Miguel Mendez
Rodulfo 23 de enero de 2015
En el futuro
inmediato se decidirá la suerte de este régimen oprobioso. Si quedaban dudas y
alguien podía pensar que el gobierno tenía cartas que jugar, la alocución de
Maduro en la asamblea, luego del largo e improvisado periplo que le permitió
huir hacia adelante y olvidarse del infierno en que se ha tornado la conducción
del país, corroboró que no es así. Nada significativo dijo, que permita sacar a
Venezuela de la más grande crisis económica de su historia republicana. Luego
de 16 años de desgobierno (no 15 como dijo el inquilino de Miraflores), es
claro que en este año 17, el cántaro se va romper. Amorfo y muy poco
convincente, sin creerse él mismo la letanía que inventaba, con inseguridad
manifiesta, tratando de convencerse así mismo de la sarta de necedades que
profería, Maduro hablaba de un país inexistente, aquél que compraba el discurso
del difunto y en el que a fuerza de liquidar el petróleo y forzar las deudas,
se creó una ilusión de prosperidad. Oyéndolo uno podía fácilmente concluir que
miraba al país por el retrovisor y que para nada quiso reconocer la grave
crisis que hoy ahoga a los venezolanos, porque ello hubiese implicado admitir
el rotundo fracaso del “socialismo del siglo xxi” (todo con minúsculas).
Por cierto que
nada dijo de los US$ 20.000 MM que supuestamente le otorgó China, ni del dinero
obtenido en Qatar, menos aún mencionó lo de las sumas que le prestó el buen
amigo Putin. Fue sincero en reconocer la inflación de 65% y la caída del
petróleo, pero intentó manipularnos diciendo que el desempleo era mínimo a
pesar de la inflación y la guerra económica. También nos quiso convencer que
los empleos del país eran de calidad y que se preservaba la capacidad
adquisitiva con el pírrico aumento del 15%, complementario al aumento del 1º de
mayo. Todos sabemos que este año la inflación, con este u otro gobierno,
rondará el 100% y que los aumentos totales serán como mucho del 30%. La
devaluación anunciada, único planteamiento racional, sin que adicionalmente se
tomaran otras medidas urgentes, tendientes a unificar la paridad cambiaria,
eliminar el control de precios, subir la gasolina, parar la generación
inorgánica de dinero, eliminar tajantemente la política de persecución y
hostigamiento del sector privado de la economía y por el contrario llamarlos a
ellos y al sector laboral del país a definir una nueva política económica,
evidencia el fracaso de esta pobre iniciativa.
Sin embargo, hay
que decirlo, ni aun tomando las medidas pertinentes el gobierno logrará generar
confianza. Por dos razones, el sector productivo ya no les cree, ni quiere nada
con el régimen y en el pueblo se ha instalado ya un deseo irrefrenable de
cambio. Así las cosas, si el petróleo cuesta producirlo US$ 20 por barril y nos
van a pagar US$ 40 por él, y si consideramos que las empresas mixtas producen
alrededor de 400.000 B/D de crudo sintético de cuyo valor de venta son dueñas
del 40%, tenemos que nuestros ingresos petroleros no son lo que aparentan ser.
No hablemos de los más de 700.000 barriles diarios que consume el mercado
interno, a pérdida, ni los más de 600 barriles diarios que hay que enviar a
China en pago de los préstamos anticipados. Tampoco mencionemos el Acuerdo de
San José ni los 110.000 barriles que se regalan todos los días a Cuba.
Lo que nos viene
es candela y hay que prepararse para ello, física y mentalmente. Habrá que
apelar a la resiliencia, como lo han hecho todos los pueblos del mundo que han
sufrido grandes traumas. Lo que hoy conseguimos hoy con 5 horas de cola, mañana
no lo podremos obtener, tal será el nivel de escasez, no solamente de productos
elaborados, sino de alimentos. Entonces se destapará la caja de Pandora. El
futuro nos ha alcanzado, pero Dios no proveerá más para que un grupo
irresponsable derroche como le da la gana.
Caracas 23 de
enero de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico