Por Piero Trepiccione
Robert Michels fue
un politólogo alemán, alumno predilecto de otro grande de la ciencia
política universal, Max Weber. Ha pasado a la historia y
frecuentemente se usan sus categorías analíticas para describir y clasificar
los comportamientos de las organizaciones partidistas. Su más célebre
aporte es su definición de la “ley de hierro de la oligarquía” que establece
que “tanto en autocracia como en democracia siempre
gobernará una minoría”, y en esa dirección “toda organización se
vuelve oligárquica”, reforzando su tesis con aquello de que
“el líder siempre buscará incrementar o mantener su poder a
cualquier precio incluso olvidando sus viejos ideales”.
Semejante análisis nos permite
hacer una aproximación teórico-conceptual al fenómeno político que conocemos
como “chavismo” que obtiene el poder político en Venezuela en diciembre de
1998 y lo asume como tal en la toma de posesión de Hugo Chávez en
febrero de 1999.
El chavismo tiene 19 años en
el poder. Su éxito electoral en 1998 se logró gracias a la unificación de
muchos segmentos de partidos de izquierda que habían funcionado de
manera atomizada, en alianza con el descontento generalizado de la población
con los gobiernos anteriores. Amalgamó una base extraordinaria de apoyo
popular que incluyó masivamente a los sectores populares e importantes
franjas de capas medias. Con el paso del tiempo su principal herramienta
electoral, el Psuv, se ha ido convirtiendo en un excelente tema de
análisis para aplicar las categorías de Michels.
Hoy en día, a raíz de los
cambios económicos sufridos por el país en el marco de la reducción de
los precios petroleros en la escena geopolítica mundial, y de otros
elementos que han precipitado movimientos internos en el seno del chavismo, se
ha abierto un proceso de especificación en los grupos partidarios sobre el que
hay que detallar algunas características.
El chavismo se ha vuelto
una minoría organizada, lejos de la amplia mayoría que se
sustentaba con carisma y redistribución petrolera. Los grupos de
poder internos que antes se solapaban con el usufructo de la
renta ahora luchan por mantener espacios de poder mínimos para seguir ejerciendo
influencia.
El ejemplo de desplazamiento
más emblemático de los nuevos tiempos del chavismo es el de Rafael
Ramírez, que de ser el zar del petróleo pasó a ser un proscrito
revolucionario. En esa misma dirección se
aproximan cambios importantes en los próximos días sobre los cuales
hay que estar muy pendientes porque impactarán el futuro
del Gobierno y por ende del país.
Maduro ha tenido que
afianzar su poder interno desplazando y amainando a otros factores que un
momento determinado le disputaban espacios de poder. Ahora mismo estamos
apreciando movimientos militares que están inscritos en esa dirección.
Como vemos, las máximas de
Robert Michels están más vigentes que nunca. El chavismo ha pasado a una etapa
de decantación interna para seguir subsistiendo en el poder. Hay que estar muy
atentos a estos movimientos porque de ellos dependerá el futuro del país
en tanto y cuanto veamos reacomodos de poder en Venezuela.
Leyenda: Maduro en un mitin en
Cabimas durante la campaña electoral. Foto: AVN
31-03-18
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