Leonardo Fernández 18 de enero de 2015
Los
venezolanos hemos visto a lo largo de estos años como se ha implantado un
modelo económico fracasado en la historia, una economía estatista orientada por
el dogma socialista obsoleto, que desde sus inicios ha buscado intervenir en
todos los sectores, interrumpir para obstruir y llevar a las empresas a la
quiebra, no para equilibrar y empujar a las empresas hacia el desarrollo y la
estabilidad.
Una
economía que tiene como regla la improvisación y que ha sido altamente
distorsionada con los matices que son propios del paradigma ortodoxo y
retrogrado de los llamados países satélites de la era comunista y de la extinta
Unión Soviética.
Los
controles de precios que Maduro y su antecesor le impregnaron a nuestro sistema
económico, han sido la impronta personal que dejara huellas imborrables en este
periodo tortuoso que ya es más de un lustró; controles que progresivamente han
implosionado nuestra economía y que han generado mercados ilegales y paralelos
en vastos sectores de la vida del venezolano.
Ver
a venezolanos hacer largas colas para conseguir productos de la cesta básica,
nos lleva a primero a entender que la economía está enferma, y segundo a
analizar cómo se originan las colas y quienes están en ellas.
A
las afueras de múltiples supermercados en Venezuela están los más afectados por
este modelo neocomunista, un grupo de ellos, pueblo en general, conciudadanos
de los sectores más deprimidos, venezolanos que son la mayoría, pernoctan para
subsistir y son sometidos a la humillación de invertir horas de su tiempo para
conseguir productos esenciales.
Otros
que son la minoría, rebuscándose bajo las nuevas figuras del comercio que ha
creado el Estado con su nada acertado manejo de la economía, los llamados
bachaqueros, hombre y mujeres venezolanos que son víctimas del desequilibrio
económico y de las deformidades de la economía.
Aunque
desde nuestra tribuna y espacio de lucha defendemos los derechos de los
venezolanos que se les pisotea la dignidad en las colas, no salimos en defensa
de un grupo minoritario, que se ha dedicado a la economía informal ilegal en
las colas que observamos en toda la geografía nacional. Empero, es necesario e
inexorable entender porque se crean estas nuevas figuras y porque el venezolano
recurre a esta actividad.
En un país donde no hay producción, desarrollo, ni progreso, no hay empleo estable; en Venezuela la economía ha sido impactada severamente por el modelo central y por el cáncer económico que está entrando en su fase terminal. La gente ha quedado inmersa en un sub comercio que le garantiza un ingreso económico, la gente cae en la tentación de romper las reglas y producir algo de dinero para su grupo familiar o pasar días sin recibir los tres golpes diarios.
En un país donde no hay producción, desarrollo, ni progreso, no hay empleo estable; en Venezuela la economía ha sido impactada severamente por el modelo central y por el cáncer económico que está entrando en su fase terminal. La gente ha quedado inmersa en un sub comercio que le garantiza un ingreso económico, la gente cae en la tentación de romper las reglas y producir algo de dinero para su grupo familiar o pasar días sin recibir los tres golpes diarios.
Es
decir un gobierno serio explicaría a su pueblo, que ésta ocurriendo en
realidad, dejaría a un lado las llamadas guerras que inventa a diestra y
siniestra y se reinventaría en función de producir en el país para los
venezolanos.
Los
verdugos de la economía deben superar la crisis con transparencia y con el
diagnóstico correcto del problema, pero lamentablemente para los venezolanos
los artífices de la crisis se ponen una venda roja en los ojos, maduro conduce
el bus directo a la ruina y al colapsó, persiguiendo a los empresarios y
montando shows para tapar lo agudo de la escasez, alejara aún más los
inversionistas y el gobierno como se ha demostrado en la historia del
socialismo real, fracasara en su empeño de aislarse y monopolizar la economía.
Leonardo Fernández
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