Por Jolguer Rodríguez Costa
─¿Una revolución científica?
—“La cuarta revolución
industrial” que actualmente vive el mundo, marcada por la convergencia de
tecnologías digitales, físicas y biológicas, que ocurre a gran escala y a toda
velocidad. Mientras tanto, aquí estamos varados en gallineros verticales y
conucos.
—Investigadora de hongos, ¿son
como los de Alicia en el país de las maravillas?
—Alucinógenos, como los que
seguramente comen quienes insisten en que nunca habíamos estado
mejor.
—Si con Chávez “la ciencia vistió harapos”, ahora con Maduro…
—La ciencia sigue en harapos,
solo que más roñosos.
—¿La ciencia del gobierno?
—¿Ciencia en el gobierno? ¿Es
un chiste?
—¿De la MUD?
—La MUD no tiene ciencia.
Parece sobrarle pasión, no siempre coordinada hacia el logro de objetivos.
—¿El cuadro micológico de
Venezuela?
—Peor que nunca, como el
cuadro virológico, el bacteriológico, el hospitalario, el de todo el sector
salud.
—Como la primera individuo de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales y primera mujer presidente, ¿un consejo a las féminas de los poderes?
—Es tarde para consejos. Lo
que han hecho y hacen es una vergüenza para nuestro género. Menos mal que en
otros terrenos hay mujeres que nos reivindican.
—¿Ha perdido el chavismo
química entre las masas?
—No solo la química, también
la física y las matemáticas.
—¿Y la MUD?
—Rompió enlaces cuando se puso
ácida, pero está procurando recomponerlos en medio neutro.
—¿Convalece el IVIC?
—Está en estado catatónico,
esperando el renacer cuando despertemos de la pesadilla.
—De haber seguido Pérez
Jiménez un tiempo más, ¿cómo hubiera dejado al sector?
—Pérez Jiménez no se preocupó
por crear un sector de ciencia y tecnología, y descuidó la educación.
Construyó, sí, un instituto personalizado que no formó recursos humanos
venezolanos ni se ocupó de fomentar estudios científicos en las universidades,
que por lo demás sufrieron los embates de su régimen dictatorial.
—¿El logro de la democracia en
el sector?
—Muchos: la reapertura de una
universidad en democracia, la creación de facultades de ciencias en las
universidades autónomas, el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas, el Conicit,la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho y muchas
otras instituciones.
—¿Un logro oficial?
—Hacer posible la unión,
frágil y circunstancial –pero unidad al fin– de extremos en su contra.
—¿Qué queda de ciencia en el
país?
—Los harapos roñosos aludidos
en la primera pregunta.
—¿Qué tal las células
moleculares de la revolución?
—Células en proceso de
apoptosis: muerte celular programada.
—¿Y las defensas de la
Resistencia?
—El sistema inmunológico se
está reforzando.
—Luego de 1998, ¿fue peor el
remedio que la enfermedad?
—Sin duda, en ciencia y en
todos los sectores del país. No se podía esperar otra cosa de militares y
golpistas. Se han ido destruyendo todas las instituciones para sustituirlas por
parapetos complacientes al régimen.
—¿Fue ñángara en la UCV?
—No, a pesar de ser estudiante
en la que llamaban “la Facultad roja”, a la de ciencias. No me hizo falta
una militancia tal para ser elegida delegada estudiantil al Consejo de la
Facultad en el año final de mi carrera.
—¿El rector inolvidable?
—Aunque no viví la época de
Francisco De Venanzi, él es nuestro rector por antonomasia, por su legado
universal. Hay otros inolvidables, aunque no precisamente por sus logros. Es
mejor no recordarlos.
—¿La receta para llegar a la
adultez sin ser comunista?
—Creo que fue Willy Brandt, el
líder socialdemócrata alemán y canciller, quien dijo que “quien de joven no es
comunista, es que no tiene corazón; quien de viejo es comunista, es que no
tiene cabeza”. ¿Será que mi corazón nació viejo e inmunizado contra esa plaga?
—Venezuela necesita una
inyección de…
—Multivitamínicos como
esperanza, resiliencia, democracia, apertura, tolerancia, libertad, derechos
humanos, educación…
—No necesitamos misiones,
ellas son el equivalente de limosnas para sojuzgar al beneficiario. Necesitamos
libertad, apoyo a proyectos viables, ética del trabajo, actividades conjuntas
del sector científico con los sectores productivos y de innovación, con el
sector educativo, que permitan el desarrollo cabal de los ciudadanos y de la
sociedad.
