Juan Guerrero 11 de junio de 2020
@camilodeasis
En
Venezuela hemos entrado en la noche más oscura del social-comunismo. Ese
espacio está marcado por la realidad de las estadísticas sobre una población
reducida a 26-27 millones de habitantes, mientras apenas hace 10 años superábamos
los 33 millones. Una diáspora, migración, exilio que ya ronda los 6 millones de
personas. Cerca de 9,6 millones se encuentra en alto riesgo de padecer hambre.
El 88% de la población se encuentra en situación de pobreza.
La
desnutrición infantil para el cierre de 2019, ya supera el 16%. La desnutrición
infantil aguda/severa, aumentó en un 100%. Según la oficina de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Agrícola y Alimentario, FAO, cerca de 6,8 millones de
venezolanos pasan hambre. El venezolano ha disminuido su peso corporal, en
promedio, entre 14-16 kilos.Imposible, entonces, no alarmarnos y advertir que
en semejantes condiciones la mortandad por el virus chino sería catastrófico.
Ya la Academia de Ciencias y de Medicina, además de la Federación de Médicos lo
han indicado: en pocas semanas entraremos a la fase exponencial de contagio. El
índice está en 1,45 (se considera controlado cuando es -1). Oficialmente hay
100 nuevos casos por día, registrados. Las pocas pruebas se realizan,
centralizadas, en el Instituto Nacional de Higiene, en Caracas y se envían con
10-15 días de retraso.
Son
cifras ofrecidas por especialistas, en infectología, como el Dr. Julio Castro,
o en seguridad alimentaria y gestión de catástrofes, como la profesora Susana
Raffalli, o por organismos nacionales e internacionales, como Cáritas,
Fundación BENGOA, ACNUR, entre otras agencias e instituciones de reconocida
solvencia profesional.
Además,
es público, notorio y comunicacional la absoluta paralización de la actividad
productiva venezolana, donde sus principales industrias, como la petrolera
PDVSA, está técnicamente quebrada, así como el parque industrial de empresas
básicas: Siderúrgica del Orinoco, (acero); Ferrominera Orinoco, (hierro);
Venezolana del Aluminio, (aluminio); Interalúmina, (alúmina), entre otras
empresas absolutamente paralizadas o funcionando “simbólicamente”.Así también
la industria privada nacional, con sus parques industriales expropiados,
saqueados o trabajando a mínima capacidad.
Habría
que mencionar acá el total y absoluto deterioro/abandono de los sistemas
sociosanitarios (centros ambulatorios, hospitales y centros médicos primarios y
especializados); educativo (robo de equipos de alta tecnología, saqueo de
estructura, mobiliario y quema de áreas académicas). Mención aparte merecen los
servicios públicos: agua potable, electricidad, gas doméstico, combustibles
(gasoil, gasolina), telefonía/internet; todos en total abandono, sin agencias
para prestar servicio al usuario o laborando medianamente.
A
todo esto tenemos que sumar la ausencia de un Estado de Derecho que proteja al
ciudadano, la permanente persecución contra la disidencia política y los
partidos opositores, a más de la censura, clausura y secuestro de los medios de
comunicación, dueños, periodistas y articulistas.
La
realidad, entonces, como ya hemos afirmado en otras notas, es que este
venezolano residente en un espacio geográfico invadido por fuerzas militares y
paramilitares extranjeras y sometido a la diaria tortura física y
psicológica(como he señalado) no puede, sola, asumir su protagonismo histórico
que le lleve a liberarse del régimen totalitario de izquierda radical, llamado
socialismo del siglo XXI.
Una
vez más lo indicamos, coincidiendo con líderes políticos y gran parte de la
población: es necesario la intervención de fuerzas militares combinadas
internacionales para detener la Catástrofe Humanitaria Compleja que sigue
aumentando y, como ya lo indicamos, presenta en estos momentos una población
disminuida, desnutrida, enferma e incapacitada para hacerle frente a fuerzas
invasoras (militares y paramilitares), profesionales, con armamento de guerra,
entrenadas en escenarios de guerra asimétrica de 3-4ta., generación, tanto en
confrontación tradicional como en terrorismo, inteligencia y
contrainteligencia, y con un apoyo propagandístico globalista, que es notorio y
evidente.
La
agenda política nacional parece centrada más hacia una salida electoral (que
teóricamente es lo deseable), mientras descuida lo fundamental: salvar vidas.
No desprecio ni me opondría a una salida político-electoral, que sería lo
deseable y “civilizadamente” conveniente. Pero las circunstancias y la
terrorífica realidad nos están gritando, con muertos, heridos, desaparecidos,
presos y torturados de por medio, que es inevitable la confrontación bélica
para salvar, tanto a esas vidas inocentes como la recuperación de extensas
zonas del territorio (sur del lago de Maracaibo, Alto Apure, sur de Guayana,
como áreas urbanas, Valles del Tuy, Porlamar-Pampatar, Petare, 23 de enero,
entre otros), controladas por bandas y megabandas del crimen organizado y
grupos paramilitares y del terrorismo internacional. Esto no se va a lograr, ni
con actos de buena fe, ni con declaraciones, ni con elecciones.
La
intervención de fuerzas militares regulares internacionales (o en su defecto
por decisión unilateral de la potencia occidental más poderosa, Estados Unidos
de Norteamérica), supondrá, guste o no, el enfrentamiento, solapadamente, con
países que dan soporte real al régimen totalitario venezolano, Rusia, China,
Irán, Siria, Cuba y Turquía. De allí lo políticamente delicado de la situación,
además de la circunstancia momentánea que se vive con relación al virus chino y
sus complicaciones.
En
todo caso, dejar que continúe el régimen venezolano es permitir la agonía de la
población venezolana, mientras el social-comunismo internacional, con sus
progres, antifas y demás neo fascistas/nazistas, van ocupando los países
latinoamericanos, fortaleciendo sus alianzas y controlando poblaciones.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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