Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional |
SANDRO POZZI Nueva
York 21 ENE 2015
Recomienda adaptar la política fiscal a la pérdida de ingresos de las
materias primas y que se eliminen los subsidios a la energía
El Fondo Monetario Internacional espera
que la caída del precio del petróleo sea neutral para América Latina. Es decir,
ni sumará ni restará a un crecimiento ya mediocre. La cosa cambia cuando se
analiza el impacto por país. Tampoco todos sacan tajada de la misma manera del repunte
de EE UU. El viento sopla en contra de la región por un
crecimiento mundial débil, la continua caída de los precios de las materias
primas y por la contracción de la inversión.
Alejandro
Werner, responsable para la región, admite que esta combinación genera
“inquietud” dentro y fuera del continente. El FMI acaba de recortar en casi un
punto porcentual la proyección de crecimiento para
Latinoamérica, al 1,3%. Es un rendimiento que se califica de
mediocre, similar al que se registró en 2014. La previsión es que repunte al
2,3% en 2016, pero en este caso también es medio punto inferior a lo que se
anticipó hace solo seis meses.
“El
desafiante contexto externo representa un lastre importante para muchos
países”, recalca Werner, que hace referencia en este punto a como la debilidad
económica en la zona euro, China y Japón está afectando a la actividad mundial.
La caída del precio del petróleo y de las materias primas, continúa, se explica
en buena media por el debilitamiento inesperado de la demanda en varias de las
principales economías del plantea, como la china.
A
partir de ahí, procede a analizar la situación regional por bloques. Venezuela
será la más afectada por el desplome del crudo. Un tercio de su economía
depende de las exportaciones de petróleo. Por cada 10 dólares que se abarata el
barril, su balanza comercial resta más de tres puntos al producto interior
bruto. La proyección es que su economía se contraiga un 7% en 2015, más del
doble que lo que se estima para el pasado ejercicio.
“La
pérdida de ingresos de exportación agudiza los problemas fiscales y la recesión
económica”, explicar Werner. El temor del FMI es que tenga un efecto contagio
en los países que se beneficiaron hasta ahora del petróleo subvencionado por
Venezuela en el marco del acuerdo Petrocaribe. Aún así, esperan que el
abaratamiento general de la energía debería ser más que suficiente para
compensar el apoyo que les da este programa.
El
otro punto negro está en Argentina, aunque en su caso se debe más a los
importantes desequilibrios macroeconómicos internos. El país sudamericano se
contraerá un 1,3% en 2015, el triple que el año pasado, que fue más fuerte de
lo previsto. La moderación de las presiones en el tipo de cambio no será
suficiente.
La
caída del petróleo también afecta a Colombia, aunque en menor grado. Como en el
caso venezolano, “los balances fiscales sufrirán por la caída de los ingresos
del petróleo”. Pero, añade, “las posiciones iniciales son lo suficientemente
sólidas como para hacer frente al impacto”. La proyección es que crezca un
3,8%, un punto menos que en 2014. Lo mismo pasa con Ecuador y Bolivia, aunque
para ellos no hace nuevas proyecciones.
Impacto
modesto en México
México
podría entrar en este grupo como país exportador neto de
petróleo, pero en su caso es un sector con un peso
“relativamente modesto” en su economía. El FMI proyecta un crecimiento del
3,2%, desde un 2,1% en 2014. Es un pronóstico que Werner califica de “sólido”,
aunque es inferior al previsto. La debilidad de la demanda interna, explica,
“neutraliza” los efectos positivos del crecimiento más robusto en EE UU.
En
términos generales, el resto de la región debería beneficiarse de la caída de
precios del petróleo, especialmente en América Central, donde el repunte
estadounidense ayuda a mejorar las perspectivas. La cosa podría cambiar si la
situación actual se mantiene más de lo esperado, porque podría limitar el
potencial de recursos sin explotar en Argentina, México y Brasil.
Mirando
hacia el sur del continente, el FMI se fija en el estancamiento de los flujos
comerciales pero, sobre todo, en los movimientos de la inversión privada.
Brasil es el caso más relevante. Si antes se atribuía a las dudas que generaban
las elecciones, ahora el argumento es que su economía se mantiene anémica. La
proyección es de un crecimiento de solo tres décimas este año, tras una décima
el pasado.
El
FMI confía en que las promesas para contener el déficit fiscal y reducir la
inflación sirvan para apuntalar la confianza. Es lo que pasa en Chile y Perú.
La economía chilena pasará de crecer un 1,7% en 2014 a un 2,8% en 2015, el
doble que la media regional. La peruana será aún más fuerte, al expandirse un
4% desde un 2,5%. Pero también hay una revisión a la baja respecto a lo que se
dijo en octubre, por la debilidad de las exportaciones y de la inversión.
Werner
concluye su análisis insistiendo en que “no es demasiado tarde para hacer una
lista de buenos propósitos con el objetivo de abordar las debilidades internas
y mejorar las perspectivas de crecimiento”. El FMI recomienda que se adapte la
política fiscal para hacer frente a la pérdida de ingresos por la vía de las
materias primas y pide que se eliminen los “costosos” subsidios a la energía.
Eso a la vez que se adoptan reformas para elevar la productividad.
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