—¿Qué es de la vida del
satélite Simón Bolívar?
—El régimen lo vende como un
proyecto que ha permitido ampliar la telefonía rural y proyectos de televisión
educativa y médica, ampliar el servicio de Internet en lugares remotos como
Amazonas. Los usuarios no vemos tantas bondades, con una red censurada y de las
más lentas del mundo.
─¿La época dorada de la
ciencia en Venezuela?
—La que está por venir, cuando
el sistema actual sea sustituido por un nuevo gobierno inteligente y sabio,
siempre y cuando tengamos proyectos de envergadura en ciencia, tecnología e
innovación, proyectos educativos que nos inserten en el mundo globalizado
actual y eleven el nivel de vida de los venezolanos que, hoy por hoy, está en el
suelo.
—¿Pierde química el país
cuando sus ciudadanos deciden abandonarlo?
—En química hay reacciones
reversibles. Ojalá el abandono pueda ser revertido, por lo menos en parte, con
el apoyo de las redes globales.
—¿Cuántos científicos se han
ido?
—Muchos más de los que
quisiéramos. De las universidades e institutos de investigación se cuentan por
cientos las deserciones.
—Como directora de Ciencia y
Tecnología de la Gobernación de Miranda, ¿qué puede aportar la
ciencia a la política?
—El 16 de octubre de 2017, al
día siguiente de las elecciones regionales, renuncié a ese cargo. Desde
entonces, los proyectos educativos que desarrollábamos en los liceos del estado
están detenidos. Espero que sean retomados para bien de los mirandinos.
—¿Es un elixir el carnet de la
patria?
—Es un brutal mecanismo de
avasallamiento del ciudadano para convertirlo en esclavo del sistema.
—¿Se rompió la química al romperse el patriarcado en la academia?
—Por el contrario, la química
florece en la comunión entre los géneros. Nada más aburrido que lo monocorde.
—¿Fracasó el feminismo?
—Si por feminismo entendemos
las luchas por nuestros derechos y la igualdad entre los sexos, entonces vamos
bien, aunque todavía haya terreno por conquistar. El día en que no haga falta
celebrar un día internacional de la mujer, ese día habremos alcanzado la
igualdad definitiva.
—¿El presidente más amigo de
la ciencia?
—El presidente de las Empresas
Polar y la presidenta de su fundación, que se han ocupado desde los años
ochenta de exaltar a científicos venezolanos con su Premio Lorenzo Mendoza
Fleury, el más representativo hoy en día de las actividades en el sector.
—¿La referencia latinoamericana del sector ciencia?
—Brasil y Argentina.
—¿El ícono científico
nacional?
—El problema con los íconos es
que no siempre son lo que dicen ser.
—Científicamente hablando, ¿a
qué siglo llevó al país el socialismo del siglo XXI?
—Al siglo XIX o más atrás.
—De existir una máquina del
tiempo…
—Aquí en Venezuela tenemos en
plena acción la máquina reversa del tiempo. Hemos retrocedido a principios del
siglo XX en muchos parámetros de salud y educación, o a la época precolombina
con la agricultura de conucos. Cuando esta tragedia termine habrá que poner la
máquina del tiempo en fase progresiva a marcha forzada, para ponernos al día
con los avances mundiales de la cuarta revolución industrial.
—¿La fórmula contra la crisis?
—No hay fórmula mágica. Cada
una debe ser resuelta con inteligencia y tesón particulares.
—¿Qué tal un científico en
Miraflores?
—Angela Merkel es doctorada
con honores en química cuántica y es un ejemplo de científico que se ha
manejado muy bien en el terreno político. Claro, aquí no estamos en el palacio
de Bellevue. En Miraflores podríamos conformarnos, si los hubiese, con un
presidente, ministros y políticos que no siendo científicos comprendiesen la
indispensable relación del mundo actual entre el desarrollo del país y la
fortaleza de un sector científico, tecnológico y de innovación. Y actuaran en
consecuencia.
—Hace 12 años usted dijo que
Misión Ciencia era un remiendo. Y ahora, ¿una tronera?
—Un agujero negro…
—¿Qué pasaría en Venezuela y
en el sector con seis años más de revolución?
—Venezuela y el sector con
ella quedarían en la ruina, más de lo que ya estamos. Cada día que pase costará
más salir de este foso.
01-04-18
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