Por Antonio Pérez Esclarín
La duda existential de
Hamlet “¿To be or not to be? That is the question” (Ser o no ser, allí
está el problema) se traduce en Venezuela en votar o no votar. Pero sería
inconcebible, lamentable y hasta imperdonable, que teniendo el 80 % de
rechazo, Maduro ganara las elecciones de mayo y recibiera la autorización para
terminar de destruir el país. Si ganara las elecciones, la oposición no sería
derrotada por Maduro, sino que, una vez más, se derrotaría ella misma. ¿Acaso
somos masoquistas? Pareciera que, en todos estos años de correr hacia el
abismo, no hemos aprendido nada de tantas marchas y contramarchas,
contradicciones, incoherencias, vacilaciones y enfrentamientos internos.
Está claro que muchos ponen más empeño en atacar y destruir a los que
piensan distinto dentro de la oposición que en salir de este gobierno que es el
causante de este inconcebible desastre. Como consecuencia, la gente de a pie,
que somos la mayoría en el país, ha perdido la ilusión, la esperanza y no sabe
qué hacer.
Tras el fracaso de los que
buscaron atajos para salir por la fuerza de este gobierno, o de los ingenuos
que pensaban que ante la terrible situación y las gravísimas acusaciones de
corrupción, violación de los derechos humanos e incompetencia,
renunciaría el Presidente, se impuso el discurso de una salida democrática y
electoral. Pero de nuevo se impusieron los demonios de la división que
siembra desconcierto y desesperanza e impide aglutinar el
descontento de la gente con una única propuesta que entusiasme y se traduzca en
fuerza movilizadora y de cambio. Unos dicen que hay que votar, otros dicen que
no, pues primero hay que luchar por condiciones electorales propicias. Pero
pasan los días, y yo no veo clara la estrategia para que se den esas
condiciones, y mucho menos que esté entusiasmando a la mayoría. Por todas
partes se respira pesimismo y dudas. Por ello, mucho me temo que llegue
el día de las elecciones y la mayoría no sepamos qué hacer. Lo que sí está
claro es que, si sigue la duda entre votar o no votar, volverá a ganar Maduro,
es decir, la abstención o mejor, la división y la incapacidad de
enfrentar en un solo bloque los gravísimos problemas. ¿Será que, como dicen
algunos, los líderes de la oposición están también ellos, como los del
Gobierno, muy lejos de los problemas de escasez, inseguridad y hambre que
sufrimos las mayorías y que ya no podemos soportar?
Todavía estamos a tiempo de
lograr un bloque unitario y, en consecuencia, vencedor. Los que acompañan
a Falcón deben sentarse a negociar con los que dicen que no hay que votar, y
presentar una única ruta que nos clarifique qué debemos hacer y nos
devuelva el entusiasmo. Para ello, deben aclararse y aclararnos cuáles son las
condiciones mínimas y posibles para ir a votar. Si no se logran, Falcón y los
que lo acompañan deben retirarse de la contienda electoral especificando con
claridad por qué lo hacen, y cuál es la alternativa a no votar. Si se
logran las condiciones, todos deben hacer un llamado a salir a votar y a
defender los votos que nos devuelva la esperanza y posibilite el cambio
necesario.
Necesitamos un verdadero
liderazgo aglutinador, que contagie su entusiasmo apasionado,
cercano a la gente, que convierta en sinfonía a los solistas.
04-04-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico