EWALD SCHARFENBERG / ALFREDO
MEZA Caracas 9 MAY 2013
El
líder de la oposición pide la mediación de la Iglesia para resolver la crisis
de Venezuela
"Si
tras una auditoría se refleja que perdí por un voto, sería el primero en
reconocerlo"
"Habrá
nuevas elecciones. No veo una salida como consecuencia de una situación
violenta"
Henrique Capriles Radonski se detiene en la antesala de su oficina, en un
viejo edificio residencial de la urbanización Bello Monte, en Caracas, y
estrecha nuestras manos con la intensidad propia de quien está en una campaña
electoral. Las elecciones se celebraron hace casi un mes, pero el gobernador
del estado de Miranda todavía sigue metido en el personaje del aspirante a la
presidencia de Venezuela. No es para menos. Este abogado caraqueño, que
cumplirá 41 años en julio próximo, repetirá una frase como un mantra a lo largo
de la hora y media de entrevista concedida a este diario: “Me han robado la
victoria. Estos
tipos se robaron las elecciones”. Y no piensa abandonar su cruzada hasta
demostrar que, de acuerdo con sus cálculos, el pasado 14 de abril ocurrió un
fraude de enormes proporciones.
Mientras pasamos a un pequeño salón de
conferencias, Capriles da algunas instrucciones y cierra la puerta. Un
televisor encendido muestra las imágenes de la rueda de prensa que ofrece su
adversario, el presidente Nicolás Maduro, durante su visita a Montevideo.
Capriles se reclina en el espaldar del asiento, delante de un inmenso mural,
una fotografía que cubre una pared y que muestra una de las multitudinarias
concentraciones que ha encabezado desde 2012. Viste un chándal con la enseña
venezolana y el escudo de la Federación Venezolana de Fútbol. Hay en su
discurso la voluntad de matizar su origen de clase, el de un joven que creció
sin apremio alguno en medio de una holgura económica. “Los que piden sacrificio
son quienes deben dar el ejemplo de austeridad. Yo seré el primer presidente
que viva en su casa y con la escolta indispensable”, afirma, convencido de que
se avecina un cambio en el país. A juzgar por su crecimiento como dirigente
parece estar muy cerca de cumplir ese deseo. Hace
mucho dejó de ser el ingenuo dirigente que a sus 26 años, cuando
asumió la presidencia de la Cámara de Diputados, su primer cargo de relevancia,
atacaba sin cuartel a la vieja dirigencia política solo para decirle al país
que él representaba una nueva forma de hacer gerencia pública. Hoy no caza
peleas estériles. Hay en sus gestos y palabras la experiencia de una persona
transfigurada en un animal político y en el líder que la oposición jamás
encontró en los últimos tres lustros.
La larga y paciente vía electoral
“A mí me robaron las elecciones el 14
de abril. Si se anulan las actas de las mesas que hemos cuestionado mediante un
contencioso electoral ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) —que
representan el 55,4% del total escrutado— ganaríamos las elecciones con 400 mil
votos de ventaja, 2% a nuestro favor. Y esto sin entrar en profundidades”, dice
convencido de su verdad.
Pregunta. ¿Usted
cree que la ventaja es mayor?
Respuesta. No sé a ciencia cierta y por esa
razón estoy solicitando una auditoría. Nicolás Maduro está tratando de vincular
el proceso electoral a la máquina de votación. Yo lo quiero sacar de la máquina
porque el problema es el cuaderno de votación. Ese es el único instrumento que
personaliza el voto, lo único que deja realmente constancia de que ustedes y yo
votamos. No es posible determinar el fraude si solo se revisa el funcionamiento
del sistema. En un contexto donde se intimidó a nuestros testigos es muy
posible que el partido de gobierno pusiera a alguno de sus militantes a pulsar
la máquina repetidas veces para que ésta cuente votos a favor del candidato
oficial. ¿Y cómo lo sabremos? Contrastando esa cantidad de votos contra el
cuaderno de votación. En la auditoría yo podré comprobar en cuántas de las
mesas en las cuales hubo irregularidades de acuerdo a nuestro criterio, la
votación se corresponde con la verdad. El gobierno quiere hacernos creer que
muchos electores votaron cuando en realidad no lo hicieron.
P. ¿Por qué denunciar
ahora con tanta insistencia esa irregularidad si también se presentó en las
elecciones que usted perdió con Hugo Chávez?
