Por Fernando Pereira
Los países donde se
reportan casos de violencia en casa, maltrato y abuso infantil también reportan
un aumento durante el período de cuarentena. Las razones ya las hemos expuesto:
aumento del tiempo de interacción en un ambiente de factores de estrés y riesgo
por la situación económica y social de miles de familias.
Exponer esta realidad
trae como consecuencia inmediata que hombres y mujeres comiencen
a banalizar el impacto de las agresiones a las que son sometidos los
niños y niñas, argumentando se trata de episodios naturales en su desarrollo y
que para nada les afecta.
La psicóloga española
Alejandra Alonso destaca que por años se ha considerado al maltrato
infantil como un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos de salud
mental. Sin embargo, los hallazgos de un estudio que se enfocó en los recuerdos
de una persona sobre el abuso y la negligencia indican que estos podrían tener
una influencia más grande de lo que se pensaba.
Maltrato y desarrollo
de trastornos mentales
Alonso enfatiza en que
este es el primer estudio en investigar ampliamente la contribución de
experiencias subjetivas (recuerdos) y objetivas (registros oficiales de
tribunales) de maltrato en el desarrollo de trastornos mentales. Hasta ahora,
no se sabía si lo que se relacionaba con el desarrollo de síntomas
psiquiátricos era la experiencia personal de maltrato o el registro objetivo
del mismo.
El estudio fue
realizado por las investigadoras Danese y Widom en base a datos de 1,196 niños
en el Reino Unido y Estados Unidos. Del total de participantes, 908 personas
fueron identificadas como víctimas de maltrato infantil o negligencia por
registros oficiales entre 1967 y 1971. También se incluyeron 667 personas con
características demográficas similares pero sin dichos registros de abuso o
negligencia.
Se realizó un
seguimiento de los participantes 20 años después. Se les evaluó para examinar
si existían problemas psiquiátricos. Además, se les pidió que proveyeran su
propio reporte de si habían sufrido abuso o negligencia en la infancia. En el
seguimiento se mantuvieron los 1,196 participantes.
Se examinó una variedad
de trastornos mentales como trastorno por estrés postraumático, trastorno
de personalidad antisocial, abuso y/o dependencia de alcohol y abuso y/o
dependencia de drogas.
¿Cuáles fueron los
resultados?
Se observó que aquellos
sujetos identificados como víctimas de maltrato infantil por informes oficiales
judiciales, pero que no recordaban la experiencia, no tenían mayor riesgo de
presentar trastornos mentales que aquellos sin experiencias subjetivas u
objetivas de abuso y negligencia.
Alonso subraya que las
personas que sí recordaban la experiencia y habían sido identificadas como
víctimas de maltrato infantil, tenían un riesgo 35% mayor de presentar
trastornos emocionales en la adultez (como depresión y ansiedad). El hallazgo
se mantenía incluso entre diferentes tipos de maltrato y psicopatología,
géneros y razas.
El nivel de riesgo era
similar para aquellos que habían sufrido maltrato infantil pero no tenían
evidencia de la corte (29%).
Los tiempos que vivimos
entrañan en sí mismos riesgos importantes para la salud mental. En nuestro
país, ese riesgo está maximizado por las limitaciones y carencias en el acceso
a la alimentación y servicios públicos básicos. El estudio antes citado
evidencia que la violencia y el dolor pueden quedar tatuada en la vida de los
niños. Por eso, en esta cuarentena, tenemos que retomar el lema de una campaña
contra la violencia infantil: Ni golpes que duelan ni palabras que hieran.
11-06-20
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