Luis Manuel Esculpí enero 2015
La
mayoría de los días de este enero ha estado ausente. Quisiera evadir la crisis
que lo aturde. Pretende huir hacia adelante, aparentando fortaleza ante la
debilidad que lo angustia. Tampoco confía en los números de Schemel, ni en los
análisis de los dos Rangel. Después del extenso peregrinaje sin resultados,
inventó un nuevo escape para Arabia Saudita, con el pretexto de asistir a los
funerales del Rey Abdalá. No nos extrañe que de allí invente otra ruta.
La
realidad está allí, es terrenal, de ella nadie se puede sustraer. Obvio que por
más que lo intente él tampoco. Lo abandonan antiguos colaboradores, a su lado
solo los fanáticos, oportunistas y adulantes aspirando seguir medrando en medio
de la crisis. El apoyo popular continúa menguando, el panorama se le complica
día a día.
Su
tedioso discurso, cada vez es más contradictorio. No se atreve a decidir,
apenas asoma algunos anuncios y espera que otros lo complementen, su equipo se
debate en contradicciones.
No
pueden asumir con resolución y competencia la peor crisis conocida por la
Venezuela contemporánea. Lo hastían las discusiones entre radicales y
moderados, oye a unos y lo convencen y luego los otros lo ponen a dudar. Ha
asumido ambas posturas. La retórica agresiva e insultante contra sus
adversarios es el único denominador común. La invención de "golpes" y
"conspiraciones" carecen de credibilidad, al igual que su gobierno.
Está consciente de no disponer de las habilidades de su antecesor, nunca
imaginó en los tiempos de la Liga que podría alcanzar la posición que hoy
ocupa. Al principio se sintió gratificado y honrado por la designación, no
imaginaba lo que se encontraría. En lo más íntimo de su conciencia deben
existir signos de arrepentimiento. Les obsesiona la conservación del poder por
el poder mismo. Procuran correr la arruga, usar algunos paños tibios hasta las
elecciones parlamentarias donde sueñan con un segundo aire. Confían en su
estrategia de estimular la abstención opositora, y simultáneamente respaldar
presuntas candidaturas "antipolarizantes" fuera de la MUD. Si la
unidad se consolida, hace frente a las tentaciones abstencionistas y
fragmentarias. Como todos esperamos, ese diseño estaría condenado a un fracaso
estrepitoso. Por el contrario las fuerzas alternativas obtendrían una contundente
victoria que significaría mayoría en la próxima Asamblea Nacional, lo que
implicaría un cambio sustancial en el actual cuadro político y abriría un
amplio campo de posibilidades a las fuerzas democráticas. La cúpula gobernante
lo sabe, por eso han elaborado ese planteamiento estratégico, y aumenta su
desesperación y agresividad.
Su
retórica es absurda e incoherente, mientras pretende ignorar la gravedad de la
crisis apela al proveedor divino. Desde nuestro agnosticismo, respetuoso y
comprensivo con la religión, queremos resaltar la dimensión de los agudos
problemas que confrontamos su resolución está plenamente en el área terrenal.
No existirá Proveeduría Celestial que supla la irresponsabilidad e
incompetencia de los actuales gobernantes
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