Omar Barboa Gutierez 18 de enero de 2015
El
5 de enero de este año, tal como lo dispone la Constitución, la Asamblea
Nacional se instaló para iniciar las sesiones ordinarias. En consecuencia, el
pasado jueves 15 de este mes de enero se venció el plazo Constitucional para
que el Presidente de la República presentara su mensaje anual ante el Poder
Legislativo dando cuenta sobre su gestión durante el año 2014.
A
pesar de estar convocada la Sesión para ese día 15, luego fue aplazada para el
martes 20 de este mismo mes, violando abiertamente el mandato establecido en el
Artículo 237 de la Constitución vigente, de acuerdo al cual el Presidente de la
República debió comparecer personalmente dentro de los 10 días siguientes al
inicio de las sesiones ordinarias.
Este
hecho agrava la incertidumbre nacional que crece cada día, da una señal
adicional del deterioro institucional, del desprecio al estado de derecho, y de
la intención de seguir abusando del poder en base al control partidista de los
poderes del Estado. Pero también da una idea de cómo el fracaso del modelo que
han intentado imponerle a Venezuela, los hace cometer actos desesperados que
estimulan la inestabilidad política que es un factor que potencia la crisis
generada por la mala gestión de este gobierno.
Los
hechos confirman que la solución de fondo a los problemas que hoy afectan la
vida de los venezolanos, es la sustitución del modelo político y económico que
en nombre de una supuesta revolución ha tenido consecuencias destructivas para
la nación venezolana vista como un todo.
Hoy
la caída de los precios del petróleo, es presentada por el oficialismo como la
causa principal de la crisis económica. Pero, la verdadera causa es el modelo
totalitario, centralista, corrupto y despilfarrador que representa la actual
gestión de gobierno que se identifica, desde su origen, como el Socialismo del
Siglo XXI. Durante la vigencia de este modelo, al gobierno nacional solo por
concepto de petróleo le han ingresado más de 800.000 millones de dólares, y
siendo como han sido siempre los precios petroleros: fluctuantes, cíclicos, un
año antes de que el Presidente Chávez llegara al poder, el 04 de noviembre de
1998, y a través del Decreto N° 2.991 se creó el Fondo de Inversión para la
Estabilización Macroeconómica, con el objetivo específico de establecer una política
para evitar que tales fluctuaciones del ingreso petrolero no afectaran el
equilibrio económico de Venezuela; es decir, ahorrar en la época de precios
altos para equilibrar el nivel de gastos en las épocas de precios bajos.
Estos
dos últimos gobiernos hicieron todo lo contrario, no solo no ahorraron, sino
que despilfarraron y regalaron a otros países parte importante de esos
ingresos, que a pesar de ser tan altos no le alcanzaron, y además endeudaron al
país en 6 veces más de lo que debíamos cuando ellos comenzaron a gobernar. Así,
cuando para 1998 la deuda total venezolana, incluyendo la externa e interna del
gobierno central más la de PDVSA, llegó a 32.809 millones de dólares; para
finales de marzo de 2014, esa deuda total venezolana había llegado a 204.286
millones de dólares.
Es
decir, fracasaron sin excusas, manejaron una inmensa fortuna, han tenido el
control partidista de todos los poderes del Estado y estamos en la crisis que
todos conocemos. No se conformaron con la deformación de las instituciones al
ponerlas al servicio del interés político-partidista, y apartarlas del
cumplimiento de sus deberes y funciones constitucionales, sino que además
destruyeron la economía nacional a través de estatizaciones y controles,
aliñados con despilfarro, incapacidad y corrupción, han perseguido la
iniciativa privada con tal saña que le impidió hacer lo que el país necesita,
que es producir alimentos, bienes y servicios en general, que combatan la
escasez con oferta de productos nacionales, complementados con importaciones
solo cuando sean necesarias. Al contrario, se utilizó la renta petrolera para
que la producción extranjera compitiera de manera desleal con la producción
nacional; así, mientras los productores
extranjeros recibían dólares preferenciales por sus productos, los productores
nacionales debían trabajar con dólares del mercado paralelo, por lo que no
podían competir en precios, y por tanto, dejaron de producir o producen por
debajo de su capacidad. Con esa política llegaron al extremo de canjear petróleo
por alimentos, quebrando buena parte de la producción nacional. O de destruir
la producción platanera del Sur del Lago de Maracaibo con el propósito de
entregársela a una empresa rusa.
Hoy,
las consecuencias las paga el pueblo venezolano con escasez y alto costo de la
vida, además de la inseguridad personal, ante un Estado que quiere controlarlo
todo pero es incapaz de controlar a los delincuentes.
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