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miércoles, 24 de junio de 2020

Pobres alcaldías por @marconegron



Por Marco Negrón


En la tarde del pasado lunes 8 de los corrientes los fuertes vientos que soplaron sobre Caracas derribaron varios árboles. Esa misma tarde circularon por tuiter algunos videos elogiando a uno de sus alcaldes municipales que, mientras esperaba la llegada de las brigadas de Defensa Civil, ayudado por algunos vecinos o funcionarios de la Alcaldía se esforzaba por retirar uno de esos árboles que estaba bloqueando una avenida.

Esa imagen ilustra no sólo la precariedad de nuestros gobiernos locales, sino además la poca claridad que tienen los ciudadanos y las mismas autoridades acerca de las responsabilidades que corresponden a los gobernantes municipales: el gesto, sin duda, sería encomiable si se tratara de un ciudadano común, pero a esas horas lo que correspondía a la máxima autoridad local era estar en una sala situacional monitoreando lo que ocurría en todo su municipio, particularmente en las áreas más vulnerables.

Se alegará por supuesto que las alcaldías, incluidas las de la capital, que se cuentan entre las más ricas (¿o menos pobres?) del país, no son ajenas al extremo descalabro al que ha conducido a esta nación la letal combinación de incompetencia y corrupción que sus promotores han dado en llamar Socialismo del siglo XXI.

Pero, como diría Cantinflas, ahí está el detalle: alcaldes y concejales de la oposición (los oficialistas recibieron línea hace tiempo a través de Aristóbulo: su tarea es desbaratarlas), a quienes debemos suponer que nadie obligó a postularse a tales cargos, no podían ignorar que estaban recibiendo instituciones fuertemente vapuleadas, acosadas por el régimen y azotadas por una voraz hiperinflación que hace vano cualquier presupuesto convencionalmente formulado.

En semejantes circunstancias pareciera evidente que no cabría otra estrategia que, apelando a la creatividad y apoyándose en las TIC, conformar una extensa red de alianzas que integrara al gobierno local (Alcaldía + Concejo) con los ciudadanos y las empresas localizadas en el municipio, la cual, estructurada correctamente y con las debidas precauciones y controles, posibilitaría la movilización organizada de la ciudadanía por sus derechos y permitiría sustituir, por ejemplo, a una sala situacional convencional.


Es de temer sin embargo que, como enseña la experiencia, ni nuestros gobernantes locales ni los aspirantes a serlo estén cultural y psíquicamente preparados para ensayar vías no rutinarias. A partir de 2013, por ejemplo, las fuerzas agrupadas en la unidad democrática conocieron avances espectaculares en el Área Metropolitana de Caracas: para las elecciones municipales de aquel año la MUD impulsó una iniciativa dirigida a la formulación de unos lineamientos básicos de gestión para el AMC compartidos por sus candidatos a las alcaldías Metropolitana y municipales.

Esto se expresó en el documento “Nuestro compromiso por Caracas” refrendado por todos ellos, repitiendo las victorias en la Metropolitana, Baruta, Chacao y El Hatillo y conquistando la de Sucre; el oficialismo repitió en Libertador pero con una mayoría muy disminuida; así mismo, la oposición se hizo con 8 de los 13 concejales metropolitanos y 39 de los 50 concejales municipales. La tendencia hacia el futuro parecieron señalarla las elecciones parlamentarias de 2015: si en las presidenciales de 2012 el oficialismo ganó en 14 de las 22 parroquias del Municipio Libertador, en las citadas parlamentarias apenas si logró retener 4 con mayorías muy disminuidas.

Esas victorias, sin embargo, se disolvieron en el aire: el “Compromiso por Caracas” quedó en un trozo de papel; pese a los esfuerzos de la Metropolitana, las alcaldías municipales siguieron actuando como mundos separados sin que fuera posible incorporarlas en una red medianamente articulada.

La reacción del oficialismo fue la ya conocida, al “estilo Jalisco”, con el ilegal arresto del Alcalde Metropolitano y rematando con la arbitraria liquidación de la Alcaldía en 2017 sin que hubiera la más mínima reacción de los que, apenas cuatro años antes, habían firmado aquel “Compromiso”. Se entiende por qué ahora se considera una proeza que un Alcalde aparte un árbol caído en la vía.

23-06-20




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