas expropiadas
que fueron engañados, asegurándoles que pasarían a ser los nuevos dueños en una
nueva forma de propiedad colectiva (víctimas y victimarios).
La política con
respecto a importantes empresas expropiadas por el gobierno o creadas con
capital público, hoy en día se ha reorientado para darle sentido dentro del
esquema chapitalista, pasando así a manos de la nueva casta económica.
Lácteos Los Andes fue ¿vendida? a un grupo de empresarios libaneses;
Mercal —luego Pdval y luego tiendas CLAP—, cuyo propósito era
supuestamente garantizarle al pueblo alimentos a bajo costo, ahora está también
en manos de empresarios extranjeros.
Hoy ya no caben dudas de que, gracias a estas acciones gubernamentales, el país es menos soberano que hace dos décadas cuando Chávez apenas comenzaba su primer gobierno. La Venezuela de hoy es también más improductiva y dependiente de potencias extranjeras que en el pasado.
Pdvsa, Sidor, el
Sistema Eléctrico Interconectado, Cantv, el Metro de Caracas, entre otros miles
de ejemplos, son elementos incuestionables que nos aportan una visión clara
sobre la catástrofe económica generada por las decisiones de quienes han
gobernado y hecho negocios con la política durante los últimos 22 años en
Venezuela. Catástrofe que ahora sirve como base para el nuevo modelo.
Los constantes
incrementos nominales del salario mínimo son otro elemento que juega un rol
importante en el avance del chapitalismo. El último aumento no equivale ni
siquiera a tres dólares americanos (menos de 3 USD). Hay que recordar que,
según los parámetros del Banco Mundial, cualquier persona que viva con menos de
uno coma tres dólares (1,3 USD) al día, entra dentro de los estándares de
pobreza extrema. Imagínese entonces cómo podríamos catalogar a un venezolano
que tiene que vivir con menos de tres dólares (menos de 3 USD) al mes. Los
trabajadores deben agradecerle a la revolución por este gran logro.
Tal vez resulte odioso
decirlo, pero hay que recordar que el salario mínimo en Venezuela en 1999
superaba los doscientos dólares mensuales.
Desde esta perspectiva,
pareciera que las puertas se han abierto para una nueva política de
privatización, tal vez la más grande nunca antes vista en el continente. Y digo
esto, ya para terminar, porque dados los últimos acontecimientos pareciera que
lo que se pretende hacer es privar a la mayoría de los venezolanos del disfrute
de su propio país, es decir, ya no se está solamente privatizando una empresa
que en manos del Estado es improductiva (política que sería acertada) sino que
lo que se está privatizando es el país mismo, un país que poco a poco va
convirtiéndose en el feudo de unos pocos habilidosos. Es la
Venezuela chapitalista, dónde vale más la chapa que el trabajo honesto.
*El
término chapitalismo fue acuñado por el sociólogo venezolano Víctor
Rodríguez, en una discusión sobre política económica de Venezuela.
Lauren Caballero es licenciado
en Estudios Internacionales (UCV).
04-05-21
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