Fabiana Ortega y Oswaldo Avendaño 06 de septiembre
de 2020
@Fabianaortegatv y @Os0790
Fundimusicol
funge de puente entre los músicos migrantes venezolanos y la sociedad
colombiana.
Analexis no es madre aún pero sabe lo que es cuidar
muy bien de aquello que le es esencial. De sus 23 años de vida, al menos 15 se
los ha dedicado a tocar y cuidar a su violín. Ese instrumento musical es su
compañero y también su fuente de ingresos.
En noviembre de 2019 ella decidió emigrar a Colombia
en búsqueda de mejores oportunidades económicas y con el anhelo de un
crecimiento profesional. Su meta es convertirse en “la mejor violinista del
mundo” y apoyar también a quienes desean serlo. Oriunda del estado Barinas,
decidió tomar un bus hasta Cúcuta. Allí abordó un avión con destino a Bogotá,
Colombia.
En la capital colombiana, cuando apenas iniciaba su
proceso migratorio, fue víctima de estafa y extorsión. «Yo tocaba sola en la
plaza Santander. Un día un muchacho robó una bicicleta y me hicieron pasar como
la ladrona a mí porque estaba ahí presente. Me agarró la policía. Me quitaron
el violín y luego, no sé cómo, consiguieron mi número. Recibí llamadas para
para amenazarme, que me iban a matar si no pagaba el millón de pesos que me
estaban pidiendo», recuerda.
Mientras Analexis resolvía cómo recuperarlo, también
lidiaba con la preocupación de los trámites para radicarse. Los primeros meses
en Colombia fueron turbulentos. Sentía frustración al pensar que salió de
Venezuela buscando mejores condiciones de vida y fue víctima de la delincuencia
en otro país.
Para ella lo importante era recuperar su violín.
Aquello era más que un simple robo.
«El violín y la música lo son todo para mí. Sin eso no
soy Analexis». No le habían robado un instrumento. Le habían arrebatado sus
recuerdos; su trayectoria como docente musical dentro de El Sistema; su soporte
económico para comenzar una nueva vida. Le habían arrancado, como cuenta, un
pedazo de su corazón, que ya venía fracturado al separarse de su familia cuando
se convirtió en migrante.
Un compromiso con la música
«Me reuní con abogados y ellos me decían que diera
todo por perdido y que me fuera de la ciudad. Quizá me hubiese podido hacer la
loca y no pagar el millón de pesos, pero iba a quedarme sin violín. Y quedarme
sin violín nunca fue una opción para mí. Es como que una madre abandone a su
hijo que ama. Sencillamente no puede».
La tormenta por la que atravesaba amainó cuando pagó
250 dólares por el rescate de su violín. El dinero que recaudó lo hizo gracias
al apoyo que le dieron algunos amigos.
Analexis Cancines es licenciada en Artes. Comenzó su
experiencia en el mundo de la música a los 8 años. Ahora forma parte de la
diáspora venezolana radicada en Colombia. Escogió este país porque sabía que en
esa nación se desarrollaba el proyecto de la Fundación para la
Integración Musical de Colombia (Fundimusicol). Consideraba que era la
mejor oportunidad para cumplir con los objetivos de mejorar su calidad de vida
y perfeccionarse con el violín.
“Salí en búsqueda de seguir haciendo música, pues en
Venezuela sólo me dedicaba a educar. Ya conocía los pasos que estaba realizando
Fundimusicol y decidí querer ser parte de ello”.
Una fundación para músicos migrantes
La muerte del maestro José Antonio Abreu, el 24 de marzo de
2018, impulsó a un grupo de músicos venezolanos en Bogotá a reunirse en la
plaza de Usaquén para coordinar un homenaje póstumo al economista, activista,
educador y también político venezolano.
Casi dos meses después de ese homenaje, once maestros
musicales decidieron coordinar un “movimiento migratorio musical” que preparó
el terreno para la primera Orquesta Binacional Colombo-Venezolana.
Luego, en septiembre de 2019, formalizaron el proyecto
ante la Cámara de Comercio de Bogotá. Fundimusicol nació con el objetivo de
centrar su actividad organizacional en el desarrollo humano. Apuestan por el
desarrollo profesional de sus integrantes por lo que tratan de impulsar y
coordinar prácticas entre orquestas colombianas y músicos venezolanos.
La sensibilización artística y la difusión de la
música son los pilares estructurales de las actividades de esta organización,
que busca el rescate pedagógico, cultural y ocupacional de los ciudadanos
colombianos y venezolanos.
“No es que no querramos replicar el Sistema Nacional
de Orquestas, porque El Sistema ya se replica en más de 100
países. Pero sí queremos ajustarnos a la condición geográfica y administrativa
de Colombia. Lo que estamos haciendo es una integración de los dos países con
el modelo del sistema. Solo falta apoyo. No es lo mismo estar en Venezuela
donde un Estado financia el 100% de este sistema y es mucho más fácil”, dice el
director Ejecutivo de Fundimusicol, Álvaro Carrillo, un colombo-venezolano
egresado del Conservatorio de música Simón Bolívar de Venezuela.
Según datos de Migración Colombia, para el año 2019 habían
radicados en el país neogranadino cerca de 1.771.237 venezolanos. La cifra
representa un incremento del 50% respecto al año anterior.
Una de las tareas de Fundimusicol es fungir de puente
entre los músicos migrantes venezolanos y la sociedad colombiana. Con sus
programas educativos promueven el desarrollo musical, con especial énfasis en
la población migrante que trata de establecerse, como lo hizo Analexis
Cancines.
Actualmente Fundimusicol promueve el Coro Sinfónico y
la Orquesta Sinfónica de la Juventud. Entre ambas albergan alrededor de
200 músicos, un 60% venezolanos, 20% colombianos retornados y 20% colombianos
residentes.
La fundación agrupa a diferentes organizaciones
musicales que han nacido en Colombia como resultado de los aportes culturales
de la diáspora venezolana en ese país.
Además, ha servido de apoyo para los músicos venezolanos
que han necesitado algún tipo de contención durante la pandemia del
coronavirus.
El aplauso es ahora en las calles
Las calles de Colombia perdieron sus acostumbrados
sonidos cuando el presidente Iván Duque decretó la cuarentena obligatoria para
evitar la propagación del coronavirus. La paralización de actividades
tradicionales afectó las dinámicas de todos los habitantes en esa nación. Como
la pandemia del coronavirus congeló la agenda de presentaciones
culturales, obligó a los músicos a compartir su talento musical a
través de plataformas digitales y a buscar el aplauso en las
calles.
“Muchos de los músicos venezolanos tenían trabajos
informales, pero eran trabajos no de tanto riesgo como estar en la calle.
Muchos tocaban en restaurantes, centros comerciales, daban clases en institutos
y academias o impartían clases particulares. Había otro grupo que sí tocaba en
el Transmilenio (transporte público). Ahora con la pandemia, cerca del 40% sale
a las calles para buscar algún tipo de ingreso”, explica Carrillo.
Dos meses después de haberse decretado la cuarentena
obligatoria en Colombia, nació Son Parrandero, una agrupación
integrada por músicos venezolanos profesionales que buscan alegrar el corazón
de los ciudadanos, que cumplen con el distanciamiento social en sus hogares, a
través de la parranda costeña Venezolana en Bogotá.
“En Colombia no están acostumbrados al estilo de
parranda costeña venezolana. Así que ese es nuestro estilo, lo que nos
diferencia. Buscamos distraer un poco a las personas que se encuentran en
cuarentena, manteniendo el protocolo de seguridad, llevamos música a la casa.
El slogan de nosotros es música hacia la ventana. Lo que hacemos es compartir
parte de nuestra cultura musical a las personas que están encerradas en sus
casas y ellos nos colaboran con lo que puedan”, explica Miguel Salazar, uno de
los integrantes del grupo.
Los músicos de Son Parrandero forman parte de
Fundimusicol. Cada uno de sus integrantes, ahora con la pandemia del
Covid-19, se han reinventado y organizado para mantenerse haciendo lo que mejor
conocen: música.
