jueves, 29 de enero de 2015

Venezuela a un año del 12-F, por @evanromeroc

Evan Romero-Castillo 26 de enero de 2015

En Venezuela, la crisis empaña hasta la gloria de sus hitos decimonónicos: el 12 de febrero sus habitantes conmemorarán una batalla independentista de 1814 y los muertos que dejó la represión de las protestas de 2014.

Considerando el grado de tensión social que se registra en Venezuela por estos días, lo más probable es que el recuerdo de las manifestaciones estudiantiles del 12 de febrero de 2014 –y los muertos que dejó la represión estatal– eclipse la tradicional conmemoración de la batalla independentista de La Victoria, librada en esa fecha hace ya dos siglos. Y es que a los problemas irresueltos que denunciaban aquellos jóvenes –la inseguridad ciudadana y la criminalización de la protesta– se han sumado el desabastecimiento de alimentos básicos y sus exasperantes secuelas. En Venezuela, la crisis general empaña hasta la gloria de sus hitos decimonónicos.

Este fin de semana tuvieron lugar en Caracas dos movilizaciones convocadas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición de los partidos opositores venezolanos. El domingo (25.1.2015) se llevó a cabo una concentración para demandar la liberación del dirigente político Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular; en ella participaron el expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, y el de Chile, Sebastián Piñera. Y un día antes se realizó la “marcha de las cacerolas vacías”, encabezada por María Corina Machado, de Vente Venezuela; Antonio Ledezma, de la Alianza Bravo Pueblo; y el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.

Capriles Radonski vuelve a la calle

También el líder opositor Henrique Capriles Radonski, del partido Primero Justicia, asistió a la marcha contra la escasez, respaldando la misma estrategia que hace un año se había negado a apoyar. En 2014, Capriles Radonski y la MUD se deslindaron del movimiento “La Salida” –impulsado por López, Machado y Ledezma–, insistiendo en no lanzarse a la calle sin propósitos específicos, en no prometer ni creer en salidas inviables a la actual situación política venezolana y en no permitir que las manifestaciones, por sí solas, se conviertan en una cortina de humo, relegando al olvido las penurias de la ciudadanía que dieron pie a las primeras protestas.

Se dice que Capriles Radonski perdió el liderazgo de la oposición frente a López, quien está preso desde el 18 de febrero de 2014 bajo el cargo de incitar a la violencia con sus llamados a protestar. Cierto o no, Capriles Radonski cambió de opinión a principios de este año y llamó a la unidad en las filas de la MUD. La de este 24 de enero fue su primera marcha en mucho tiempo. Esto obliga a preguntar, ¿a qué se debe ese golpe de timón y qué cabe esperar de la renovada cohesión de la MUD? “Capriles no cambió de opinión, lo que cambió fue la situación del país”, asegura Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg.

Cohesión circunstancial

“Las circunstancias no son las mismas que las del año pasado. La legitimación electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no es tan reciente. Los índices de popularidad del presidente, Nicolás Maduro, están por el suelo hasta en los sondeos realizados por encuestadoras cercanas al chavismo. La alocución en la que Maduro se desentendió de la crisis nacional diciendo ‘Dios proveerá’ fue simplemente catastrófica. Eso genera descontento. Si Capriles no canaliza ese descontento, el camino quedará libre para los aventureros, incluso para los que provienen del propio Ejército”, opina Mires, conocedor del acontecer venezolano.

“Yo no veo contradicción en la postura de Capriles, que es defensiva y ofensiva a la vez: él cubre los espacios políticos huérfanos y llama a la acción dentro del marco constitucional. En la MUD ha habido acercamientos porque lo que no era conveniente hace un año, hoy sí lo es. Subrayo: Capriles no tiene en mente una insurrección ni ninguna otra salida apresurada. El sábado pasado él participó en una simple manifestación”, enfatiza Mires. “Las distintas facciones de la MUD hicieron las paces porque se avecinan los comicios legislativos”, acota por su parte Víctor Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).

¿Puede Maduro darse el lujo de otro 12-F?

“Mostrarse mutuamente la bandera blanca no es una decisión estratégica de quienes conforman la MUD, sino una de carácter táctico: todos los actores de la oposición saben que necesitan reactivar la coalición electoral para mantener o aumentar sus cuotas de representación en la Asamblea Nacional y, más tarde, en los ámbitos regionales y comunales”, señala Mijares. Y los votos, en eso coinciden tirios y troyanos, están en la calle. “La calle debe ‘calentarse’ con fines electorales, no calentarse por calentarse”, apunta Mires. Lamentablemente, en Venezuela, la calle no es sólo sinónimo de inseguridad personal, sino también de violencia política.

¿Puede Maduro darse el lujo de otro 12-F, recurriendo nuevamente a la brutal represión de protestas antigubernamentales? “Yo espero que ciertos grupos del movimiento estudiantil se abstengan de responder a provocaciones o de buscar la confrontación con las fuerzas de seguridad porque el enfrentamiento sólo beneficiaría al ala militarista del fracturado PSUV, liderada por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Tumultos con muertos y violación de derechos humanos le darían la excusa perfecta a Cabello para desmontar a Maduro y establecer una junta cívico-militar de emergencia”, sostiene Mires.

Mijares disiente. “En el PSUV se han puesto de acuerdo tácitamente para reconocer la autoridad de Maduro como jefe de Estado y de partido, aún cuando Maduro deba consultar cada decisión antes de tomarla. El de Maduro es un Gobierno débil, no en función de los recursos estructurales de poder que maneja, sino en términos de liderazgo. De ahí que su reacción instintiva frente a actos de oposición sea la represión oficial o extraoficial. Para ello cuenta con la disponibilidad inmediata de las Fuerzas Armadas, de la Guardia Nacional y de las fuerzas de choque conocidas como ‘colectivos’ ”, explica Mijares, dejando en el aire la ominosa impresión de que las calles venezolanas pueden volver a convertirse en campos de batalla.


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