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martes, 11 de abril de 2017

Un helicóptero tripulado por gente capaz de arrojar bombas por @WillyMcKey


Por Willy McKey


En todo combate son importantes las reservas. Siempre.

En el lenguaje bélico las reservas son importantes porque definen la posibilidad de renovar y prolongar el combate. El asunto es que en todos los conflictos armados son más quienes hablan el lenguaje civil, desarmado y sin uniforme de campaña. Y en esa lengua común tener reservas también significa tener discreción, circunspección, comedimiento.

El lunes 10 de abril de 2017, mientras un grupo de ciudadanos opositores al gobierno de Nicolás Maduro protestaba en las calles, la noticia que recorría los teléfonos decía que desde un helicóptero arrojaban bombas lacrimógenas contra los manifestantes.

Así. Sin reservas.

Durante años, cuando había acciones de calle en Venezuela los helicópteros servían para que algunos fotógrafos registraran el volumen de la gente que participaba en las acciones de calle. Cuando eso empezó a jugar en contra del Poder, los helicópteros pasaron a estar reservados para que los cuerpos de seguridad pudieran vigilar las acciones. Y así fue. Al menos hasta el lunes 10 de abril.

Al parecer en este día no fue suficiente el exceso en la represión que involucraba perdigones y bombas lacrimógenas. No bastaban la cantidad de lesiones y fracturas reportadas como producto del impactos de las latas de gas pimienta arrojadas contra los manifestantes. No bastaba la desmedida represalia que se ha puesto en evidencia en casi todas las pantallas, excepto en las televisoras públicas.

Un helicóptero tripulado por efectivos capaces de arrojar varias bombas lacrimógenas desde la altura de vuelo se convirtió en el punto más álgido del exceso de violencia empleado por las fuerzas públicas contra los manifestantes.


Sin ocultamientos. Sin necesidad de las cadenas de radio y televisión de 2002. Sin reservas.

Se presume que el espacio aéreo es controlado por el gobierno venezolano. Se presume que para cualquier autoridad debe ser muy sencillo averiguar cuál era ese helicóptero, quiénes lo tripulaban, quiénes son los responsables de este exceso. Se presume que un crimen como éste también involucraría a la cadena de mando responsable de la acción.

Sin embargo, el Defensor del Pueblo se limita a enumerar tuits y a bloquear a sus seguidores. El dos punto cero, una vez más, le sirve para condenar la violencia, rechazar las acciones, repudiar los excesos. Verbos pasivos. Apenas se limita a advertir que puede ser peligroso.

No se abre una averiguación. No hay una denuncia. Nada.

¿Qué sucederá de aquí en adelante cada vez que un helicóptero sobrevuele una manifestación?

¿Cómo sacudirse ese ruido y ese miedo?

Una bomba lacrimógena arrojada desde un helicóptero no puede revertirse con estrategias retóricas de un tribunal. Una bomba lacrimógena arrojada desde un helicóptero no es un impasse. Una bomba lacrimógena arrojada desde un helicóptero no puede recular.

Una bomba lacrimógena arrojada desde un helicóptero es un crimen.

Y el Defensor del Pueblo ha reconocido el suceso, pero sólo contribuye con que se prolongue el conflicto.

No detiene nada. No defiende a nadie. Nada.

Karl von Clausewitz explica que un cuerpo de ejército que sólo tiene por objeto prolongar el combate puede permanecer fuera del alcance del fuego, pero siempre sera una reserva táctica, nunca una reserva estratégica.

¿Cuál es la guerra que vivimos? ¿Cómo es que a alguien le resulta oportuna la idea de un helicóptero lanzando bombas contra ciudadanos desarmados? ¿Cuál es la excusa posible para este exceso?

También von Clausewitz explica que la causa política de una guerra influye enormemente en la manera en que esa guerra será dirigida. Es decir: cuando la guerra pertenece a la política, es inevitable que el conflicto adquiera el mismo carácter.

“Si la política es grande y poderosa, igualmente lo será la guerra”, ¿pero qué tipo de elementos aparecen cuando el carácter de la política es mediano, impotente? Pues un helicóptero tripulado por gente capaz de arrojar bombas, empeñados en recrudecer un conflicto, en prolongarlo.

Sin reservas.

10-04-17




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