Por Marino J. González, 03/02/2013
Muchas razones prevalecieron para que el actual gobierno acabara dependiendo del régimen cubano. Desde la obnubilación ideológica, casi infantil, hasta la sumisión en materia de seguridad interna, pasando por el mito de que los cubanos tienen fortalezas en los servicios sociales. Lo cierto es que ya es evidente que no se mueve una sola hoja en Miraflores, sin que sea aprobado por los altos jerarcas en La Habana. Se llega al extremo de utilizar la curiosa posición de defensa de la democracia que acaba de asumir Cuba en la CELAC, para agredir a los sectores que adversan al actual gobierno. Ya Cuba no puede tener más injerencia en los asuntos de los venezolanos.
Los intereses de Cuba en Venezuela son inmensos. Cualquier posibilidad de cambio en ese “status quo” provoca en los gobernantes cubanos un sudor frío. Solo la cantidad de productos derivados de petróleo venezolano que llega para abastecer la demanda diaria de Cuba nos da una idea. Venezuela aporta la mitad de todo el consumo diario de derivados de petróleo de Cuba, esto es, aproximadamente 80.000 barriles. El “fiao” más grande de la historia. El comercio de Cuba con Venezuela representa casi el 30% del total. Venezuela es la principal fuente de exportaciones de Cuba desde 2004. Entre 35 y 48% de los médicos cubanos trabajan fuera del país, muchos de ellos en Venezuela.
Los cubanos deben cuidar entonces su gran negocio. A cambio Venezuela recibe recursos humanos que laboran en distintas áreas de los servicios sociales. Todo ello en detrimento de los profesionales venezolanos formados en su gran mayoría en universidades públicas venezolanas. Y a su vez debilitando la capacidad de las instituciones formales en la prestación de esos servicios. También recibe Venezuela una especie de “indulgencia” por ser un seguidor fiel de las atrasadas ideas que han convertido a Cuba en uno de los países más pobres del mundo.
Todo lo que Cuba recibe de Venezuela no puede ser suplido fácilmente por otros. No existen muchos países que estén dispuestos a subsidiar las grandes debilidades de la economía cubana. Tampoco muchos están interesados en pagar recursos humanos que no tienen las competencias de un mundo tan especializado como el de estos tiempos. De manera que a Cuba no le queda otra cosa que estar pendiente de las divisas que vienen de Venezuela. La modificación de estas prácticas podría dar al traste con las limitadas posibilidades de la economía cubana.
No es de extrañar entonces que Cuba esté viviendo su hora estelar. Tratando de garantizar la permanencia de su negocio por los próximos años. A cambio, el liderazgo opaco y poco entrenado del actual gobierno de Venezuela, recibe apoyo político y comunicacional. Para ello los líderes venezolanos viajan a Cuba todas las semanas. A rendir cuentas y recibir órdenes. Como cualquier súbdito colonial.
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