JAVIER LAFUENTE 15 de diciembre de 2019
@lafuentejavi
El
presidente de la Asamblea Nacional, reconocido como mandatario interino por 60
países, reflexiona sobre la situación del país tras un año convulso
Hace un año, por estas fechas, Juan Guaidó (La
Guaira, 36 años) era prácticamente un político desconocido incluso en
Venezuela. Sabía, no obstante, que el 5 de enero sería elegido como presidente
de la Asamblea Nacional y aquello desencadenaría una ola de acontecimientos que
pondrían durante meses en jaque al Gobierno de Nicolás Maduro. El dirigente de
Voluntad Popular, el partido fundado por Leopoldo López, se proclamó el 23 de
enero presidente interino de Venezuela y como tal ha sido reconocido por más de
60 países, entre ellos España. Pese a que no se ha cumplido nada del mantra que
repitió hasta la saciedad —cese de la usurpación, gobierno de transición,
elecciones libres— Guaidó se muestra optimista durante la entrevista con
EL PAÍS, más de una hora de charla en su despacho del edificio que ha
convertido en una suerte de sede presidencial. Ha dedicado toda la mañana —y
todo diciembre, explica— a reunirse con distintos sectores para
tratar de ampliar sus apoyos. Cuando termina la conversación, se despide
con una sonrisa y advierte: “Ya verá, va a ser otro año bien interesante, muy
movido”.
Pregunta. ¿Me
puede definir este 2019 en una palabra?
Respuesta. Lucha,
insurgencia pudiéramos decir. Veníamos de un 2018 inexistente e insurgió un
movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura.
P. Mucha gente
siente que también ha sido un fracaso.
R. Frustración
no es lo mismo que resignación.
P. Digo
fracaso, no frustración.
R. Bueno, pero
es que, ¿cuál es la medida? ¿cuál es la variable? Si es que Maduro
está en Miraflores, es una variable absurda para entrar a analizar 2019,
cuando veníamos de unas expectativas de menos diez. Si esa es la variable, no
solamente sería injusto para mí, sino para la sociedad venezolana, que ha
resistido los embates, que mantuvo una movilización, una visibilización de la
crisis, que tuvo una ratificación con el informe de la delegación de derechos
humanos de Michelle Bachelet.
P. Usted
siempre ha repetido que el camino era el cese de la usurpación, un gobierno de
transición y elecciones libres. Ese cese de la usurpación no se ha dado.
R. Pero todo el
mundo dice que hay una usurpación en Venezuela. [Maduro] Ejerce su función como
dictador, no como presidente electo. Hay terror, hay violaciones de derechos
humanos, ecocidio a través del uso y abuso de los recursos del Estado. En 2018
no había expectativas, la palabra no era insurreción, era ilusión. Todo el
mundo decía: “Ojalá…”.
P. Pero esa
ilusión, ese ojalá, aún se mantiene.
R. No, es
distinto. Ahora es cuándo o cómo. La diferencia pareciera sutil, pero es muy
distinto. El cuándo implica qué estoy buscando y el cómo, que estoy buscando
las herramientas para lograrlo.
P. ¿Qué puede
hacer después de un año de muchas promesas y pocos resultados?
R. De nuevo, si
medimos el resultado en que Maduro está en la silla de Miraflores ejerciendo
como dictador, es injusto. La
esperanza del cambio se mantiene. Hoy ya es mi quinto día de reuniones con
sectores empresariales, magisteriales, enfermeras, estudiantes universitarios.
Es decir, no solo vamos a articular el sector político, vamos a articular todo
el país, hace un año no teníamos esa oportunidad. Maduro está en Miraflores y
yo estoy libre a pesar de que soy una cantidad de cosas inmencionables. Si la
variable es que Maduro sigue en Miraflores, ni discutamos, no hay ni siquiera
debate.
P. ¿En qué se
ha equivocado?
R. Probablemente
subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura. Creo que faltó el
factor fuerza armada. No ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no
solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno
de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una
salida negociada, como en el caso de la mediación de Noruega. Intentamos atraer
una transición con factores de poder, en el caso de las Fuerzas Armadas, el 30
de abril, que más allá del hecho fue insuficiente para lograr generar la
transición. Hoy vivimos una dictadura que escala niveles indescifrables. Todos
los indicadores son de guerra. En Venezuela no hubo bombas, pero se escucha el
llanto.
P. Este
análisis tan duro lo han repetido en 2014, en 2017. ¿Pensó realmente que tenía
menos poder del que realmente tiene?
R. ¿Hablando de
Maduro?
