Miguel Méndez
Rodulfo 30 de enero de 2015
La
gente desengañada quiere oír del liderazgo opositor la verdad. En este sentido,
quién como Churchill prometa “sangre, sudor y lágrimas” le estará hablando al
país con la verdad y abonará mucho su credibilidad. El deseo de cambio
instalado en el pueblo venezolano es ya casi unánime y cada día se torna en una
aspiración irrefrenable, a la cual hay que buscarle un cauce para evitar males
mayores. Esto ahora no tiene discusión; por eso encontrar mecanismos que
transformen la ira creciente en energía constructiva, de aquellos que hacen
cola durante horas todos los días para conseguir pocos de los alimentos,
productos y medicinas que requieren, es tarea primordial del liderazgo político
opositor. Una manera de conseguir eso es, a la vez que se diagnostique la
gravedad de la situación del país, se dibuje la dura y difícil senda que nos
tocará subir, se establezca el lapso prudencial en que remontaremos la cuesta,
también se explique con claridad y sencillez las diferentes vías como
atacaremos y resolveremos esta severa problemática.
Así,
restituido el orden constitucional, rescatado el equilibrio de los poderes,
fortalecida la institución de la propiedad privada, devuelta la confianza de
los actores económicos, sociales y políticos, logrado el equilibrio fiscal,
derrotada la inflación, establecida la unificación cambiaria, buscado el
equilibrio del bolívar con el dólar, renegociada la deuda, controlados los
factores de perturbación política, lograda la paz social, etc., habremos
completado una parte fundamental de la nueva gobernabilidad; otra tan
importante como la anterior, y previa a ella, es haberle explicado al país como
vamos a afrontar el déficit eléctrico, como vamos a aumentar el suministro de
agua potable, como mejoraremos la seguridad ciudadana, como daremos techo a los
casi tres millones de hogares que no lo tienen, como mejoraremos los hospitales
y dispensarios, como recuperaremos las escuelas y liceos, como restituiremos la
vialidad, como haremos fluido el transporte público, como vamos a combatir el
desabastecimiento y la escasez, como rescataremos la agricultura, que vamos a
hacer para volver productivos los parques industriales, como enfrentaremos el problema
de los barrios, como vamos a rescatar la infraestructura (puertos, aeropuertos,
silos, etc.), que vamos a hacer con las empresas del Estado (Sidor, Venalum,
Alcasa, Ferrominera, etc.), como restituir a sus dueños los terrenos y empresas
expropiadas y no pagadas, como rescatar a Pdvsa, como mejoraremos el ambiente,
etc.
Decir
la verdad por delante acerca de la gravedad del país, como explicar lo que
vamos a hacer en cada caso para rescatar a la nación, es perfectamente posible,
aunque en principio luzca endemoniadamente complicado. El trabajo que hizo la
MUD, durante casi dos años, recogido en el documento “Lineamientos del Programa
de Gobierno de la Unidad Nacional”, que agrupó a muchos técnicos de alto nivel,
dio respuesta y solución en las diversas áreas de políticas públicas, a toda
esta problemática señalada anteriormente. De manera que es esperanzador contar
con tal acervo de conocimientos, extremadamente útiles para la reconstrucción
nacional.
Por
otra parte las Academias Nacionales en su conjunto, produjeron un
extraordinario trabajo denominado “Propuestas a la Nación”, muy relevante para
reconstruir al país. También la Academia Nacional de la Ingeniería y el
Hábitat, ha venido desarrollando diversas líneas de trabajo en materia de
desarrollo urbano y vivienda, planificación y energía, que también constituyen
valiosos aportes. Grupos como el Centro de Orientación de Energía (Coener), han
hecho extraordinarios esfuerzos en al campo de los hidrocarburos, electricidad
y energías renovables. Todo este material es del cual tiene que servirse el
liderazgo opositor para comunicarle al país como se va a afrontar, con éxitos
tempranos, su progresiva recuperación.
Caracas,
30 de enero de 2015
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