La defensa es para tiempo de escasez, el ataque para tiempos de
abundancia… Los expertos en la defensa se esconden en
las profundidades de la tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden
en las más elevadas alturas del cielo. De esta manera pueden protegerse y
lograr la victoria total.
Sun Tzu
Por Franco D´Orazio P., 30/01/2013
Desde hace poco más
de un semestre, aproximadamente, venimos observando la situación de
confrontación que se vive en Malí por sugerencia de nuestro amigo y colaborador
@juliopieraldi… No obstante hemos esperado un tiempo prudencial para abordar el
análisis geopolítico esperando se aclare el panorama existente en ese país
sahariano y su entorno, el cual hoy día parece anunciarnos algunos de sus principales
problemas existenciales.
La República de
Malí…
Al igual que sus
vecinos Malí es por definición arábiga y musulmana, en su gran mayoría suníes.
Según la enciclopedia libre1 es un estado sin litoral, el séptimo
país más extenso de África (millón y cuarto de km2) y uno de
los más pobres del mundo, con sus casi 15 millones de habitantes la mitad de
los cuales vive debajo del umbral de la pobreza internacional, establecido en
menos de 2 dólares por día. La estructura económica del país se centra en la
agricultura y la pesca, pese a que algunos de sus recursos naturales son el
oro, el uranio y la sal.
Su capital se ubica
en la ciudad de Bamako, al sur oeste del país, mientras que la región
meridional, donde vive la mayor parte de sus habitantes, está cercana a los
ríos de Níger y Senegal. Malí limita al norte con Argelia, al este con Níger,
al oeste con Mauritania y Senegal y al sur con Costa de Marfil, Guinea y
Burkina Faso.
El actual
territorio maliense fue sede de los tres imperios de África occidental que
controlaban el comercio a través del desierto del Sahara: el Imperio de Ghana,
el Imperio de Malí (del cual tomó su nombre) y el Imperio Songhay. A fines del
siglo XIX, Malí fue controlada por Francia, pasando a formar parte del Sudán
francés. En 1959 consiguió su independencia junto con Senegal convirtiéndose
así en la Federación Malí, la cual se desintegraría un año después. Tras un
tiempo en el que solo existía un partido político, un golpe de Estado en 1991
llevó a la redacción de una nueva constitución y al establecimiento de Malí
como una nación democrática con un sistema pluripartidista.
Actualmente el
norte de Malí, donde habitan los Tuareg, un grupo étnico indígena, nómada y
pastoril que ha poblado el Sahara y sus alrededores en la conocida región
biogeográfica de transición conocida como Sahel, constituye la extensión
territorial más grande en poder de Al-Qaeda (o al-Qaida) y sus aliados2,3.
A medida que el mundo titubea en relación al conflicto que se desarrolla en esa
zona, los extremistas que asumieron su control desde el año pasado se preparan
para una guerra que pronostican será peor que la de Afganistán, donde después
de una década el conflicto sigue sin resolverse. Es prudente recordar que en
2012 los militantes de Al-Qaeda también se atrevieron a incrementar sus
actividades en Yemen, con resultados desastrosos para el Departamento de Estado
norteamericano4.
Las filiales
africanas de Al-Qaeda llevan años trabajando silenciosamente en los bosques y
desiertos de Malí, un país acostumbrado a las hambrunas. En meses recientes han
aprovechado la inestabilidad política del país para salir de sus escondites y
aventurarse en ciudades y pueblos, asumiendo el control de grandes extensiones
de terreno en las que acumulan armas, entrenan combatientes y se preparan para
una Jihad global. “Los islamistas cavaron túneles, construyeron caminos, y
trajeron generadores y paneles solares que les permiten tener electricidad”,
declaró el ex diplomático de las Naciones Unidas Robert Fowler, un canadiense que
permaneció secuestrado por ese grupo irregular islamista por unos 130 días.
“Viven en las rocas, manifestó Fowler”.