P. Sí.
R. Pensamos que
podrían haberlo abandonado más rápido. El quebrantamiento de la coalición
dominante no ha sido tampoco menor: la fiscal Luisa Ortega, Rafael Ramírez,
Hugo Carvajal, Cristopher Figuera, los militares de la Carlota... Seis mil
hombres desertaron de la fuerza armada y lo que hicieron hace unos días fue formalizar
que se fueron. El resquebrajamiento de la coalición dominante ha sido mucho más
lento de lo que quisiéramos, el reto es ver cómo generamos la presión
suficiente para la transición a la democracia en Venezuela. Hay que alinear
todas las variables simultáneamente: la presión social, el forzar
definiciones, extender los puentes con los que pudieran dar un paso y extender
alternativas, incluso al dictador.
P. ¿Qué parte
de lo hecho este año es consciente de que ya no le vale?
R. Hay que
analizar los mensajes hacia la Fuerza Armada, hay que mejorarlos, no es que no
valgan, sino que hay que buscar alternativas. Hay
un escenario donde Maduro decida inmolarse en el poder, a pesar de que su
entorno quisiera dar un paso a la transición. Ese escenario es bien complejo
porque nos colocaría ante una resistencia que nadie quiere. Los únicos que se
están preparando para esto, por cierto, son ellos cuando le entreguen el fusil
a la supuesta milicia.
P. La milicia
está concebida para una respuesta militar. Usted ha repetido que todas las
opciones están sobre la mesa. ¿Descarta la intervención militar, cree que tiene
algún sentido?
R. Yo creo que
no. Yo no veo una intervención militar formal. Yo creo que hay otra página
distinta. Tenemos la posibilidad de elegir un nuevo CNE [Consejo Nacional
Electoral], que abriera las puertas a unas elecciones realmente libres. Existió
la iniciativa de proponer un consejo de Estado para que se diera la transición…
Poner en la mesa la opción de una intervención, que es el símil de una guerra
no creo que sea positivo, ni es factible. Lo que tenemos que buscar son
herramientas para desplazar a la dictadura.
P. A nadie le
ha sorprendido que el chavismo haya jugado al desgaste. Pero tampoco parece
sorprender que la oposición se haya vuelto a resquebrajar. ¿Por qué han vuelto
a caer en los mismos errores?
R. Creo que es
dura la apreciación de que se resquebraja la unidad. Se mantiene la mayoría del
Parlamento a pesar de que 31 diputados están fuera, 1 preso y 30 en el
exilio. La
dictadura ha buscado sistemáticamente destruirnos, no solo moralmente,
sino físicamente. Hay otro espectro de la oposición, no voy a hacer referencia
de si son mayoritarios o minoriatarios, que están ahora en una supuesta mesa de
diálogo. Y luego está el espectro de María Corina Machado, importantísima, con
una muy buena voz a nivel internacional, que opta más por una opción de fuerza.
El reto va a ser cómo alineamos todos estos grupos.
P. Sí, da la
impresión de que el desgaste de la oposición es mayor que el del chavismo. ¿Por
qué sigue habiendo esa lucha de poder dentro de la oposición?
R. Es que debo
diferir ahí, porque incluso numéricamente, a nivel de opinión pública el
chavismo está en su peor momento en los últimos 20 años y no así la oposición.
P. Se lo
pregunto de otra manera, ¿qué le ha defraudado de la oposición?
R. Déjeme ver…
Se lo voy a poner de otra manera. ¿Qué me gustaría más? Un mejor esquema
comunicacional, una narrativa y una justificación histórica más clara de cara
al futuro. Los necesitamos a todos, con los que tenemos hoy no fue suficiente.
Incluso necesitamos un sector del chavismo. Quiero más unidad. La percepción de
división puede generar daños.
P. Usted fue
reconocido como presidente interino por más de 60 países. Ahora mismo, la situación
en algunos países de América Latina que son aliados, como Colombia o Chile, es
convulsa; Macri, ya no están en el poder en Argentina. ¿Cómo siente el apoyo de
la comunidad internacional?
R. Lo primero
es que hay un gran resentimiento con la dictadura de Maduro por financiar
grupos y células violentas en algunos países. La preocupación por Venezuela es
mayor.
P. La
preocupación puede ser mayor, pero la atención es indudablemente menor.
R. Creo que es
un escenario mucho más adverso para él. Lo que sucedió en Bolivia, por ejemplo,
no estaba en las cuentas de probablemente muchos; Uruguay, con Lacalle Pou; El
Salvador, Guatemala, con la llegada del presidente Giammattei…
P. Pero está
Argentina, que ha
recibido a un ministro [Jorge Rodríguez] en su toma de posesión;
México, que no lo ha reconocido como presidente; en la Asamblea de Naciones
Unidas quien habló en nombre de Venezuela fue Delcy Rodríguez. Esta semana, el
canciller Jorge Arreaza se ha reunido con el secretario de Estado de España.
¿Qué le dice todo eso?
R. Vamos a lo
práctico. Ellos necesitan de dinero y no van a recibirlo de ninguno de esos
países que acaba de nombrar. Ellos necesitan esas fotos, pero el hecho es que
no fue Maduro, fueron emisarios. Está solo y desesperado, está buscando alguna
foto así sea con un ministro.
P. Eso mismo se
le puede aplicar a usted. Si ellos tienen más visibilidad, ustedes menos.
R. Visto desde
esa lógica, es cierto. Ahora, lo cierto es que este país está en dictadura, que
todo mi círculo cercano está preso, en el exilio, torturado. Nosotros no
tenemos la capacidad que tiene la dictadura de manejar los medios públicos,
Telesur, invertir en propaganda… Nosotros hemos logrado que se hable de esto en
el mundo.
P. ¿De qué les
sirve tanto poder virtual?
R. Hay en
elementos concretos. Hoy tengo la capacidad de movilización y articulación de
los sectores de las fuerzas vivas, de la comunidad internacional, de buscar
presión diplomática, de que no se permita que se trafique con oro venezolano
para que financien el Estado. Es un elemento fáctico la posibilidad de
construir a futuro una cooperación de muchos factores para atender la
emergencia de manera inmediata, son factores que no teníamos hace un año y son
elementos fácticos.
P. ¿Qué
posibilidades hay de que a partir del 5 de enero no siga siendo presidente de
la Asamblea Nacional?
R. Bueno, hay
una posibilidad. Creo que es muy, muy escasa.
P. No ha habido
cese de la usurpación. No ha habido gobierno de transición. ¿Es hora de pensar
en elecciones libres?
R. Lo estamos
pensando desde el 5 de enero de este año.
P. Me refiero
sin que se cumplan las otras dos variables.
R. Para que
sean elecciones libres tiene que haber un árbitro independiente, poder elegir
nuestros candidatos, no la dictadura a través de la inhabilitación o la
persecución.
P. ¿Estudia la
posibilidad de unas elecciones sin que se cumplan las otras dos variables?
R. Hay que
tener unas elecciones libres. Sin un nuevo CNE no existe una elección libre. El
gran dilema es: ¿Es posible poder tener la reinstitucionalización y la garantía
de una elección presidencial con Maduro en Miraflores? Eso es un debate en
curso.
P. ¿Y usted qué
opina?
R. Hoy creo que
no. Eso puede cambiar a partir del 5 de enero, con un CNE electo por el
Parlamento, un Parlamento en plenas funciones. Hoy con Maduro ahí no habría
elecciones libres realmente
P. Pero si
cambiase del CNE...
R. En el
terreno de las suposiciones y la especulación, si tenemos un nuevo CNE, todos
los candidatos habilitados, los partidos legalizados, un TSJ imparcial, bueno,
eso ya es una transición de por sí.
P. ¿Está
avocada Venezuela a un pacto entre las élites políticas?
R. ¿En torno a
una solución?
P. Sí.
R. Todos
queremos una solución real que ponga fin al conflicto, que genere y regrese la
normalidad del país, que genere dignidad, que sean los venezolanos quienes
puedan expresarse y decir nuestro futuro. Necesitamos una solución sea como sea
en Venezuela. Antes, queríamos cambio y lo demostramos en 2015. Hoy lo
necesitamos, es un tema de subsistencia, un tema de supervivencia para el
venezolano. Yo creo que el país estaría feliz de cualquier solución, sea como
sea, con responsabilidad por supuesto.
P. ¿Por qué
precipitaron la ofensiva del 30 de abril?
R. Más bien nos
tardamos, fue el momento en que tuve la capacidad de mover la Fuerza Armada.
Nosotros no estamos pidiendo que se rebele la Fuerza Armada o que, digamos, se
subleve; por el contrario, que se pongan las de acuerdo para que busquemos una
elección presidencial libre. En ese momento logramos el respaldo de un grupo
importante. Algunos se echaron atrás.
P. ¿De qué
sirvió?
R. Lo único que
lamento es que no tengamos más hoy para volver a intentar una transición
democrática que dé gobernabilidad.
P. Le insisto,
más de siete meses después, ¿de qué cree que sirvió?
R. De que
hablemos de esto hoy, que el mundo sepa que hay un descontento en las Fuerzas
Armadas, de que no son monolíticas, de que el director de inteligencia del
mismo Maduro está en contra de él. También de que no es suficiente, de que hay
que buscar un mayor respaldo para poder producir la transición.
P. Hay quien
cree que solo sirvió para lograr la liberación de Leopoldo López.
R. Bueno, eso
es una reducción al absurdo.
P. ¿Cómo es su
relación con Leopoldo López?
R. Muy
buena, muy
constructiva en muchos aspectos, en la consciencia de que hoy soy el
presidente encargado de Venezuela, el presidente del Parlamento y él el
coordinador nacional del partido que fundamos hace ya 10 años.
P. Él también
es su padre político, quien le puso donde está. ¿Cuánto influye en usted?
R. Estamos en
una situación inédita y quiero procurar gobernabilidad y estabilidad. Mal
pudiera yo subyugarme a una persona, dos o tres. Consulto no solamente a
Leopoldo, sino a muchos otros líderes de la oposición, a aliados importantes en
el mundo.
P. ¿Fue un
error cómo se gestionó el intento de ingreso de ayuda humanitaria el 23 de
febrero?
R. Fue un error
de comunicación, porque la intención era un gesto importante y todavía
necesario. Se erró en comunicar esa percepción de que se perdió algo. No podría
ser un error buscar ayuda para la gente.
P. ¿Y de
gestión? Se terminó quemando un camión del lado opositor, no se ha vuelto a
saber nada del dinero recaudado durante el concierto que organizó Richard
Branson.
R. Se demostró
la vocación totalitaria del régimen y que no están interesados en ayudar sino
en controlar.
P. Con los
meses trascendieron unas fotos suyas del momento en que cruzó la frontera, con
paramilitares colombianos. ¿Cómo explica esas fotos?
R. Muy sencillo. Está
cerrada la frontera colombovenezolana, está tomada no solamente por
paramilitares, sino por guerrillas, ELN, fuerzas de la FARC. Muchos de los
venezolanos tienen que pasar por trochas. Que quieran utilizar eso para
vincularme con una cosa u otra, es un absoluto absurdo.
P. Usted cruza
la frontera con Colombia, donde sabe que hay paramilitares, donde sabe que
ocurre todo lo que dice y le ayuda un tipo que está armado. ¿No le pareció
extraño?
R. Lo extraño
es que tuve que haber salido por ahí, yo tuve que haber salido por el
aeropuerto, pero estoy perseguido.
P. Usted se
apoyó en esa gente para poder cruzar.
R. Evidentemente,
no.
P. ¿No le
ayudaron?
P. No.
P. Cuesta creer
que sabiendo cómo está la trocha, se encuentra con un tipo armado, se hace una
foto con él y diga que no colaboró, que no le ayudó a pasar. ¿Se equivocó?
R. Es que a
ver, de nuevo, si yo le dijera hoy: “Vamos a cruzar a Colombia. Vámonos a San
Antonio y cruzamos el puente Simón Bolívar” y a ti te está persiguiendo el
Ejército, los colectivos, la Guardia nacional y todo el aparato represivo del
Estado, mira, cualquier poblador en San Antonio, cualquiera, en Ureña, en San
Cristóbal, te dice: “No, tranquilo, vente, pasamos por ahí”.
P. ¿Qué pensó
cuando se destaparon los recientes casos de corrupción de diputados de la
oposición?
R. Mucha
tristeza, hemos luchado durante años contra cualquier forma de corrupción. Lo
interesante es, y lo celebro, el
rechazo inmediato de la sociedad y también en general de la oposición.
P. ¿Qué
expectativas tiene de Josep Borrel como jefe de la diplomacia de la Unión
Europea?
R. Muchísimas.
En general, de Europa esperamos firmeza con respecto a la crisis de Venezuela.
También de España, que tradicionalmente ha liderado todo lo que tiene que ver
Europa respecto a Iberoamérica.
P. En una
entrevista a este diario, Borrell dijo que las sanciones de Estados Unidos
están golpeando a la gente de Venezuela.
R. Al final del
día, cuando nosotros hablamos de más sanciones nos referencimos a herramientas
específicas de presión. Maduro no va a tener una epifanía mañana y se va a dar
cuenta: “Mira, destruimos Venezuela. Vamos a abrir la compuerta al cambio y a
la solución”. ¿Qué espero específicamente? Bueno, que logremos las presiones
necesarias para aproximar una solución al conflicto que vive Venezuela.
Llamémosle como les queramos llamar. En este caso, pareciera que una de las
presiones que pudieron funcionar son las sanciones. Si encontramos otras,
bienvenidas sean.
P. ¿No ha
pecado de ser un esprínter dentro de un maratón?
R. Yo no hago
maratón, pero troto eventualmente. Los maratonistas, una vez pasado el
kilómetro 30 llaman a esa fase la muralla o la pared, donde te empiezas a
cuestionar: “¿Para qué corrí?” Yo creo que estamos en esa fase en Venezuela.
P. ¿En qué
kilómetro?
R. En la última
fase. Yo creo que ya hemos corrido mucho.
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