R. En aquella ocasión sí hubo irregularidades, pero
cuando le pregunté a mi equipo cuántos votos habría podido manipular el
gobierno me respondieron que no más de un millón. Chávez
ganó las elecciones por 1.500.000 votos. Yo le dije a mi gente que no tenía
manera de reclamar un fraude. Pero esta vez esas irregularidades aumentaron.
Este ha sido el proceso más violento de los últimos 15 años.
P. Usted fue muy
criticado por aceptar su derrota
R. Claro, pero yo no tenía cómo cambiar el resultado.
Chávez ganó la elección del 7 de octubre. Podemos debatir sobre el uso y abuso
de los recursos del Estado, sobre el ventajismo, acerca de lo viciado que está
el proceso. Cuando el 14 de abril notamos que nuestras encuestas a boca de urna
daban una ventaja de 2% a nuestro favor, empezaron a inflarse los votos de
Maduro. No es posible que él, en más de mil mesas, haya obtenido más votos que
Chávez. Tampoco es creíble que la participación fuera mayor que el 7 de
octubre. Cuando conocimos los resultados de las mesas de votación en las cuales
perdía por pequeño margen, cuando en octubre había perdido por 20, o mesas de
votación que gané cuando antes había perdido, le dije a mi gente que habíamos
triunfado. La diferencia oficial es de 220.000 votos aproximadamente. Al sumar
las irregularidades es obvio que no puedo aceptar los resultados. El tema,
insisto, es que estos señores se robaron las elecciones. ¿Qué lo confirma? Que
el Consejo Nacional Electoral (CNE) se ha negado a hacer una auditoría en los
términos que la hemos solicitado.
P. El proceso lo ha
llevado al terreno del TSJ. Viendo su composición, que responde al chavismo,
podríamos pensar que lo mejor que pudiera pasarle a usted es que no le admitan
el recurso. Porque hay un escenario en el cual se le admita el recurso y
transcurran seis meses, mientras mengua el entusiasmo de sus seguidores y el
interés internacional sobre el tema. ¿Usted estaría preparado para esa
eventualidad?
R. Ustedes han dado en el blanco. Esa es la gran
interrogante que tienen ahora los magistrados miembros del Partido Socialista
Unido de Venezuela que componen el TSJ. Si hay alguna reflexión que debemos
hacer en la oposición es que no le hemos recordado a los venezolanos, ni al
mundo, la precariedad institucional del país. Un español que se entera por la
televisión de que he introducido un contencioso en el TSJ pensará que estamos
haciendo las cosas de forma correcta. En el TSJ no hay un magistrado que no sea
del PSUV. Ellos son ahora los que están pensado qué van a hacer. O desechan de
una vez nuestra acción legal o dilatan la respuesta. Es una situación difícil
porque el reclamo seguirá vigente por más que lo quieran enfriar. Tú no sabes
si esa será la carta que los magistrados se jueguen ante una crisis política
como la que yo avizoro. Guardando las distancias, yo pienso que todos los
gobiernos que parten con una sombra de ilegitimidad están condenados.
P. Usted se ha
referido varias veces al Perú de 2000 y ha dicho que esta situación en
Venezuela le recuerda a los últimos días de Alberto Fujimori en el poder.
Recordaremos que la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos
dijo que esas elecciones eran sospechosas y luego pasó lo que pasó. Fujimori
renunció desde Japón. Llevando esa analogía al extremo, ¿usted avizora que en
el caso venezolano la OEA pudiera tener una reacción similar?
R. No me atrevería a hacer una proyección porque
desconozco cuándo llevaremos nuestro reclamo a instancias internacionales. Yo
creo que vamos a terminar allá.
P. Usted está
preparado entonces para una lucha larga. ¿Lo están sus seguidores?
R. Una lucha larga entre comillas. Porque los
gobiernos que surgen de la ilegitimidad difícilmente se mantienen.
P. ¿Pero sí estaría
de acuerdo con que mientras Maduro permanezca más tiempo en el poder se reducen
sus posibilidades?
R. No lo veo de esa forma. Cada día Maduro se hunde
más porque su gobierno es ilegítimo.
P. Pero un seguidor
suyo dentro de seis meses podría pensar que ya Maduro tiene obra que mostrar.
