LLUÍS PELLICER 01 de diciembre de 2019
@lluispellicer
El
máximo responsable de la política exterior de la UE afirma que “hay problemas
de defensa y seguridad que los europeos deberían poder afrontar solos”
Casi 13 años después de dejar la presidencia del
Parlamento Europeo, Josep
Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 72 años) regresa a las
instituciones comunitarias. Y ocupará una posición clave en una Comisión que
quiere marcar su perfil “geoestratégico”. El desde este domingo vicepresidente
del Ejecutivo de Ursula von der Leyen y alto representante para la Política Exterior y Seguridad Común explica
en su primera entrevista a medios internacionales, concedida a EL PAÍS y otros
tres periódicos europeos, que la UE, creada para “mirar hacia dentro” y
solventar sus disputas históricas, debe ahora “mirar hacia fuera” y
“proyectarse hacia el mundo” para afrontar grandes desafíos como el cambio
climático o las migraciones.
Pregunta. ¿Cómo
va a concretarse ese salto?
Respuesta. Abordando
asuntos que deben ser resueltos más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, el
cambio climático. No solo se trata de lo que hacemos nosotros, sino también de
lo que tratamos que hagan los otros. La migración es otro de los grandes retos
geopolíticos que viene de fuera de nuestras fronteras.
P. ¿Y cómo
piensa abordarlo?
R. La migración
puede ser considerada como un problema interior, de control de fronteras e
inmigrantes irregulares. Pero no vamos a tener éxito con una política basada en
decir que aquellos que no tienen derecho a quedarse deben volver a casa de
inmediato. Es más fácil decirlo que hacerlo, porque deben ser aceptados por sus
países. Si no tenemos acuerdos con los países de origen y tránsito, no podremos
devolverlos.
P. La semana
que viene habrá un encuentro entre Francia, Alemania y el Reino Unido con
Turquía en los márgenes de la cumbre de la OTAN. ¿Quién hace la política
exterior europea, el alto representante o las capitales?
R. Se trata de
hacer una política exterior común. Y común no significa única, sino que
coexiste con las políticas nacionales. Puede ser el mínimo común denominador o
algo mayor. Y la idea es tratar de que el término común abarque más y más
aspectos de la política exterior. Y que un día sea tan ampliamente común que
sea única, aunque eso aún está lejos.
P. ¿Va a
presionar para que las decisiones se aprueben por mayoría y no unanimidad?
R. Mi trabajo
sería mucho más fácil si no tuviese que encontrar unanimidad entre los Estados
miembros. Nadie cuestiona que el marco financiero requiera unanimidad. Y es un
tema mucho menos controvertido que la política exterior y de defensa, que está
en el centro de nuestra soberanía. Hemos de ir paso a paso.
P. ¿Qué
posición común de la UE quiere para Rusia?
R. Es una
cuestión muy divisiva. Algunos países son muy reacios a embarcarse en una
normalización de las relaciones con Rusia y a otros les gustaría hacerlo. Las
sanciones están ahí, pero por si solas no constituyen una política. Y puedo
decir lo mismo del caso de Venezuela, al que me gustaría darle un impulso. Pero
se necesita un acuerdo. Hablemos.
P. Von der
Leyen ha afirmado que la defensa colectiva es tarea de la OTAN y no de la UE.
¿Está de acuerdo?
R. Para muchos
de los miembros de la UE, la OTAN es la base de la defensa territorial y no hay
alternativa a corto plazo por razones financieras y operativas. Eso no es
contradictorio con el hecho de que hay muchos problemas relacionados con
defensa y seguridad que los europeos deberían poder afrontar solos. Ahora
estamos lidiando con fenómenos, como los ciberataques, que no se corresponden
con un ataque militar en el sentido clásico de la palabra. Me gustaría acabar
el mandato habiendo marcado un cambio en eso: cómo afrontamos problemas que no
están bajo el paraguas del artículo 5 del tratado de la OTAN.
P. ¿Cómo puede
Trump ayudar u obstaculizar la creación de esa política exterior europea?
R. A la fuerza
ahorcan. Tal vez, gracias al presidente Trump, a Putin, a Erdogan y a otros
líderes, los europeos se verán obligados a reaccionar. Si los Estados Unidos
tienen una posición diferente respecto a su compromiso con Europa, los europeos
tendrán que asumir las consecuencias. Merkel ya dijo que tenemos que tomar el
destino en nuestras manos.
P. Merkel ha
pedido una posición común de Europa sobre China. ¿La entrada de Italia en la
nueva ruta de la seda crea una fractura en ese planteamiento?
R. Muchos otros
países han firmado un memorando con China. No es un asunto solo de Italia.
P. ¿Y eso no
crea división?
R. Es divisivo.
Algunos países tienen una fuerte voluntad de hacer tratos con China y otros son
algo más reticentes. Pero respecto a China hay un fantástico trabajo hecho.
Tenemos una posición común, una comunicación hecha conjuntamente por el
Servicio de Acción Exterior y la Comisión.
P. Una
investigación periodística ha desvelado cables que muestran la represión de
Pekín sobre la minoría uigur. ¿Cuál es el planteamiento para que China respete
los derechos humanos?
R. Esto forma
parte de las conversaciones con las autoridades chinas. La UE ya ha alzado su
voz para expresar su preocupación sobre esa situación que menciona. Y
seguiremos haciéndolo, como lo hacemos con otros países cuando creemos que hay
problemas con los derechos humanos.
P. ¿Teme que
América Latina vuelva a ser un foco de inestabilidad tras las crisis que se han
sucedido en las últimas semanas?
R. América
Latina ha entrado en un periodo de agitación, desde Chile a Venezuela. De forma
inesperada. Tras diez años de relativa salud económica y estabilidad política,
en la sociedad hay una especie de fatiga, tal vez debido a desigualdades que no
han sido solventadas. Y una chispa puede crear un gran problema. Sí, Europa
debe centrarse más en lo que ocurre en América Latina. Y bien, Venezuela puede
ser un foco de inestabilidad geopolítica.
P. En febrero
se creó el grupo de contacto internacional para Venezuela con un plazo de 90
días para favorecer una transición en el país. Ya han pasado 280 días y la
transición no ha llegado. ¿La UE debe repensar su estrategia?
R. Tenemos que
ser más firmes y estar mucho más al frente. Porque las sanciones de Estados
Unidos están golpeando a la gente de Venezuela. Es una crisis humanitaria y
tenemos que abordarla con más firmeza. Hablando con todos, incluyendo a EE UU.
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