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lunes, 11 de septiembre de 2017

23 líderes para avanzar por @goyosalazar


Por Gregorio Salazar


Seríamos muy afortunados los venezolanos si surgiera un dato objetivo y estremecedor de la realidad, algo así como el rayo que derribó a San Pablo de su corcel y cambió el curso de su vida de persecutor, que viniera a sacar al pequeño grupo gobernante de las tinieblas en las que se refugia empecinado en permanecer a rompe y raja en el poder.

Y no es que tal señal no la haya. El entorno nacional desborda de muestras elocuentísimas del agotamiento del “proyecto” y de los efectos devastadores de las casi dos décadas de su ejecución, pero todo indica que no bastan para producir de parte de los jefes de la revolución el giro que permitiría ponerle punto final de forma pacífica y democrática a esta debacle.

Vamos posiblemente hacia el cuatrimestre más terrorífico de nuestra historia, pero si alguien venido de fuera pone el oído en el borde del foso con piso de arena movediza donde chapotea agónicamente nuestro pueblo, podrá escuchar la vibrante voz de los atolondrados líderes oficialistas: ¡Venezuela potencia! ¡Venezuela heroica! ¡Chávez vive!

No terminan de aceptar que el poder obtenido perversidad y malas artes no da ni credibilidad ni legitimidad y menos reconocimiento internacional. Así, la “originaria y plenipotenciaria”, mal concebida y mal parida constituyente es sólo un cuerpo que reconfirma la muerte del Estado de Derecho en Venezuela. Únicamente expresa su grosero “júbilo” por ella el gobierno cubano, cuya injerencista presencia en cada guiso no existe para sus tristes marionetas.

En contraste, la Asamblea Nacional declarada en desacato, despojada de sus atribuciones y recursos económicos e incluso parcialmente de su propia sede prevalece como el único poder con legitimidad de origen y de funcionamiento. Lo reconoce el país y el concierto mundial, tal como lo están confirmando esta semana Francia, España, Alemania e Inglaterra.


Pero no cae el rayo deslumbrador que arrastre a la rectificación ni esta gente se muestra dispuesta a bajarse del caballo por las buenas. Los tajos del poder que primero y con toda seguridad perderían hay que disputarlos en unas elecciones regionales que mastican pero no tragan. Aquellas rectoras parlanchinas de cuando la elección de la nefasta constituyente ahora son momias de boca vendada y silencio sepulcral. Vulgares y repugnantes piedras de tranca para el cambio democrático por el que clama el país.

Este fin de semana la oposición escogerá en primarias 19 candidatos a gobernadores, que se unirán a los ya consensuados en Anzoátegui, Nueva Esparta, Carabobo y Vargas. Surgirá entonces la paradoja de contar con los aspirantes sin saber a ciencia cierta cuándo serán las elecciones.

Esos 23 nuevos líderes tendrán todavía que superar la zafra descabezadora de la constituyente espuria. Veremos cómo la llamada comisión contra el odio se desdoblará en una especie de comando de campaña de los candidatos del régimen.

Pero a todo evento los 23 postulados deberán asumir dos misiones fundamentales: exigir con la contundencia del caso la fecha de las elecciones y reunificar y potenciar toda la fuerza de cambio de la Venezuela opositora, más del 80 % del país. Esa no será la batalla definitiva, pero sí la que pueda marcar el rumbo sin reverso para la salida de este trágico laberinto.

Y cuando decimos reunificar, hablamos de convencer a quienes aún no se sienten dispuestos a votar de que esa es una contienda que no se puede rehuir. La dictadura retrocede lanzando zarpazos y no hay que detener un avance que es sinónimo de victoria.

10-09-17




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