Puede haberse atornillado en el poder
R. ¿Pero en qué condiciones llegará él allá? Depende
cómo planteemos la lucha. Esta no es una lucha de hoy para mañana. Hay que
decirle a los millones de venezolanos que nos apoyaron que debemos agotar la
instancia interna para luego ir al exterior con nuestro reclamo. ¿Eso va a
generarnos un nuevo proceso electoral dentro de tres meses? No lo sabemos. Yo
no he cerrado este capítulo. Por lo pronto, la oficina del Comando Simón
Bolívar acompañará las luchas de los venezolanos. El gobierno cada día se
arrincona más porque no da respuestas a los venezolanos. No sé cuál será el
final de esta historia. ¿Qué pienso yo que va a pasar? Aquí vendrá una nueva
elección, bien sea a través de la acción del TSJ, de la presión de las
instancias internacionales o puede ser que el gobernante claudique.
P. Pero ese final no
es lo mismo dentro de seis meses que dentro de un año
R. No lo sé. ¿Quién ha dicho que un tipo como Maduro
no puede claudicar? Fujimori renunció desde Japón. ¿Cuántos escándalos no
vienen en el camino? Además, este gobierno no parece ser un modelo de
austeridad u honestidad. Yo debo insistir en nuestra petición de justicia sobre
el resultado de la elección, pero tampoco debo perder de vista la razón por la
cual aspiré a la presidencia de Venezuela: que se le dé respuesta a los
problemas económicos que agobian a los venezolanos.
Lucha de principios
P. Hay quien opina
que Henrique Capriles se metió en un callejón sin salida y abandonó el mejor de
los mundos. Usted obtuvo un muy buen resultado que lo confirmó como líder
opositor. Un debilitado Maduro culminaría el período de Chávez haciéndole
frente a una severa crisis económica. Era un resultado ganar-ganar. Pero usted
se ha metido en una cruzada por la verdad. ¿No está despilfarrando ese gran
resultado?
R. Yo le prometí a los venezolanos que defendería su
voto. Ese es el argumento de José Vicente Rangel (ex vicepresidente de
Venezuela y en la actualidad un periodista muy cercano al régimen).
P. Pero también es un
argumento de real politik
R. No. ¿Qué puedo hacer yo sí sé que me robaron las
elecciones? ¿Me hago el loco? No puedo.
P. Usted ha podido
hacer otro cálculo político
R. Eso no va conmigo. Yo tengo principios. No tendría
problemas en reconocer si pierdo las elecciones, como ocurrió el 7 de octubre.
Chávez tenía entonces más votos que yo. ¿Qué he debido solicitar entonces una
auditoría? Ese es otro debate. Lo que ocurre es que a esa hora, con un país a
la expectativa, no se puede dudar. Además, si hubiera tomado esa decisión no
habría leído correctamente el resultado que obtuvimos. Llegamos entonces al 45%
de los votos compitiendo contra Hugo Chávez. Yo era un líder regional. Hubo
pueblos en los que ni siquiera me conocían. Teníamos un capital político importante.
Pero el 14 de abril sí gané las elecciones. ¿Cuál fue mi reacción? Solicitar
una auditoría. Si después de eso se refleja que Maduro ganó por un voto
sería el primero en reconocerlo. ¿Pero cómo renunciar a mi derecho de auditar
si tengo más votos a favor?
P. En su columna
Moisés Naím habló
del silencio de Brasil con respecto a lo que está ocurriendo en Venezuela.
La presidenta Dilma Roussef recibirá a Nicolás Maduro en las próximas horas.
Usted con frecuencia ha dicho que el modelo brasileño es una referencia. ¿Le
decepciona que ella le haya dado el visto bueno a Maduro?
R. No personalizo el modelo brasileño en su
presidenta. Quienes llevan las riendas de ese país son profundamente
pragmáticos. Pareciera una política atada a la economía y no a los principios.
P. ¿Eso es una
crítica?
R. Por supuesto, lo es. Siento que en Brasil hay
instituciones sólidas como para que ellos pudieran respaldar lo
que se acordó en Unasur poco después de los comicios del 14 de abril,
en la cual Ollanta Humala, como presidente pro tempore del
bloque, exhortaba a Venezuela a realizar la auditoría. Incluso hablaron de
reconteo. El gobierno de ese país debería ser coherente con lo que ya aprobó.
P. El gobierno de Maduro
luce a la defensiva, mientras que la oposición parece cuidar más que nunca su
talante democrático y marca la agenda. ¿Usted cree que la oposición bajo su
liderazgo ha logrado, después de casi tres lustros, tomarle el pulso al país?
