Por Simón García
Ninguna política tiene éxito
sin lucha. Su avance requiere tres requisitos de fondo: no ser una burbuja que
se aísle de la sociedad; expresar una visión de país a mediano plazo y ser una
opción ética. Rasgo alternativo importante porque en el club de los jefes de la
destrucción no se permite el ingreso de la decencia.
Cuando aumentan las
calamidades sociales y la gente tiene que inventar su sobrevivencia 24×24, es
imperdonable que en el territorio opositor cunda la cerrazón a opciones
distintas a la que cada parte defiende y el demencial deporte de batear para la
acera oficialista a todo el que piense distinto. No se sabe si por ser distinto
o por pensar. Son consecuencias de la falta de logros y del desasosiego que
impone alargar los tiempos para lo que se veía a vuelta de la esquina.
Entre los dispuestos a
luchar el debate siempre parece el mismo: cómo construir una relación de
fuerzas a favor del cambio de régimen y el retorno a la democracia. Pero las
respuestas son distintas: una que desconoce a Maduro, crea una presidencia
interina paralela y propone salidas por la fuerza.
Otra, que negocia con el
gobierno elecciones más competitivas, libertad de presos políticos y combate a
la pandemia o soluciones parciales a la crisis de servicios. Al margen de
tamaños y resultados, ningún factor opositor debe ser excluido.
Logros y errores hay en una
y otra. Los saldos son insatisfactorios. La realidad exige abrir un nuevo juego
y reunir a partidos y organizaciones sociales en torno a no repetir los
fracasos que hemos tenido. Hoy estamos más cerca de ser otra Cuba, que hace un
año.
Discutir en torno a votar o
no votar, es dividirnos. Las primeras etiquetas ya circulan, cómplices de un
fraude versus cipayos del Departamento de Estado. Un debate sin sentido,
mientras no se redefina la estrategia, se formule una política transicional y se
demuestre atención real al sufrimiento de la gente.
Hay cinco nuevos elementos
sobre los cuales reflexionar: 1. El gobierno no dará condiciones que
contribuyan a su derrota. 2. El objetivo gubernamental es pasar de una
hegemonía autoritaria a un semi-totalitarismo, apoderándose de todos los
espacios públicos. 3. Se agotó la estrategia insurreccional y del poder dual.
4. Surgimiento de un centro, más cívico que político, con actores sociales e
institucionales no partidistas. 5. Los EEUU acentúan su presión y mantienen
negociar un gobierno de transición formado entre el gobierno y la oposición.
Sin ánimo de ultimátum.
Desde el centro político y
social, aunado a dirigentes de los partidos, se puede conseguir remadores para:
1) Darle cuerpo a una estrategia pacífica para unir y avanzar. 2) Contribuir a
aplicar una política transicional en escenarios como el sindical-empresarial,
3) Activar una dirección con actores sociales que puedan actuar con autonomía,
complementar la labor de los partidos y reforzar la acción unitaria. 4) Darle
contenido a la desesperación de una población cercada por el hambre, la crisis
de los servicios públicos, la pandemia y la hegemonía gubernamental. 5) Abrir
un debate para explorar la posibilidad de participar en la elección parlamentaria.
6) Favorecer el encuentro entre dirigentes políticos, cívicos y Gobernadores,
Alcaldes, Diputados, dirigentes empresariales, gremiales, obreros e
instituciones como la Iglesia, las Universidades, las Academias. 7) Ayudar a
mejorar la percepción de la comunidad internacional sobre la situación del país
28-06-20
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