Por Luisa Pernalete
El autor que nos
inspira hoy, Ryszard Kapuściński, reúne en el libro Encuentro con el otro una
serie de ensayos y conferencias sobre el tema de “el Otro”. Nos recuerda que en
la historia de la humanidad se desprenden tres alternativas para relacionarnos
con ese Otro. Nos dice que en sus numerosos viajes tuvo esa revelación de que
el mundo alberga a otros seres, que uno no está solo. ¿Cómo se ha comportado el
hombre frente al otro? El hombre puede elegir aislarse, la guerra o entablar un
diálogo. Depende de su cultura, de la época en que la ha tocado vivir, elige
una opción u otra. No siempre se siente seguro en sus decisiones.
Nos dice que hay tres
opciones: una primera es aislarse. Mejor encerrarse, blindarse. Por indiferencia
o por seguridad. Esta opción dará como resultados construcciones que obedecen a
la voluntad de atrincheramiento, tales como la Gran Muralla China, o las torres
y puertas de Babilonia, o las murallas de piedra de los incas. (p.13). No
creamos que esa opción es sólo del pasado. Recordemos que el presidente de
Estados Unidos está obsesionado con su muro al sur del país. Y estoy recordando
también, de la primera vez que fui a la Alta Guajira, que los hermanos wayuus
me explicaron que en esa zona de la península ellos vivían aislados unos de
otros porque eran pastores, había muy poco pasto para las ovejas, necesitaban
mucho terreno para poder mantenerlas. Hablo de la década de los años 90.
La otra opción que se
desprende de la historia es la agresión, el ataque al Otro. “Resulta difícil
justificar la guerra. Opino que la pierden todos porque pone de manifiesto el
fracaso del ser humano al revelar su incapacidad de entenderse con los Otros,
de meterse en su piel y porque pone en tela de juicio su bondad y su
inteligencia. Cuando el encuentro con los Otros tiene como desenlace la guerra,
acaba en tragedia, en un baño de sangre (p.15)”, nos dice el periodista que
cubrió conflictos bélicos. Yo añado: cuando hay guerras entre tribus o entre
países, solo ganan los vendedores de armas y pierden todos los ciudadanos.
Siempre hay víctimas de lado y lado y con muchas secuelas colaterales. ¿Quién
está ganando en Siria? La mejor guerra es la que no estalla.
Por fortuna, nos dice
Kapuściński, también aparecen en la historia pruebas de una tercera opción en
esa relación con los Otros: la cooperación. Y nos describe algunos: “Se trata
de vestigios de mercados, de puertos marítimos y fluviales; de lugares donde se
levantaban ágoras y santuarios, donde todavía hoy son visibles los restos de
algunas universidades y academias antiguas…”. También menciona como muestra de
esta opción que supone diálogo, cooperación, rutas comerciales. Hoy, añado yo,
también podríamos hablar de acuerdos entre países para cooperar frente a tragedias
naturales, investigaciones científicas para enfrentar problemas sociales,
enfermedades, campañas a favor de los derechos humanos, ayudas humanitarias,
medidas para albergar refugiados -no migrantes que viajen por gusto, sino esas
personas que se van de su país forzados por la situación-, acuerdos para
favorecer la resolución pacífica de conflictos…
Por supuesto que una
columna breve como esta no da para transferir la riqueza de los ensayos de
Kapuściński, pero al menos nos permite recordar que el diálogo, la cooperación,
ha sido opción a lo largo de toda la historia de la humanidad, y hoy esta
pandemia nos hace pensar en la necesidad del Otro. Claro, para llegar a ese
Otro, con mayúscula se requiere de una disposición, del deseo de comprender al
Otro, de una valoración del Otro. Tener la convicción de que no hay culturas
superiores ni inferiores sino diferentes.
Las opciones que hemos
visto en lo macro, se reproducen en lo micro. En la escuela, en la comunidad.
Hay vecinos que suben sus paredes, deciden no tener contacto con el de al lado,
viven aislados. Hay vecinos que se pasan insultando al otro, amenazan, se
imponen amedrentando al otro, la gente no los respeta, les tiene miedo. Y,
afortunadamente, los hay también que extienden su mano para ayudar a los demás,
para resolver pequeñas necesidades: una taza de azúcar, un destornillador, un
libro para que el pequeño consulte una tarea escolar, una colita para el
dispensario en una emergencia.
Hoy, en plena
cuarentena, nos preguntamos, ¿cuál es la opción más adecuada? ¿cuál es la más
inteligente? Tanto los que se aíslan, creyéndose superiores, como los que
agreden, creyéndose con poder para atacar, necesitan de los otros para salir
airosos de esta emergencia humanitaria compleja que afecta al país, así como para
defendernos del virus poderoso que mata. La mano extendida para ayudar o para
pedir ayuda es la única opción inteligente y humana. El diálogo, la
cooperación, la solidaridad.
Me alegra saber que
muchos venezolanos han elegido la tercera opción para salir adelante. Hay
montones de evidencias, unas más grandes, otras pequeñitas, pero que te
reconcilian con el país y con la humanidad.
Usted decide cuál es la
suya. Y para ayudarle, piense en las personas que valora, las que admira, a las
que tiene algo que agradecer… adivinó: todos son de los que han elegido
cooperar, dialogar, ayudar.
26-06-20
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