Por Gustavo Azócar Alcalá 17 de enero de 2015
Nicolás
Maduro se encuentra al borde del precipicio. Todas las encuestas, incluyendo
las que hace el dueño de Hinterlaces, muestran los altísimos
niveles de descontento que hay en el país.
La
crisis que enfrenta Maduro ha hecho que, una vez más, regresen a Venezuela los
rumores de un Golpe de Estado. Esta semana fue divulgado un informe de laAgencia
Stratfor, en el que se afirma que hay serias posibilidades de una
asonada militar en el país.
Stratfor dice
en su informe que “la espiral económica hacia abajo ha afectado
directamente la capacidad de gobernar de Maduro. Persistentemente ha perdido
apoyo de potenciales votantes y tiene una tasa de aprobación de cerca del 20
por ciento. Con crecientes desbalances financieros, y careciendo de la
popularidad de Chávez entre el público, Maduro no ha sido capaz de implementar
medidas efectivas para enfrentar a las diversas facciones que integran al PSUV,
amenazando la estabilidad del partido. En la medida en que el país se acerca a
las elecciones legislativas de diciembre —y en que las protestas de la
oposición ganan momento y la tasa de aprobación de Maduro se derrumba— la
posibilidad de un golpe con la participación de miembros del PSUV se hace más
probable”.
El
informe de Stratfor fue replicado en varios medios de comunicación
en todo el mundo. Stratfor está considerada como una
agencia de inteligencia muy seria, y sus informes son utilizados por
corporaciones mundiales para establecer sus prioridades de inversión. Además,
quienes vivimos en Venezuela sabemos que los rumores de golpe tienen mucho rato
en el ambiente, y que, ciertamente, hay algunos sectores de la oposición, y
también del oficialismo, a quienes no les desagrada la idea de una salida color
verde oliva.
Aunque
en el gobierno de Maduro, ningún vocero quiso hacer algún comentario sobre el
informe de Stratfor, la verdad es que en Miraflores hubo más
de uno que soltó una sonrisa cuando leyó la versión de un posible Golpe de
Estado. Porque vamos a estar claros: nada la caería mejor a Nicolás Maduro en
este momento, que una asonada militar. La crisis económica que afecta a
Venezuela es de tal magnitud, que lo único que puede salvar a Nicolás son dos
cosas: 1) un milagro, que haga que los precios del petróleo se disparen otra
vez a 100 dólares (eso sólo es posible si estalla una guerra) y 2) un golpe de
estado que, al igual que a Chávez, en el año 2002 lo convierta en víctima y
haga que la gente se olvide, aunque sea por unos días, de sus propios
problemas.
Maduro
sería feliz si algún sector del país, ya sea de la oposición, o del
oficialismo, le regala su Abril. En el año 2002, Chávez atravesaba una
gravísima situación interna. Su aprobación era escasa, y los problemas
económicos y sociales de Venezuela eran muy similares a los que afronta hoy día
el ex chofer del Metro de Caracas. Pero en lugar de capitalizar el descontento,
y convertir el malestar social en votos, las fuerzas opositoras prefirieron
tomar el atajo del Golpe de Estado, y con Pedro Carmona a la cabeza, se tomaron
el poder. Lo que ocurrió después ya es historia: la oposición no estaba
preparada para ser gobierno, Carmona puso la torta y Chávez regreso triunfante.
El golpe de Abril de 2002 fortaleció a Chávez, lo apuntaló en el poder, y acabó
con la oposición.
Trece
años después nos encontramos en la misma encrucijada. Pero esta vez no está
Chávez, sino Maduro. La crisis por la que atravesamos es quizás, diez veces
peor que la que había en 2002. Y como se sabe, Maduro no es Chávez. Quizá por
esa razón, hay quienes piensan que, esta vez, un Golpe de Estado si podría
surtir efecto.
Pero
ojo: el gobierno también tiene su plan. Hay sectores en el gobierno que manejan
la teoría del autogolpe. Otros barajan la posibilidad de un atentado. Maduro
necesita con urgencia: 1) reagrupar fuerzas, 2) recuperar la confianza del
chavismo y 3) fortalecer su liderazgo, el cual, ciertamente, se ha ido a menos
en los últimos meses. La única forma de lograr esos 3 objetivos es con un golpe
de estado o con un atentado, del cual, por supuesto, logre salir con vida.
La
oposición venezolana tiene que demostrar que es mucho más inteligente que el
gobierno. Todos queremos salir de Maduro. Pero debemos tener mucho cuidado en
la forma como se sale de él. Maduro es como un enfermo que ha sido desahuciado.
Es como un suicida, que se coloca al borde del precipicio. Si Maduro se lanza
él solo hacia el vacío, es un suicidio. Pero si alguien de la oposición lo
empuja, será un homicidio. La diferencia, por cierto, no es solamente
semántica.
En
mi modesta opinión, Maduro ha escogido el camino del suicidio (político). Al no
tomar las medidas económicas que se requieren y preferir correr la arruga,
pidiendo limosna en el extranjero, y entregándole el país a los chinos y a los
rusos, con tal de obtener prestado, él mismo está cavando su tumba.
Lo
mejor que puede hacer la oposición en los actuales momentos es 1) organizarse
para la transición; 2) capitalizar el descontento y transformarlo en votos; 3)
Impedir que se aparezca otro Carmona y 4) trabajar unida para ganar las
elecciones parlamentarias.
Lo
demás es pensar en pajaritos preñados.
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