Por René Núñez, 5/09/2017
Nuestra democracia política está llena de avatares y debilidades que se
originan tanto en el interior de la sociedad como en el Estado mismo. La
desconfianza hacia la política, a las instituciones y a la dirigencia; sin
duda, afecta la democracia, el progreso y desarrollo humano integral.
La gobernabilidad se percibe poco entre los ciudadanos por la crisis
fiscal, la no separación de poderes, la incapacidad administrativa para
satisfacer las necesidades básicas de la población, la corrupción, el desapego a
normas y valores, a la escasa eficiencia y transparencia en la gestión pública.
El Estado sobrecargado de ofertas y demandas que no está en capacidad
de satisfacer en tiempo y forma, ha venido incrementando el nivel de
frustración y agresividad popular. Todo complicado por un gobierno central que
insiste en seguir adelante con un modelo político-económico que ignora,
desatiende y desestimula el mercado y la democracia, en detrimento de las
competencias y la cooperación; dos cualidades inherentes a la naturaleza
humano-social.
Tomando en cuenta los resultados económicos y sociales, como nación
vamos en reversa en materia de reducción de la pobreza. El porcentaje de
familias en situación de indigencia saltó de 23,1% en 2015, a 30,26% en 2016;
en tanto, el de pobreza extrema pasó de 49,9% a 51,51.
Países cerrados al comercio exterior hace 30 años como China y la
India, desde 1981 han sacado a más de 500 millones de personas de la extrema
pobreza y todo por abrirse a los mercados.
El PIB de Venezuela se ha contraído un 5,7% representando la grave
crisis económica que atraviesa el país. Aparecemos en unos rankings en el
mundo, como uno de los más inseguros, con una mortalidad de 70 víctimas por
100.000 habitantes, con menos transparencia en la gestión pública, con mayores
violaciones de derechos humanos y democráticos. En resumen, se ha sufrido un
franco retroceso en todos los indicadores sociales y calidad de vida (Informe
de Desarrollo Humano 2016 de la ONU).
Ahora bien, como sociedad, no hay muestra de una voluntad política
férrea para buscar una salida-país consensuada y corregir los desequilibrios
institucionales, políticos, económicos y sociales que evite una mayor
catástrofe de la que ya se vive. Las generaciones venideras, sino actuamos ya,
nos señalarán a todos como responsables de dejarle un futuro incierto,
reducido, comprometido y desordenado.
Para ello, imprescindible admitir que seguimos formando parte de una
cultura donde la ética, el trabajo, la inversión, los valores y principios
democráticos y humanos, el respeto recíproco, el reconocimiento del mérito y la
excelencia, no dominan el comportamiento ciudadano. A nivel de dirigentes priva
una lucha política orientada fundamentalmente a la conquista de un estatus, del
poder, de prebendas. Mientras la prosperidad, la seguridad y el bienestar sigue
en lista de espera.
@renenunez51 elportachueloderene.blogspot.com (edición 1414).
Los Miércoles de 7 a 8 pm, pueden oírnos y vernos en “3 Visiones, 1
Objetivo País” por News105.3fm (www.news1053fm.com
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