Por Mario
Villegas, 08/09/2017
Columna de Puño
y Letra
Más vale tarde
que nunca, dice la sabiduría popular. Pero cabe la pregunta: ¿Había que esperar
18 años para darse cuenta del exacerbado sectarismo con que ha actuado el
chavismo desde el poder?
Cuando se lee a
Eleazar Díaz Rangel y se escucha a Earle Herrera y a Roy Chaderton hablar del
sectarismo que ha caracterizado algunas actuaciones del oficialismo, lo primero
que puede provocar a cualquiera es decirles: “Tarde piaron, pajaritos”. Y es
comprensible. ¿Van a venir ahora, después de casi cuatro lustros, a darse
cuenta de una práctica tan común en el chavismo que parece -y casi con
seguridad lo es- absolutamente consustancial a su naturaleza como movimiento
político? Tanto es así que dos de estos cándidos descubridores de semejante
obviedad, Herrera y Chaderton, han sido no solo testigos silentes sino practicantes
de esa misma manera de asumir la política y sus relaciones con los demás desde
el pedazo de poder que ambos han podido ejercer en estos años.
En el ámbito de
la política, el sectarismo es una conducta propia de agrupaciones cuyo
liderazgo y militancia se consideran iluminados
y dueños de la verdad absoluta, a la par que menosprecian, segregan y demonizan
a quienes piensan diferente y, en especial, a quienes les adversan. Son
colectividades cerradas que se resisten a ser “contaminadas” por las ideas,
modos y proyectos de los demás. La prepotencia es otro dato característico en
estos especímenes que por lo general buscan imponer a troche y moche su verdad.
¿Estos rasgos no
han estado sistemáticamente presentes en la conducta del chavismo en el
ejercicio del poder? ¿No fue precisamente el fallecido fundador y líder del movimiento
quien advirtió que quien no estuviera con él estaba contra él? ¿No fue él quien
dividió a los venezolanos entre “patriotas” y “apátridas” y dio pie a la
segregación y exclusión de sus adversarios?
Dice Chaderton
que un adversario es el que te quiere vencer y enemigo el que te quiere
destruir. Según su criterio, quien quiera destruir al adversario es un
sectario. Vale la pregunta: ¿Quién prometió y se entregó a la fallida tarea de aplastar
y volver polvo cósmico a sus adversarios?
De modo que el
sectarismo que mis colegas Díaz Rangel y Herrera y el internacionalista
Chaderton descubren ahora en los tiempos de Nicolás Maduro viene desde cuando
los tres avalaban y aplaudían la conducta prepotente de aquella expresión suprema
del sectarismo que se llamó Hugo Chávez Frías.
Por cierto que
el sectarismo chavista no tiene como blanco exclusivo a los opositores e
indiferentes, también opera contra sus propios aliados. Basta escuchar las
quejas de dirigentes de los partidos del Polo Patriótico para darse cuenta del
modo arbitrario y unilateral como se toman las decisiones en el bloque
oficialista. La cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela impone a
rajatabla sus decisiones a los aliados, cuyo liderazgo no solo es excluido de
la toma de decisiones y de las posiciones de gobierno, sino incluso de las
pantallas de Venezolana de Televisión y demás medios públicos. VTV es el canal
de todos los venezolanos, pero solo de aquellos que dirigen y militan en el
PSUV. Curioso que el Partido Comunista, PPT, Redes, MEP, UPV y demás
componentes del Polo Patriótico se calen con resignación semejante sectarismo pesuvista.
En Venezuela el
sectarismo político no es creación del chavismo, ni exclusivo de este, ni
tampoco de los movimientos en el poder. Ya escribía Díaz Rangel sobre el del
trienio gubernamental adeco de los años 40. También los comunistas han tenido
sus marcadas actuaciones sectarias, lo mismo que en sus respectivos momentos de
esplendor lo hicieron los masistas y los causaerristas, quienes sin haber
alcanzado el poder total llegaron a ocupar importantes espacios de poder
social, municipal, regional y nacional. Las tradicionales divisiones y
subdivisiones en la izquierda venezolana siempre tuvieron como trasfondo una
buena dosis de sectarismo y de abiertas o encubiertas apetencias personales o
grupales.
Y qué no decir de
las fuerzas que hoy se oponen al chavismo. También allí se manifiestan
tendencias sectarias, tanto dentro como fuera de la Mesa de la Unidad
Democrática. Importantes decisiones y actuaciones de la coalición opositora han
sido impuestas en su momento por parte de determinados factores, individuales y
grupales, con deliberada exclusión de aliados que terminan siendo discriminados
por la prepotencia de ciertos iluminados e iluminadas.
El sectarismo es
pernicioso en todas sus manifestaciones. Y cuando se trata de su expresión
masiva y fanatizada, absolutamente peligroso para la indispensable convivencia
democrática.
Es legítimo
aspirar a que los venezolanos no sustituyamos un sectarismo por otro.
@mario_villegas
mariovillegas100@gmail.com
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