En
medio de un clima político, económico y social cada vez más insostenible, la
cúpula chavista representada en el presidente Nicolás Maduro y su número dos,
el actual presidente de la Asamblea Nacional, se encuentran acorralados por sus
propios errores políticos y ejecutorias delictivas. Siempre se ha dicho que
entre ellos no existe la armonía ni el entendimiento que aparentan ante la
opinión pública, que cada uno de ellos representa una tendencia diferente del chavismo –Maduro la tendencia
civil y procubana, Cabello la militar y anticubana- y que compiten entre sí.
Puede que esto sea cierto, pero ante la situación que enfrentan, sin duda no
les queda otra que seguir medianamente unidos para sobrevivir.
Por
una parte, Nicolás Maduro ha recibido un fuerte golpe diplomático de su “amigo”
Juan Manuel Santos de Colombia y de su
más amiga Michelle Bachelet por la forma irrespetuosa y agresiva cómo trató a
los ex presidentes Andrés Pastrana y Sebastián Piñera de Chile cuando días
pasados estuvieron en Caracas para participar en el foro “Poder Ciudadano y
Democracia de Hoy”, en el que también estuvo presente el ex mandatario Felipe Calderón de México. El propio Maduro
los acusó, sin prueba alguna, de estar siendo pagados con dinero del
narcotráfico y de visitar Caracas a objeto de apoyar un golpe de Estado contra
el gobierno legítimo de Venezuela, mientras que sus agentes de seguridad no les
permitieron visitar al dirigente opositor Leopoldo López, quien se encuentra
recluido en una cárcel militar desde hace 10 meses sin haberle dictado sin
haber sido juzgado.
El
presidente colombiano, fuertemente criticado en su país por no reaccionar de
inmediato, fue el primero en
manifestarse y de forma más dura a través de un comunicado de su cancillería.
En la nota, el gobierno vecino exige que a Pastrana se le otorgue el trato
digno que reviste su investidura de exjefe de Estado y que rinda
explicaciones de por qué no autorizó su
visita al dirigente opositor López, en virtud de que fue una vista de carácter privado a Venezuela
y por tanto está en su derecho de decidir a quién visita. Es más, en el
comunicado se expresa lo que el gobierno
de Santos no se había atrevido a decir hasta ahora: “Esperamos que Leopoldo
López recupere su libertad lo antes posible”. La respuesta del gobierno de
Maduro no se hizo esperar y fue igualmente grosera y amenazante. También
mediante un comunicado la Cancillería venezolana lamentó que Colombia sea
“cómplice de acciones inamistosas”, avale posiciones contra la democracia
venezolana y el Gobierno constitucional del Presidente Nicolás Maduro, lo que
constituye un retroceso peligroso en las relaciones bilaterales“, culminó el
texto.
Puede
que este impasse diplomático se resuelva pronto, incluso tan pronto como en la
tercera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, que se lleva a cabo en Costa Rica este 28 y
29 de enero en que coincidirán todos los jefes de Estado de la región. Sin
embargo, el rechazo diplomático de Colombia y Chile –el de México aún no se ha
producido- en este momento crítico del gobierno de Maduro, afecta aún más su ya
precaria imagen y aislamiento internacional. Los ex presidentes, ahora aliados en la lucha por la democracia
venezolana, ya están difundiendo ante el mundo lo que verdaderamente pasa en
el país y los ataques constantes que sufren los opositores al régimen. Muchas
personalidades extranjeras están
escuchando a estas tres líderes latinoamericanos de peso y otros se han sumado
a su lucha, como es el caso del ex presidente de Costa Rica Oscar Arias quien
ya está hablando sobre “ el fin
inminente de la Revolución Bolivariana”.
Por
otra parte, las revelaciones
periodísticas del diario español “ABC” de España que
están recorriendo el mundo,
también constituyen un duro golpe
tanto para Diosdado Cabello, como para todo el gobierno de Nicolás Maduro
que precisamente no vive sus mejores
horas políticas, ni económicas ni sociales. No es para menos. Las
revelaciones, que no han sido negadas
por el gobierno de Barack Obama, aseguran que el jefe de seguridad chavista,
Leamsy Salazar, no solo desertó a EE.UU sino que testificará en Washington en
una causa por narcotráfico de la Fiscalía Federal, en contra de quien hasta su salida de Caracas en diciembre
era su jefe, el actual presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello. El
hoy testigo protegido fue miembro de la Casa Militar, encargada de la custodia
presidencial; también durante casi diez años fue jefe de seguridad y asistente
personal de Hugo Chávez. Tras la muerte del “Comandante Supremo”, sus servicios
fueron requeridos por el presidente de la AN, para quien también ejercía de
ayudante personal. Salazar es el militar activo de mayor rango (capitán de
corbeta, equiparable a comandante) que rompe con el chavismo para acusar
formalmente en Estados Unidos de prácticas delictivas a las altas jerarquías
del país, en especial a Cabello a quien lo vincula con el narcotráfico y de supuestamente ser el
líder del llamado “Cartel de los soles”.
Si
bien estas impactantes revelaciones, como decíamos, no han sido confirmadas por
el gobierno estadounidense, su secretario de Estado adjunto para Narcóticos y
Seguridad Internacional, William Brownfield, ya declaró que la información
sobre Salazar son “consistentes” con el análisis de Washington sobre la
penetración de los carteles en Venezuela.
Ante
todo lo anterior, no sólo respondió Cabello, sino Maduro afirmando que desde
Washington y Miami han planificado campañas para desprestigiar al presidente
del Parlamento y a su gobierno. El dúo dinámico cada día se embarra más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico