Por Marco Negrón
En la tarde del pasado
lunes 8 de los corrientes los fuertes vientos que soplaron sobre Caracas
derribaron varios árboles. Esa misma tarde circularon por tuiter algunos videos
elogiando a uno de sus alcaldes municipales que, mientras esperaba la llegada
de las brigadas de Defensa Civil, ayudado por algunos vecinos o funcionarios de
la Alcaldía se esforzaba por retirar uno de esos árboles que estaba bloqueando
una avenida.
Esa imagen ilustra no
sólo la precariedad de nuestros gobiernos locales, sino además la poca claridad
que tienen los ciudadanos y las mismas autoridades acerca de las
responsabilidades que corresponden a los gobernantes municipales: el gesto, sin
duda, sería encomiable si se tratara de un ciudadano común, pero a esas horas
lo que correspondía a la máxima autoridad local era estar en una sala
situacional monitoreando lo que ocurría en todo su municipio, particularmente
en las áreas más vulnerables.
Se alegará por supuesto
que las alcaldías, incluidas las de la capital, que se cuentan entre las más
ricas (¿o menos pobres?) del país, no son ajenas al extremo descalabro al que
ha conducido a esta nación la letal combinación de incompetencia y corrupción
que sus promotores han dado en llamar Socialismo del siglo XXI.
Pero, como diría
Cantinflas, ahí está el detalle: alcaldes y concejales de la oposición (los
oficialistas recibieron línea hace tiempo a través de Aristóbulo: su tarea es
desbaratarlas), a quienes debemos suponer que nadie obligó a postularse a tales
cargos, no podían ignorar que estaban recibiendo instituciones fuertemente
vapuleadas, acosadas por el régimen y azotadas por una voraz hiperinflación que
hace vano cualquier presupuesto convencionalmente formulado.
En semejantes
circunstancias pareciera evidente que no cabría otra estrategia que, apelando a
la creatividad y apoyándose en las TIC, conformar una extensa red de alianzas
que integrara al gobierno local (Alcaldía + Concejo) con los ciudadanos y las
empresas localizadas en el municipio, la cual, estructurada correctamente y con
las debidas precauciones y controles, posibilitaría la movilización organizada
de la ciudadanía por sus derechos y permitiría sustituir, por ejemplo, a una
sala situacional convencional.
Es de temer sin embargo
que, como enseña la experiencia, ni nuestros gobernantes locales ni los
aspirantes a serlo estén cultural y psíquicamente preparados para ensayar vías
no rutinarias. A partir de 2013, por ejemplo, las fuerzas agrupadas en la
unidad democrática conocieron avances espectaculares en el Área Metropolitana
de Caracas: para las elecciones municipales de aquel año la MUD impulsó una
iniciativa dirigida a la formulación de unos lineamientos básicos de gestión
para el AMC compartidos por sus candidatos a las alcaldías Metropolitana y
municipales.
Esto se expresó en el
documento “Nuestro compromiso por Caracas” refrendado por todos ellos,
repitiendo las victorias en la Metropolitana, Baruta, Chacao y El Hatillo y
conquistando la de Sucre; el oficialismo repitió en Libertador pero con una
mayoría muy disminuida; así mismo, la oposición se hizo con 8 de los 13
concejales metropolitanos y 39 de los 50 concejales municipales. La tendencia
hacia el futuro parecieron señalarla las elecciones parlamentarias de 2015: si
en las presidenciales de 2012 el oficialismo ganó en 14 de las 22 parroquias
del Municipio Libertador, en las citadas parlamentarias apenas si logró retener
4 con mayorías muy disminuidas.
Esas victorias, sin embargo,
se disolvieron en el aire: el “Compromiso por Caracas” quedó en un trozo de
papel; pese a los esfuerzos de la Metropolitana, las alcaldías municipales
siguieron actuando como mundos separados sin que fuera posible incorporarlas en
una red medianamente articulada.
La reacción del
oficialismo fue la ya conocida, al “estilo Jalisco”, con el ilegal arresto del
Alcalde Metropolitano y rematando con la arbitraria liquidación de la Alcaldía
en 2017 sin que hubiera la más mínima reacción de los que, apenas cuatro años
antes, habían firmado aquel “Compromiso”. Se entiende por qué ahora se
considera una proeza que un Alcalde aparte un árbol caído en la vía.
23-06-20
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