Wilfredo Velásquez 04 de diciembre de 2019
Las
mentiras del comunismo se sustentan en las verdades del capitalismo, así mismo
la utopía igualitaria socialista, también es producto de las diferencias
individuales que generan las cualidades emprendedoras de cada ciudadano, que se
fomentan en el marco liberal, que reconoce y valora la disposición de las
personas a procurarse su propia calidad de vida.
Mientras
en las sociedades donde el desarrollo social y económico de las personas está
determinado por sus propias capacidades, la disposición a ser sujeto y objeto
de su vida y a ser ciudadanos con derechos y obligaciones, que devuelvan
recíprocamente los beneficios que reciben de la sociedad, en las otras
sociedades, en las cuales el estado es el dueño de la vida y de los bienes que
corresponden a la ciudadanía, el bienestar individual, sin libertades, depende
de la sumisión al régimen.
En
la situación que vivimos en Venezuela, los logros socialistas en cuestiones
relativas al control social, han resultado sorprendentes por decir lo menos.
Mecanismos
de control social como el abastecimiento, el racionamiento de los alimentos
mediante el CLAP, el manejo del cono monetario y la disponibilidad de efectivo
como forma de acceso a los bienes y servicios, el control y suministro de
medicamentos y la reducción de los niveles de prestación de la asistencia
médica, junto a las dificultades para recibir los beneficios que brinda la
educación, el deterioro intencional y sistemático de servicios, como
electricidad, combustibles y agua potable, han sido utilizados como
herramientas de sojuzgamiento ciudadano.
Lo
han hecho tan eficientemente que la docilidad nos mantiene en un lamentable
estado de postración, del que solo emergemos cuando aparece algún líder
opositor, carismático, ofreciéndonos la redención democrática.
Retomando
el punto inicial, si la democracia ofrece la libertad , el comunismo ofrece el
colectivismo para anular la personalidad y borrar las posibilidades de
desarrollo de los individuos; si la democracia ofrece el crecimiento social a
través del estudio, el trabajo y el emprendimiento, el socialismo convoca al
facilismo y la dádiva del estado como forma de vida, haciendo que trabajo y
salario no tenga importancia porque, independientemente del desempeño social
que tenga la persona, el régimen garantiza, el reparto equitativo de la miseria
igualitaria.
Si
en las democracias, el estado de derecho garantiza la igualdad ante la ley, en
el socialismo la única igualdad garantizada, es la pobreza rasante para el
pueblo y la igualdad obscena de la opulencia y el derroche para las clases
dirigentes.
Ante
cada verdad que las sociedades democráticas, brindan, realmente a los
ciudadanos, el socialismo plantea una bizarra utopía, un paraíso sustentado en
el reparto de los bienes producidos por otros, a quienes no han tenido ni la
disposición al trabajo productivo ni al emprendimiento.
Las
mentiras del socialismo se sustentan en la negación de los valores,
relacionados con la productividad, la responsabilidad y la honestidad, en
contraposición, promocionan los anti- valores que promueven la zanganería y la
mendicidad orgánica del ciudadano, respecto a un estado omnipotente.
Si
evaluamos los avances socialistas, respecto a sus postulados, sobre el trabajo,
o como dirían ellos, la propiedad de los medios de producción, las fuerzas de
trabajo y la producción de plusvalía, tendríamos que afirmar que ya se dio la
transición al socialismo, porque el salario en su real significado ya no
existe, la propiedad sobre los medios de producción, depende de la voluntad
discrecional de cualquier funcionario, la plusvalía tal como la explicara Marx,
prácticamente no existe, puesto que ya no quedan empresas rentables, las
libertades individuales han sido eliminadas, el socialismo ya fue “construido”,
el sometimiento de los individuos al estado ya es un hecho.
Aunque
no han podido con la vocación democrática de los venezolanos, en la práctica
los instrumentos del estado socialista los han venido instaurando bajo la
orientación cubana, el capital chino y las armas rusas.
No
han sido más efectivos porque el pueblo, más allá de su dirigencia (opositora)
ha demostrado un profundo fervor democrático y ha hecho esfuerzos y sacrificios
por recuperar al país devorado por las fauces socialistas.
Wilfredo
Velásquez
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