R. Los sucesos de abril de 2002, incluido
el golpe de Estado que derrocó al presidente Chávez, provocaron una ruptura
que el gobierno ha tratado de mantener vigente desde entonces acusándonos de
golpistas y traidores a la patria. Con eso tratan de tapar todos sus abusos,
todas sus violaciones a la Constitución y sus acciones antidemocráticas. Costó
mucho sacarnos de encima esa sombra. Por esa razón tratan de provocarnos para
que retrocedamos hacia aquellos días, cuando la oposición no tenía agenda,
foco, ni mucho menos unidad. Después del 14 de abril, y aprovechando que no
reconocí los resultados, ellos nos provocaron para que yo condujera al país por
ese camino. No mordimos ese anzuelo. Hoy el gobierno de Maduro se parece mucho
a la oposición de 2002. Sin foco, ni agenda, ni liderazgo. No hay unidad. Eso
es lo que veo ahora. El gobierno necesita de un evento violento que le permita
ver cómo se cambia la agenda. Ya la oposición demostró, y el país lo debe tener
claro, que nosotros somos demócratas, que nuestra vía es la electoral, que
estamos trabajando por construir una mayoría, que hemos participado en las
peores condiciones y enfrentado a todos los vicios.
P. ¿Ese aprendizaje
de la oposición se pondrá a prueba ahora, especialmente si la lucha es larga?
R. Yo no visualizo una salida como consecuencia de una
situación violenta. Me inscribo en la agenda de presionar sobre la base de
acciones pacíficas. Creo que hay una confianza en la manera como hemos
conducido este proceso. Porque además yo creo que el venezolano es pacífico y
detesta la violencia. Nadie, fuera del gobierno, ha aplaudido la agresión ocurrida
en el Parlamento el 30 de abril pasado.
El legado de Hugo Chávez
P. Este es el mejor
momento para la oposición, pero si nos retrotraemos al día que murió Chávez era
complicado vaticinar lo que ha ocurrido. Nadie apostaba un duro por una
candidatura distinta a la del delfín del caudillo. ¿Dudó usted de tomar esa
candidatura? ¿No era como ir al cadalso?
R. El
10 de marzo yo dejé muy claro lo que sentía. Nosotros rescatamos ese
espíritu de lucha. Yo quería asegurarme de que hubiera una unidad absoluta en
torno a mi candidatura para entonces aceptarla en caso de que me la ofrecieran.
Se lo dije a Antonio Ledezma (alcalde metropolitano de Caracas). “Si tú no
quieres que sea el candidato yo te apoyo, Antonio”. Yo hice consideraciones
acerca del momento, de la situación, escuche a la gente que me decía que no era
conveniente. Al final demostré que no era un asunto de cálculos individuales.
Esto para mí son luchas heroicas y principistas.
P. Usted utilizó una
estrategia distinta. No confrontó a Chávez, pero a Maduro no le dio cuartel.
R. Porque ya basta. Estos tipos fueron capaces de
burlarse tres meses de los venezolanos. Estos señores le mintieron al país
acerca del verdadero estado de salud del Presidente. Fueron capaces de salir
por televisión a decir que el jefe del Estado se estaba recuperando. Que estaba
en el gimnasio.
P. A más de dos meses
de la muerte de Chávez, su agonía y enfermedad siguen siendo un misterio. ¿En
su cruzada por la verdad un eventual gobierno suyo debería poner de relieve el
verdadero alcance del padecimiento del Presidente y las verdaderas razones de
su fallecimiento?
R. No será mi tarea, pero eso vendrá.
P. ¿Un gobierno suyo
podría revelar ese secreto de Estado?
R. Esa no es una tarea de gobierno.
P. ¿Por qué no?
R. Como buen cristiano yo prefiero que a él se le dé
cristiana sepultura. He sido absolutamente respetuoso de su memoria y del dolor
de sus seguidores. Luego veremos si estamos o no en lo correcto. A veces hay
que esperar un tiempo para que las verdades se conozcan. Habrá alguna
revelación de alguna enfermera, de algún doctor.
P. ¿No hay demasiada
indulgencia con la memoria de Chávez? Parece que ahora que no está sus
adversarios lo exculpan de todo, especialmente de este crispado clima político
que se vive en Venezuela, del patente odio entre chavistas y antichavistas
R. Yo creo que ese ciclo ya se cerró. La muerte de
Chávez cerró un ciclo en el país.
P. Pero si no se
discute será muy fácil idealizarlo
R. Yo tengo mis dudas. Pero si el país no ve nada mejor
eso podrá pasar. Algunos idealizan en Venezuela a los ex presidentes Rómulo
Betancourt o Carlos Andrés Pérez.
