Por Miguel Méndez Rodulfo, 08/02/2013
La eterna discusión de lo que corresponde a la
esfera pública y lo que es de la esfera privada, pareciera no acabar nunca,
sobre todo si se coloca desde el plano del favorecimiento a las mayorías versus
el privilegio de unos pocos. Visto así, en principio, cuesta mucho no tomar
partido a favor de la culminación de privilegios indebidos. Esto sobre todo tuvo
razón en la época en que la aristocracia detentaba el poder del Estado, pero
hoy en día la situación es exactamente al revés: una mayoría detenta el poder
por la vía democrática y una minoría es controlada por los gobiernos de los
países. Los ricos de hoy no son la aristocracia de ayer fundada su fortuna en
la posesión de tierras. Los que hoy poseen grandes bienes de capital, en
general son emprendedores del mundo industrial, financiero, comercial o de la
tecnología, aunque claro los nuevos ricos rusos, como los boliburgueses
venezolanos, han amasado fortunas inmensas al amparo de negociados corruptos
con los gobiernos, de manera que hay que distinguir entre quienes crean riqueza
y los que se las roban.
Ahora, la historia reciente del mundo nos ha
revelado con meridiana claridad que estos emprendedores, por listos y creativos
que son, porque pueden contratar a los mejores cerebros para buscar los
resquicios legales y sacar provecho indebido a sus capacidades, deben ser
cuidadosamente regulados por el Estado para evitar que lesionen a los más
débiles como a la sociedad misma tal como aconteció con Enron, con Lehman
Brothers, con Madoff, etc., estafas todas que en su conjunto contribuyeron a la
crisis financiera que 5 años después aún azota al mundo. Sin embargo la
respuesta de los países ha sido imponer leyes más severas que minimicen las
corruptelas del sector financiero. Increíblemente hoy el gobierno británico que
tiene a la “City” londinense como la joya de la corona, acaba de anunciar que
se propone desmantelar aquellos grandes bancos cuya posibilidad de quiebra
pueda ser posible, a fin de evitar que los gobiernos y la gente pague por los
pecados de los banqueros. Además, al igual que el gobierno alemán, se propone
que se establezcan unas previsiones contables que permitan contar con fondos
propios a la hora de una quiebra y que tengan un “testamento” o procedimiento
de liquidación, en caso de ser necesario.
Todo esto viene a colación por los artículos
anteriores sobre la intervención de los campos del golf, ya que hay que dejar
claro que los ricos están regulados por la sociedad, a la vez que deben ser
estimulados a que inviertan, porque esa es la verdadera vía para generar
desarrollo y prosperidad en las naciones. Entonces si la regulación existe,
dejémosle que paguen lo que quieran por sus privilegios y que tengan los bienes
y divertimientos que se puedan procurar. En todo caso los intelectuales, los
poetas, los pintores, los políticos, las mujeres bellas, las atractivas, los
políticos, los académicos, etc., no son de los ricos, lo que nos compensa a
nosotros como para no sentir envidia de ellos.
Quiero dejar sentado que mi querido y estimado
amigo no dijo en Aló Ciudadano que él quería expropiar los campos del Country,
sólo habló de abrirlos al público. Tal cosa yo mismo dije, pero como me había
referido antes a Barreto y sus expropiaciones, mi amigo me pidió aclarara esto,
cosa que hago con mucho gusto. Sin embargo agrego que en otras capitales
suramericanas o norteamericanas, como en el Country Club de Bogotá, en el Lima
Golf, en Miami, etc., existen campos de golf enclavados en la ciudad, y nadie
está pidiendo que los conviertan en parques. ¡No porque los gobiernos hayan
faltado a sus obligaciones de hacer parques para la ciudad, le vamos a
arrebatar los suyos a los particulares!
Miguel Méndez Rodulfo
mmendezr_3@hotmail.com
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