David Alandete 02 de diciembre de 2019
@alandete
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos ha
renunciado formalmente al uso de la fuerza para deponer al régimen de
Nicolás Maduro en Venezuela, menos de un año después de que la propia
Casa Blanca amenazara en repetidas ocasiones con una intervención armada para
afianzar al presidente interino Juan Guaidó en el poder. Según ha dicho este
lunes Mike Pompeo en un importante discurso sobre América Latina, cualquier
política estadounidense con respecto al resto del continente requiere de
«contención».
«Hemos visto a quienes han propuesto destituir al
régimen por medios violentos, y nosotros hemos mantenido que todas las
opciones están sobre la mesa para ayudar al pueblo de Venezuela a
recuperar su democracia y prosperidad», dijo Pompeo en un discurso televisado
desde la universidad de Louisville en Kentucky. «Hemos aprendido en nuestra
historia que el uso de la fuerza militar implica riesgos importantes», añadió
el secretario de Estado.
En el mismo discurso, Pompeo ha acusado a Cuba y
Venezuela de injerencias en los sistemas políticos del resto
del continente, levantando sospechas sobre la motivación extranjera de las
recientes protestas en Ecuador, Chile y Colombia. «En la Administración Trump
continuaremos apoyando a los países que intentan evitar que Cuba y Venezuela
secuestran esas protestas y trabajaremos con los (gobiernos) legítimos para
evitar que esas protestas se conviertan en disturbios y violencia que no
reflejan la voluntad democrática del pueblo», dijo Pompeo.
Este es el primer discurso de Pompeo sobre política
estadounidense de cara a Venezuela desde
la salida del consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John
Bolton, en septiembre. Bolton fue el principal proponente de la fuerza
armada, y en mayo llegó a reunirse en el Pentágono con el propio Pompeo y el
entonces secretario de Defensa, Patrick Shanahan, para, según dijo su equipo
«considerar opciones de intervención armada en Venezuela».
Bolton fue despedido -él mantiene que dimitió- tras
una dura guerra interna con Pompeo. Este último defendió una política
menos agresiva hacia adversarios de EE.UU. como el régimen de Maduro,
la dictadura cubana, Irán o Corea del Norte. Una de las varias razones por las
que Trump perdió la confianza en Bolton fue un pronunciamiento fallido de la
oposición venezolana el 30 de abril, tras el cual la Casa Blanca renunció a las
advertencias de uso de la fuerza armada.
Ahora, Pompeo ha admitido que incluso aquellas
amenazas -Trump dijo en varias ocasiones que «todas las opciones están sobre la
mesa»- eran más retóricas que otra cosa. Según el jefe de la
diplomacia norteamericana, la prioridad de Trump son las sanciones, que son
«realistas, apoyadas por el gran poder disuasorio de EE.UU.». En un cambio
radical de la política de la Casa Blanca hacia Venezuela, Pompeo ha dicho en su
discurso que «el final de Maduro llegará, pero no sabemos cuándo».
Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump se ha
abstenido de implicar a EE.UU. en más misiones militares y ha ordenado
el repliegue de las fuerzas armadas norteamericanas tanto de Afganistán como de
Irak y Siria. Sólo en el caso de Venezuela su gabinete habló más o menos
abiertamente de uso de la fuerza, algo que hoy queda formalmente descartado.
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