P. Ese es el riesgo
de no discutir el legado con el pretexto de que hay que respetar al que ya no
está
R. No digo que no se discuta. Tenemos el reto de
mostrar que el país puede estar muchísimo mejor. La fortaleza de Chávez fue la
comunicación con nuestro pueblo más humilde. Él le hizo creer a la gente que
tenía poder para tomar decisiones. El país cambió para bien o para mal. Para
algunos ha sido bueno, para otros ha sido malo. ¿Qué puedo yo decir? Que hay
interés de una conciencia política. Algunos lo consideran bueno. Otros dicen
que el país está saturado. A mí me parece positivo que la gente se involucre en
la política.
P. El chavismo ha
querido explicar su sorpresiva votación argumentando que usted se disfrazó de
Hugo Chávez. ¿Qué significa para usted ese modelo del llamado Socialismo del
Siglo XXI? ¿Se puede rescatar algo? ¿O todo hay que echarlo a la basura?
R. La fortaleza de Chávez fue, como ya lo he dicho,
poner a lo social en primera fila. Y todo el debate futuro tiene que girar en
torno a la pobreza y a lo social. Eso lo he reconocido desde siempre. El
Presidente se equivocó en no cambiar la realidad del país a pesar de la inmensa
bonanza petrolera que disfrutamos. Este país debería no solo haber reducido la
pobreza, sino haber logrado lo que logró Brasil, que sacó de la pobreza a más
de 30 millones de brasileños. ¿Cuántos venezolanos han salido de la pobreza? No
se trata de responder cuántos venezolanos tienen dinero para comer o hacer
mercado. La pregunta es cuántos venezolanos, sin depender del Estado, por sus
propios medios, cuentan con un empleo digno que les permita decir que salieron
de la pobreza.
La mediación internacional
P. Hay un escenario
de ingobernabilidad en Venezuela avizorado por algunos países. El canciller
español García Margallo se ha ofrecido como mediador. ¿Cómo vería usted esa
mediación siendo una de las partes en conflicto?
R. Yo agradezco cualquier llamado a diálogo, pero
ahora no veo la intermediación de otro gobierno. Preferiría que la Iglesia
mediara debido a las profundas convicciones católicas del pueblo venezolano.
P. ¿Por qué desechar
los buenos oficios?
R. Porque la gente podría preguntarse, por ejemplo,
por qué España y no México. Busquemos entonces una institución con la cual
todos podamos tener cercanía. Esa institución es la Iglesia católica, a la cual
se podrían sumar los otros cultos. La reacción del gobierno frente a esas
ofertas de mediación siembra aún más la duda sobre el resultado. Solamente
reacciona así el temeroso.
P. Los jefes de las
fracciones parlamentarias de la Mesa de la Unidad llevaron una carta a la sede
de la OEA para que se active la Carta Democrática Interamericana. La Secretaria
de Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson, aseguró que están en
juego” la garantía de las prácticas democráticas en Venezuela” consagradas en
ese mismo instrumento ¿Están dadas las condiciones para que se invoque ese
instrumento?
R. Si ustedes se leen ese documento advertirán que la
Carta Democrática Interamericana establece que se deben celebrar elecciones
libres, sin coacción. La intención de que se active busca avalar que se
celebren en Venezuela nuevos comicios en nuevas condiciones: que no haya voto asistido,
que el partido de gobierno no instale puntos de control a las puertas de los
centros de votación, que no se amedrente a nuestros testigos y que haya una
verdadera observación electoral, que es distinto a la figura de los
acompañantes internacionales planteada por el CNE.
P. ¿Usted pudiera
desistir de su reclamo si comprueba que eso traería consecuencias negativas
para la gobernabilidad del país?
R. Eso sería un chantaje. Si cedo frente a la mentira
mañana tendré que ceder frente a un gobierno que fabrica mentiras para
juzgarte. Mi lucha no es violenta. Tengo el gran reto de derrotar la mentira
con la verdad, pero imponer la verdad de forma pacífica. Lo voy a lograr en
este mundo moderno, globalizado. Me atrevo a apostar que será así. Si yo
claudico en el ejercicio legítimo de un derecho, mañana ustedes no podrán
venirme a entrevistar. Esto es una lucha de principios. Yo ahí me la juego
completa. Prefiero retirarme de la política antes que ponerme de rodillas.
Tenemos que aprovechar esto que hemos construido para convertirnos en una nueva
fuerza en América Latina. A través de nosotros este continente no seguirá la
ruta de cambiar la Constitución para reelegirse en el poder, seguida por
Bolivia o Ecuador, el club de amigos de Venezuela. Yo tengo la posibilidad de
ser un nuevo referente en el continente para que no se llene de gobiernos
reeleccionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico