Por Moises
Naim, 02/02/2013
La canciller alemana, Angela Merkel, es sin duda una de las
personas más poderosas del mundo. Rupert Murdoch es el dueño de News
Corporation, uno de los mayores conglomerados mediáticos y, naturalmente,
también es muy poderoso. Las respectivas fuentes de poder de estos dos
personajes son diferentes, así como la manera en que utilizan la influencia que
tienen, o los objetivos e intereses que guían sus conductas. Merkel es la líder
de un gran país y Murdoch el dueño de una gran empresa privada. Más aún, el
empresario insiste en que él no utiliza el poder de sus medios de comunicación
para presionar a gobiernos o influir sobre la política. Sus críticos rechazan
estas afirmaciones y advierten que hay sobradas evidencias de que Murdoch y sus
medios de comunicación son actores políticos de primer orden. En Estados
Unidos, sus detractores acusan a la cadena de televisión Fox de estar
manifiestamente parcializada a favor del partido Republicano, y más
recientemente, del Tea Party. En Reino Unido, Murdoch tuvo que presentarse hace
unos meses ante una comisión del Parlamento británico que investigaba las
practicas periodísticas de los tabloides. “Yo nunca le he pedido nada a ningún
primer ministro”, afirmó. Sin embargo, ante esa misma comisión el ex primer
ministro John Major reveló que, en una cena en 1997, Rupert Murdoch le pidió
que cambiara la política de acercamiento hacia Europa que seguía su Gobierno.
De no hacerlo, Murdoch le advirtió, le retiraría el apoyo de sus periódicos.
“Esa es una conversación difícil de olvidar”, dijo Major. “No es frecuente que
alguien sentado frente al primer ministro le diga: ‘Si no cambia su política,
mi organización no lo apoyará”, añadió.
Ed Miliband, el líder del
partido laborista británico, también declaró en esa comisión parlamentaria que,
en su opinión, el conglomerado de Murdoch “tenía un sentido de poder sin
responsabilidad debido a que controla el 37% del mercado de periódicos en Reino
Unido, así como el canal de televisión BSkyB”.
¿Qué tiene que ver todo
esto con Angela Merkel? Mucho. Y con el futuro de Europa mucho más.
Como se sabe, el primer
ministro británico, David Cameron, acaba de anunciar que planea someter a
referéndum la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Esta consulta
popular se llevaría a cabo antes del fin de 2017. Antes de hacerla, Cameron
tratará de obtener tanto concesiones específicas para Reino Unido como amplias
reformas en la manera en que opera el acuerdo entre los 27 países miembros. En
particular, Cameron ha indicado que desea recuperar el poder de tomar en su
país decisiones que ahora se toman en Bruselas por los órganos de la Unión
Europea. De la agricultura y la pesca a la política social, de las regulaciones
del sector financiero y del medio ambiente a las políticas de inmigración o
defensa, Cameron pretende iniciar una amplia y ambiciosa negociación con
Europa.
Las interpretaciones sobre
cuáles son los objetivos de Cameron y las consecuencias de su audaz iniciativa
son muchas y variadas. Para algunos es una transparente treta para separarse de
una Europa debilitada por la crisis y menguada en su peso en el mundo. Para
otros, es un intento de extorsionar a Europa para obtener ventajas. Y para
otros, como el ex vicecanciller alemán Joschka Fischer, es simplemente una locura
que no le conviene ni a Reino Unido ni a Europa y que solo responde a intereses
particulares y a los miopes cálculos políticos de Cameron. Y también hay quien
piensa que para los británicos el costo de salir de la UE es prohibitivamente
alto y que, al final, no votarán mayoritariamente a favor de la salida. Esto
último, por supuesto, supone que la opinión publica británica será informada de
una manera imparcial y completa sobre los costos y beneficios de continuar o no
formando parte de la Unión Europea. Hasta ahora esto no ha sido así, y los
tabloides británicos (no solo los de Murdoch) que más moldean la opinión
pública han mostrado una furibunda, y con frecuencia tendenciosa, oposición la
integración con Europa.
Del otro lado de todo esto
está Angela Merkel, quien seguramente va a hacer cuanto esté a su alcance para
no pasar a la historia como la líder bajo cuyo mandato fracasó el proyecto de
unificar a Europa. A pesar de que el continente puede continuar su integración
sin la participación de Reino Unido, no hay dudas de que el retiro de los
británicos sería un severo golpe. Además, si el referendo de 2017 lleva a ese
desenlace, los movimientos anti-integracionistas de otros países europeos
ganarían fuerza y hasta se podría producir un contagio de referendos con ánimo
separatista en todo el continente. Por esto y por otras muy buenas razones,
Merkel hará lo posible por impedir la salida de Reino Unido.
Veremos quién tiene más
poder, la canciller o el magnate.
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Publicado en: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/02/actualidad/1359828090_252509.html
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