San Josemaría 20 de junio de 2020
@sJosemaria
Dice
el Señor: “Un mandato nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. En esto
conocerán que sois mis discípulos”. –Y San Pablo: “Llevad unos la carga de los
otros, y así cumpliréis la ley de Cristo”. –Yo no te digo nada. (Camino, 385)
Si
mirásemos a nuestro alrededor, encontraríamos quizá razones para pensar que la
caridad es una virtud ilusoria. Pero, considerando las cosas con sentido
sobrenatural, descubrirás también la raíz de esa esterilidad: la ausencia de un
trato intenso y continuo, de tú a Tú, con Nuestro Señor Jesucristo; y el
desconocimiento de la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es
precisamente la caridad.
Recogiendo
unos consejos del Apóstol -llevad los unos las cargas de los otros y así
cumpliréis la ley de Cristo- añade un Padre de la Iglesia: amando a Cristo
soportaremos fácilmente la debilidad de los demás, también de aquél a quien no
amamos todavía, porque no tiene obras buenas.
Por
ahí se encarama el camino que nos hace crecer en la caridad. Si imaginásemos
que antes hemos de ejercitarnos en actividades humanitarias, en labores
asistenciales, excluyendo el amor del Señor, nos equivocaríamos. No descuidemos
a Cristo a causa de la preocupación por el prójimo enfermo, ya que debemos amar
al enfermo a causa de Cristo.
Mirad
constantemente a Jesús que, sin dejar de ser Dios, se humilló tomando forma de
siervo, para poder servirnos, porque sólo en esa misma dirección se abren los
afanes que merecen la pena. El amor busca la unión, identificarse con la
persona amada: y, al unirnos a Cristo, nos atraerá el ansia de secundar su vida
de entrega, de amor inmensurable, de sacrificio hasta la muerte. Cristo nos
sitúa ante el dilema definitivo: o consumir la propia existencia de una forma
egoísta y solitaria, o dedicarse con todas las fuerzas a una tarea de servicio.
(Amigos de Dios, 236)
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