“A través de Fundimusicol, hemos sido beneficiados con
alguno de sus programas sociales de ayuda. Ellos tienen prácticamente censados
a los músicos venezolanos en Colombia”, asevera Salazar.
La autogestión de Fundimusicol
El director Ejecutivo de Fundimusicol explica que aún
no cuentan con el reconocimiento ni el financiamiento del gobierno de Iván
Duque, aunque asegura han tenido unos primeros acercamientos.
“No tenemos ayuda ni apoyo actualmente. Creo que se
debe a la emergencia sanitaria porque las prioridades son otras. Lo poco que
hemos conseguido ha sido básicamente a través de donaciones, no a nivel
monetario sino más bien de alimentación, ropa, atriles para ensayar”, afirma.
Para lograr el desarrollo humano de sus integrantes y
gracias a los donativos recibidos, Fundimusicol ha organizado jornadas de
atención en asesoría legal y apoyo logístico a migrantes venezolanos, ayudas
alimentarias y apoyo sanitario. Estas iniciativas diferencian a Fundimusicol de
otras organizaciones musicales fundadas por venezolanos en otras partes del
mundo, como Latin
Vox Machine en Argentina y La
Fundación Música para la Integración en Chile, cuyos ejes principales son
la educación y la ejecución artística.
“Estas actividades se han logrado a través de enlaces
con embajadas, fundaciones, y organizaciones como la Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), Cruz Roja, Embajada de Austria, Fundación Colombia
cuida a Colombia. Hemos beneficiado a 500 músicos con
alimentos y más o menos a 300 en dos jornadas de salud”.
Oportunidades musicales
Uno de los primeros países en replicar el modelo
pedagógico de El Sistema fue Colombia con la creación, en
1991, de la Fundación Nacional Batuta. Aunque tiempo después, lograron
configurar un modelo propio.
Solo ocho venezolanos pertenecen a las dos orquestas
que existen en Colombia: la Sinfónica de Bogotá y la Sinfónica de Colombia.
Esta cifra demuestra que es muy baja la inserción laboral de los músicos
venezolanos en la nación neogranadina.
“La mayoría de estos músicos que culminan sus estudios
no tienen oportunidades. En vez de hacer algo acá salen a hacer maestrías y muy
pocos regresan. Entonces ¿qué estamos haciendo nosotros? Conformar otra
orquesta, otra plataforma, para que los músicos puedan hacer sus actividades”,
comenta Álvaro Carrillo.
También precisa que buscan emular un modelo
sustentable de funcionamiento a través de clases de música en Bogotá y en la
zona fronteriza. Esta iniciativa sería igual a la experiencia de los maestros musicales venezolanos que resuenan en Chile.
“Tenemos propuestas de proyectos para niños, para
hacer núcleos de música en infraestructuras educativas. La idea es que nosotros
podamos conseguir estos espacios con la alcaldía donde podamos estar en las
tardes ofreciendo clases de música a la población. Al contratar a los músicos
migrantes se les va dar una mayor estabilidad económica, legal , social y
laboral. Estos músicos ya no van a estar en las calles sino van a estar
trabajando.”
Son numerosos los proyectos musicales en el mundo que
buscan emular el modelo social y musical que creó el Sistema Nacional de
Orquestas y Coros de Venezuela, fundado en 1975 por José Antonio Abreu.
Fundimusicol es una organización que da muestra de
cómo el modelo de educación musical venezolano se ha incorporado de a poco en
la sociedad colombiana, sin competir con sus modelos propios. Al ser una
fundación sin fines de lucro, su labor principal se ha centrado en desarrollar
el talento de los músicos migrantes venezolanos que tratan de establecerse en
suelo neogranadino.
Fundimusicol continúa siendo el acopio musical de
muchos venezolanos en Colombia. Y desde ese espacio de contención, Analexis
sigue dando pasos para convertirse en «la mejor violinista del mundo». Mientras
tanto, con las vibraciones musicales que crea con su violín, envía un mensaje:
«No importa qué tan mal esté todo, siempre hay una salida a tu favor».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico