Heinz Dieterich 23
de enero de 2015
Crisis
terminal
La
crisis económica de Venezuela se ha convertido en una crisis política terminal
para el gobierno de Maduro. Maduro perderá las elecciones parlamentarias de
este año y saldrá a más tardar en 2016 del poder, sea por referéndum
revocatorio, renuncia o intervención militar. Es prácticamente imposible que el
oficialismo revierta este escenario. Con el 75% de la población en contra del
gobierno de Maduro; con China negándose a inyectar más liquidez a una política
económica idiota y suicida; con una oposición unificada para las elecciones
parlamentarias y la cobardía sin límites de los gobernadores y líderes del PSUV
para cambiar el rumbo del país, el oficialismo ha perdido todo poder de
negociación para salvarse. La troika Maduro-Cabello-Arreaza se mantiene sobre
mentiras y bayonetas. Pero, las mentiras (“guerra económica”) ya sólo convencen
al 20% de la población y el tiempo de las bayonetas se acaba. En menos de dos
años, una troika de ineptos y prepotentes ha despilfarrado la herencia de lucha
popular de generaciones; desprestigiado la alternativa del Socialismo del Siglo
21 y creado las condiciones para la reconquista del poder por la oligarquía y
el imperialismo.
Economía
política del debacle
La
crisis terminal es resultado del fallido intento de la Nueva Clase Política
“bolivariana”, de monopolizar el poder político monopolizando el plusproducto
petrolero. En un raro momento de verdad, el Gobernador del estado Anzoátegui,
Aristóbulo Istúriz, reconoció públicamente (14.7.2014) esa estratagema: “El
control de cambio en Venezuela no es una medida económica…, es una medida
política. Porque si nosotros quitamos el control de cambio, ustedes sacan los
dólares y nos tumban. Mientras gobernemos tendremos que tener control de
cambio. […] Y tendremos que amoldarnos, con control de cambio, a manejar la
economía”.
Dirigir
un país a través del control del plusproducto –medida recomendada por Fidel a
Chávez— es una política correcta. De hecho, todas las clases dominantes del
mundo lo hacen. Pero, hay que saber hacerlo. Y ahí, la troika tenía todo
resuelto. Delante de sus narices, Evo Morales, Rafael Correa, Lula y Daniel
Ortega, aplicaban exitosamente el know how del desarrollismo criollo viable en
América Latina. Simplemente, tenían que entender y asimilar la dialéctica de
este desarrollismo. Pero, su incultura, arrogancia e ideología delusional
(delusional thinking) lo impidieron y llevaron la economía nacional al actual
panorama desolador. Las cifras del PIB, del déficit fiscal, de la inflación, de
las reservas internacionales, de la sobrevaluación, etc., describen el panorama
con precisión; mientras que el precio bajo del petróleo y la incapacidad de
someter mercantilmente a Arabia Saudita, Irak y Qatar, aborta las esperanzas de
una pronta recuperación.
Se
asoma el Leviatán
En
su sobreestimación infantil del poder del Estado frente a la sociedad, y su
hybris generalizada, la nomenclatura del PSUV convirtió la crisis económica en
crisis política. Su receta de autodestrucción consta de tres elementos: a) no
hacer las reformas necesarias cuando tenía el poder de negociación necesario,
después de la elección de Maduro; b) no entender que su mentira de “guerra
económica” tenía un ciclo de manipulación efectiva limitado, como toda
propaganda; c) al obligar al ciudadano a presentar documentos de identidad,
registrarse, someterse a controles biométricos, conculcarle sus derechos
civiles y constitucionales (prohibición de pernoctar fuera de supermercados)
etc. —y toda esta parafernalia para comprar un kilo de papas (sic)— lo
humillan, muestran que su modelo económico es inviable y exhiben la cara de
Leviatán del Estado (policiaco).
La
negación de China
El
gobierno chino ha tenido tres fases en su trato con la troika. Cuando –por
default– la troika llegó al Palacio de Miraflores, Beijing creyó en los
reportes triunfalistas de los burócratas de su embajada, de que todo iba viento
en popa. Cuando los índices de disfuncionalidad de la troika se hicieron más
evidentes, Beijing aceptó que había una alta probabilidad, de que fracasara.
Pero, para proteger sus inversiones de alrededor de 50 mil millones de dólares,
por razones de Estado y geopolítica, decidió seguir apoyando, para evitar el
peligro de un gobierno de derecha pro-gringa. Sin embargo, con el fracaso de la
desesperada e improvisada visita de Maduro a China, Rusia y los países de Medio
Oriente, quedó claro que Beijing ha abandonado la esperanza de que la troika
pueda salvarse. Le negó a Maduro la liquidez necesaria ($16 mrd) para mantener
su reality show” de “socialismo” hasta las elecciones. Para Beijing, la troika
ya ha entrado en un de facto default político-económico. Es una conclusión nada
dramática ni sorprendente. Simplemente reconoce una verdad objetiva que en lo
económico ya había sido evidenciada por múltiples instituciones financieras del
Capital.
Las
mayorías se van – el fin del Chavismo
La
sentencia al colapso de la troika está escrita en la evaluación de su gestión
en las últimas encuestas nacionales. El 84% de la población considera la
situación del país mala o muy mala; el 74% piensa que la gestión de Maduro es
mala; el 72% no creen “nada” de las declaraciones del Presidente sobre la economía;
el 70% no quiere que siga más allá del 2016; el 86% lo considera responsable de
las colas; la presencia de los militares en el gobierno es considerado malo por
un 70% y el 75% cree que la situación económica es ahora peor o mucho peor que
hace un año.
Maduro
es, hoy día, un general sin tropas. Pero, peor, sin espacios de maniobra: el
80% de los encuestados está en contra de una devaluación del bolívar; el 70% en
contra del aumento de la gasolina; el 85% rechaza las expropiaciones como
mecanismo para resolver la crisis y más del 90% considera indispensable un
acuerdo entre el sector público y el privado para enfrentar la crisis.
La
batalla decisiva y el colapso de la 6ta República
La
troika y su sumisa nomenclatura entran ahora a la batalla decisiva por el
poder. Pero, comandan una fuerza fantasma. No tienen programa, ni cuerpo
dirigente, ni narrativa o mística de guerra, ni tropas (apoyo popular/clase
media), ni dinero. Es decir, carecen de los recursos básicos para vencer. Y,
aunque en la guerra se cuentan los muertos después de la batalla, es obvio, que
el destino de la batalla está sellado.
Ante
esta situación, al 40% de los ciudadanos que no quieren votar ni por la troika
moribunda, ni por la derecha unificada de Capriles-Falcón-López, les queda un
solo camino de acción, para garantizar su futuro y el de la Patria. Formar un
partido político de centro que rompa el nuevo nefasto bipartidismo venezolano.
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