El detonante de
esta ofensiva de combatientes islámicos fue un golpe militar el pasado 22 de
marzo. Desde entonces Malí se encuentra sumida en una profunda crisis cuando
miembros del ejército maliense depusieron al presidente Amado Tumani Turé, a
quien acusaban de ser incapaz de detener el levantamiento armado Tuareg que
había estallado dos meses antes. El derrocamiento del gobierno elegido
democráticamente a manos de oficiales de bajo rango acabó con la cúpula militar
y generó un vacío de poder que despejó el camino para que distintos grupos
rebeldes se apoderaran de la mayoría de sus ocho territorios, unos 600 mil km2,
una extensión más grande que Francia, así como de todos sus pertrechos
militares.
Combatientes con
turbantes controlan ahora las principales ciudades del norte y realizan
amputaciones en las plazas, en represalias por delitos, igual que hacía el
Talibán en Afganistán… “aquí los rebeldes se apoderaron del país, están
azotando a mujeres que no se cubren el rostro y desde que tomaron el control de
Timbuktu han destruido 7 de 16 mausoleos declarados patrimonio de la
humanidad”. Así de impresionante es lo que han declarado algunos diplomáticos
internacionales conocedores de la realidad de Malí. “Ellos han usado
aplanadoras, buldóceres y otras máquinas abandonadas por trabajadores de la
construcción que huyeron de la zona para construir una compleja red de túneles,
trincheras, fosas y rampas. Son cuevas lo suficientemente grandes como para que
entren camiones y almacenar cientos de tambores de gasolina que les garantiza
abastecimiento en caso de intervención extranjera.
Al-Qaeda jamás se
apoderó de Afganistán, señaló el funcionario, “Ahora ellos son dueños del norte
de Malí”.
“La zona bajo control es mayormente desértica y poco poblada, pero varios analistas dicen que por su tamaño y la naturaleza del terreno, expulsarlos podría resultar más difícil que lo que fue sacar al Talibán de Afganistán. El ex presidente de Malí reconoció, según correos diplomáticos, que el gobierno no está en condiciones de patrullar una frontera que es dos veces la de México y Estados Unidos. Las fuerzas de Al-Qaeda en el Magreb islámico operan no solo en Malí, sino en todo un corredor a lo largo del Sahel, una faja de 7.000 kilómetros de longitud que cruza toda Africa y abarca partes de Mauritania, Níger, Argel, Libia, Burkina Faso y Chad.
“Uno podría
planificar una estrategia para combatirlos en el valle del Suat”, expresó Peter
Pham, asesor del comando estadounidense en Africa, aludiendo a la zona de
Pakistán donde se había asentado el Talibán, “pero no hay ninguna estrategia
que pueda controlarlos en el Sahel, que va desde el Océano Atlántico hasta el Mar
Rojo”… razón por la cual el presidente de Francia y el primer ministro
Británico han manifestado abiertamente que combatirán a los rebeldes en el
terreno de los acontecimientos para evitar que se salgan de sus fronteras,
invadan el norte de África, crucen el Mediterráneo y se cuelen hasta suelos
europeos.
Rehenes argelinos…
Los extremistas
vinculados a Al-Qaeda atacaron una instalación de gas en Argelia hace un par de
semanas, citando el hecho como una represalia por la intervención francesa en
Malí, su país vecino. Los militantes islamistas tomaron decenas de argelinos y
extranjeros como rehenes, entre ellos siete estadounidenses.
Más tarde la
agencia Reuters informaba que, según la Agencia de Noticias Mauritana (ANI),
helicópteros militares bombardearon el complejo de gas matando a 35 de los
extranjeros tomados como rehenes y a 15 de los secuestradores vinculados a
Al-Qaeda5,6.
Los detalles de la
ANI no pudieron ser verificados de forma independiente, aunque la agencia de
noticias está en contacto directo con Katibat Moulathamine, o “Batallón de la
Sangre”, el grupo militante que ha reivindicado el secuestro masivo.
Egipto…
En tierras egipcias
han continuado las protestas desde que el presidente Mohammed Mursi insistió en
promulgar su nueva constitución, que conjugándose con las celebraciones
libertarias experimentadas por el pueblo han ocurrido nuevos enfrentamientos
armados que ya supera el medio centenar de víctimas7.
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