Por Mireya Tabuas, 03/02/2013
En El Limón, estado Aragua, un
grupo de la sociedad civil liderado por mujeres jubiladas emprendió la tarea de
actuar políticamente de forma independiente, sin atarse a partidos. Pintas en
las calles, marchas, protestas, son algunas de las acciones en defensa de la
democracia. Han recibido insultos y agresiones, pero no se amilanan. Fueron
parte protagónica en la multitud que defendió las actas electorales de las
primarias hace un año, manifestación en la que falleció una persona
Se adelantan al canto del gallo. Madrugadoras. Es
aún noche cerrada cuando se levantan, toman sus instrumentos y salen a la calle
a actuar. Sus armas son pinceles, pinturas, spray, imaginación y ganas de
expresar su opinión política. Son las abuelas grafiteras.
Antes eran amigas, colegas, vecinas o simples caras
conocidas de ésas que se saludan de “buenos días” en el mercado o en la calle.
La primera vez que se reunieron con un objetivo en común fue el 28 de diciembre
de 2010. Una de las mujeres invitó a las demás a su casa. No para celebrar una
fiesta. Iban a hablar del país. Ese día unas asistieron solas, otras con sus
esposos. Quizás llegaron a veinte personas, de distintas profesiones, la
mayoría de sexo femenino y de la tercera edad. Estaban angustiadas por la
situación política. “Yo voté por Chávez, estaba arrepentida de eso y quería
enmendar ese voto”, señala la artista plástica y ceramista Mireya de González.
“Teníamos que hacer algo”, expresa Alicia Loreto, educadora jubilada y una de
las asistentes a esa primera cita.
Ese día lo decidieron: no se iban a quedar en casa
viviendo de la pensión o viendo con tristeza cómo sus hijos y nietos se
marchaban al exterior. Iban a actuar. Y ese actuar no era sólo sumarse a las
marchas dirigidas por los partidos de oposición. Ellas querían dar a conocer su
voz a través de sus propios medios. “Cuando era adolescente luché contra el
gobierno de Marcos Pérez Jiménez, ahora quería luchar contra este”, dice
orgullosa Violeta Vielma, economista jubilada.
Manos a la obra
Poco sabían de activismo político. La mayoría había
dedicado su vida a su familia y a su profesión. Vino entonces la idea del
grafiti, porque a través de él podían expresar su pensamiento y permanecer
anónimas. Empezaron a salir escondidas a las 4:00 am a llenar las paredes sin
dueño con frases políticas. “Cuando amanecía nos íbamos a comer una empanada y
a tomar café en un kiosco, después regresábamos al sitio para ver lo que
habíamos hecho y nos reíamos”, cuenta traviesa Loreto –la voz cantante del
grupo– con complicidad de las demás.
Pintaron de rojo los huecos de las calles (que eran
muchos) y escribieron en ellos lemas como: “Hueco hecho en socialismo”. Belkys
Porte, la alcaldesa del municipio Mario Briceño Iragorry, fue –y sigue siendo–
uno de los blancos. Pero no se han quedado sólo en denunciar los problemas locales,
han expresado con su arte callejero su opinión sobre el Gobierno nacional.
Aparecieron por primera vez en los medios
regionales una vez que estaban pintando los huecos y se les hizo de día.
Alguien las vio, llamó a la prensa y llegaron varios periodistas. Esa mañana
decidieron declarar por primera vez. “El impacto fue grande. Después de eso,
las personas nos dejaban dinero cuando nos veían pintando huecos. Lo hacían sin
que lo pidiéramos, para contribuir”, recuerda Loreto.
Cuando el rostro de los miembros del grupo se hizo
público, las comenzaron a nombrar con un mote: “las abuelas grafiteras”. “Nos
llamaba así la gente afecta al Gobierno para ofendernos, para tildarnos de
viejas ricas, pero no nos amilanaron, lo contrario”, explica Loreto. Evelio Araque,
miembro fundador de las abuelas, asume con orgullo y humor el apodo en género
femenino, sobre todo porque una de las más animosas del grupo es precisamente
su esposa desde hace 40 años.
Muchos frentes
Las abuelas piensan que hay mucho en Venezuela por
lo que levantar la voz. Se han manifestado en contra de las expropiaciones; en
defensa del parque Henri Pittier, que fue deforestado por la Guardia Nacional
con la intención de hacer viviendas; contra la empresa Cavim, cuya explosión
dejó a varias familias pobres sin vivienda, entre otros asuntos. Recientemente,
el 23 de enero, hicieron actos para recordar el derrocamiento de la dictadura
de Pérez Jiménez. También pidieron que se cumpla la Constitución en el caso de
la ausencia del presidente Chávez por motivos de salud. Ahora planifican una
acción para protestar por las muertes en la cárcel de Uribana.
Insisten en hablar de las finanzas. “Los fondos
propios nos permiten tener independencia”, destacan varias abuelas. Al
principio se financiaban con los recursos que podían aportar los miembros, pero
poco a poco se han unido ciudadanos que quieren colaborar a través de una
cuenta que tienen disponible para donaciones. También han hecho bingos, cenas,
vinadas, noches de boleros. Gracias a eso pueden autofinanciar sus actividades.
Aunque no pertenecen a un partido, ahora todo
político de oposición que aspire a un cargo se reúne con el grupo. “Candidato
que no pasa por aquí, no llega”, refiere Noel Pinto, un miembro de mediana
edad. Por ejemplo, el diputado Elías Bermúdez, recién elegido al Consejo
Legislativo de Aragua, reconoce que su triunfo se debe al apoyo de las abuelas
que lo acompañaron en su recorrido casa por casa. “Hay que ver la cantidad de
votos que dirigen”, confiesa.
Hace un año el grupo luchó para que se hicieran las
primarias de la oposición en el municipio. Participaron como testigos de muchas
mesas. Sin embargo, dos días después de la elección, el 14 de febrero de 2012,
vivieron el más terrible incidente de su activismo. Cuando llevaban en una
camioneta las actas para ponerlas en resguardo, fueron interceptados por la
policía del Estado. Loreto estaba dentro de la camioneta y fue detenida. El
grupo se movilizó e intentó impedir la acción policial. “Recibimos golpes y gas
del bueno”, recuerda Blanca González, administradora jubilada. En el intento
por llevarse el material electoral, una grúa atropelló y mató a un hombre que
observaba la protesta. También el año pasado, cuando hacían una manifestación
frente a la alcaldía por la falta de luz y agua, un grupo de jóvenes los
agredió, les robó las cámaras, les rompió el equipo de sonido. Nada de eso los
ha hecho rendirse.
Se reúnen sin falta todas las
semanas, en diferentes casas. Ahora las abuelas no están solas. Más gente de
todas las edades se sumó a la causa. Entonces decidieron cambiar de nombre. Se
llaman Ciudadanos x la Democracia. Aspiran a que su ejemplo se reproduzca en
todo el país.
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