Por Javier Antonio Vivas
Santana
Siempre hubo denuncias de que
durante la llamada cuarta república existían familias que comían “Perrarina”,
pero las fotos que supuestamente fueron tomadas en un populoso sector de la
capital de la República, allí donde se ubica la principal maternidad del país,
imágenes que han dado la vuelta al mundo, y en las cuales se ve cómo dos
hombres cortan todos los órganos internos de un perro, para después comer de su
carne, confieso que no solo nos impactaron desde el punto de vista mediático,
sino que nos coloca en el drama de una sociedad, cuya anomia se queda
corta en su semántica para definir la profunda crisis económica y social que
vivimos los venezolanos.
Y todo esto ocurre porque
tenemos un gobierno que hace tiempo dejó de gobernar para sólo
dedicarse al control político sobre la población, es decir, su único interés es
crear mecanismos de tutelaje sobre el pueblo que nos obliguen a rendirnos ante
ellos por cualquiera de sus prácticas inmorales. Así tenemos que si nuestro
hijo necesita un cupo universitario, o si nuestra familia requiere una
vivienda, los cuales son derechos constitucionales, pues si usted no tiene lo que
el madurismo ha denominado como el “carnet de la patria”, su hijo no podrá
estudiar en la universidad, ni jamás su familia podrá acceder a una vivienda de
origen estatal. En otras palabras, el gobierno instala toda una estructura
paralela de Estado, sobre la cual ha denominado a todos esos programas con
el nombre de “misiones”, razón por la cual, quienes terminan siendo
beneficiados de semejantes acciones, deben convertirse en “misioneros”,
eufemismo de una forzada inscripción partidista, con su respectiva
identificación, so pena de ser rechazado para el ejercicio de tales derechos o
compensaciones sociales.
Para qué hablar sobre la
presión que existe casi a diario sobre los empleados públicos. Es tal la
aberración de gerentes, presidentes de organismos, ministros, alcaldes o
gobernadores que dicen a vox populi que quienes no estén
con Maduro, pues que se vayan, o deben ser despedidos. O sea, allí no
existe la inamovilidad laboral, menos que aparezcan funcionarios del
ministerio del trabajo, ni mencionar a la “defensoría” del pueblo, o la
“fiscalía” del ministerio público con competencia laboral. Todo se
mueve conforme sea la doctrina de control político que emana de Miraflores.
Igualmente, el gobierno ha
generado toda una perversa suspensión de medios de comunicación, bien sean
canales de televisión, emisoras de radio, o bloqueo de páginas electrónicas que
según ellos, sean promotores de “odio”. Tales hechos no solo están constreñidos
con la desaparición del medio sancionado, sino que sus directivos, comunicadores
y trabajadores son amenazados con cárcel, sin importar la moral y la ética del
ejercicio político. Verbigracia, si alguien denuncia un asesinato, pero en
tal homicidio está vinculado un individuo con altas responsabilidades
de Estado, o un dirigente político oficialista, basta que el
funcionario de la llamada Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (Conatel) o mejor aún, la “comisión de la verdad” de la
llamada “constituyente”, determinen que se ha generado apología al delito, a
través de lo que ellos llaman “terrorismo mediático”, “guerra psicológica”,
“desestabilización”, o cualquier remoquete o barbaridad en el plano de la
sintaxis y la semántica para actuar ipso factocontra quienes a su vez son
considerados “traidores a la patria”.
Entonces, tenemos un gobierno,
que además emplea el uso de la fuerza militar y policial para
dispersar, e incluso para herir o asesinar manifestantes, (bajo la excusa de
que fueron acciones de funcionarios en “hechos aislados”), quienes han salido a
las calles para protestar por el alto costo de la vida, el colapso de los
servicios públicos, la corrupción administrativa, el tráfico de
influencias, la violación de los derechos constitucionales, o porque
simplemente solicita la renuncia del presidente de la República.
En ese contexto, quienes
tienen el control del poder Ejecutivo, en vez de generar las respuestas que
exige la población en el marco de la Constitución y las leyes, lo que este hace
es todo lo contrario, o sea, salirse de ese marco, al punto de que la mayoría de
los países con más influencia política a escala mundial condena sus prácticas
totalitarias.
Además, el último informe de
la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre derechos
humanos en Venezuela, fustiga y señala cómo se violan de manera
sistemática normas básicas de convivencia ciudadana, como el hecho de tener
presos políticos, o que civiles sean enjuiciados por tribunales militares, o
que lleguemos al extremo de -según cifras emitidas por diversos organismos- en
los últimos años hayan emigrado del país, unos dos millones de venezolanos
por razones políticas, económicas y sociales, todas estas serían razones más
que suficientes para que hace tiempo el actual presidente de la República y su
camarilla hubiesen entregado el poder.
Hay que condenar a una dirigencia
política que no tiene respuestas para enfrentar la magnitud de una crisis
que ha desbordado cualquier racionalidad en términos de políticas públicas,
porque éstas murieron en el plano de las instituciones que son las responsables
de mantener un mínimo de acciones que mitiguen la pobreza y la miseria. Que
mueran niños por desnutrición infantil y quienes vivan lo hagan en
condiciones adversas para su desarrollo, que la mayoría de la población adulta
haya perdido peso por una subalimentación o mala alimentación, que en las
escuelas y liceos el programa de suministro de desayuno, almuerzo y merienda se
haya convertido en entelequia, pero que además en los centros hospitalarios o
de reclusión, las distintas poblaciones internas no reciban las comidas suficientes
en términos calóricos y de cantidades, si tienen la suerte de recibir algo,
aunado con tener que enterarnos de noticias, que por cierto no han sido
desmentidas, en soldados que cruzan nuestras fronteras para robar comida, han
colocado a Venezuela en más que una “africanización”.
En pleno siglo XXI, con los
adelantos tecnológicos existentes, y que nuestro país sea uno de los
mayores exportadores de crudo, esto debe definirse con un nuevo término
que acuñe la degradación moral de una clase política que destruyó todo
un Estado y su conformación institucional. Por ello,
el madurismo es la “bazofiación” de la sociedad. No hay otro nombre
para definir tanta podredumbre y destrucción sobre una nación. Todo,
absolutamente todo ha sido envenenado en su concepción humana. Quienes detentan
el poder sólo ejecutan la bazofia de la política, la bazofia de la corrupción,
porque hicieron de la Constitución y la sociedad una bazofia.
Cuando
el hambre tiene cara de perro, ocurren hechos indignantes como el ver
a dos seres humanos comiéndose un animalito que tal vez, también murió por
hambre o por necesidades veterinarias en el medio de una sociedad descompuesta,
que al parecer sólo le queda la sobrevivencia entre tanta barbarie.
Cuando el hambre tiene cara de
perro, no me extrañaría que llegue el día en que aquella degradante frase que
tanta repulsión puede generar como decir: “anda a comer mierda”, termine siendo
realidad ante la necesidad de comer, porque el hambre tiene cara de perro. A
propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
04-09-17
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