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martes, 7 de mayo de 2013

La hora loca del parlamento



Por Mario Villegas, 05/05/2013
Columna de Puño Y Letra


Ciertamente lo que estamos viendo en el Capitolio Federal es la hora loca del parlamento venezolano. Pero no me refiero al episodio en el que un grupo de diputados opositores hizo tronar en el hemiciclo sus pitos, cornetas, maracas y bubuzelas, lo cual les costó salvajes agresiones físicas a varios de ellos. Me refiero a esta larguísima hora loca que arrancó desde que en 2005 la oposición cometió el error de abstenerse de participar en las elecciones legislativas, con lo cual el chavismo se apropió en su totalidad del Poder Legislativo y, por intermedio de éste, del Poder Judicial, del Poder Ciudadano y del Poder Electoral, todos teledirigidos desde el Poder Ejecutivo.

Cuántas cosas han ocurrido a partir de entonces. Desde las incontables y arbitrarias reformas al reglamento interior y de debates de la Asamblea Nacional, pasando por las designaciones preferentemente rojas rojitas de magistrados judiciales, rectores electorales, contralor general, fiscal general y defensor general; la permanente cesión al presidente Hugo Chávez de las facultades legislativas a través de sucesivas leyes habilitantes, el recorte de las sesiones a una vez por semana, la exigua producción legislativa, la renuncia a las facultades contraloras, el allanamiento exprés de inmunidades parlamentarias, la recurrente violación a la contratación colectiva y libertades sindicales del personal de la AN, el florido nepotismo laboral, las corruptelas, la sanción de leyes inconstitucionales, el desconocimiento e irrespeto a la más elemental técnica legislativa, la juramentación de las autoridades parlamentarias ante presuntos voceros del poder popular cuando realmente es el cuerpo legislativo el más fiel representante de la voluntad soberana del pueblo, la expulsión de los periodistas del hemiciclo parlamentario y del palco de prensa, el manejo discriminatorio y antiético del canal televisivo de la AN, la manipulación arbitraria del orden del día y del derecho de palabra de los parlamentarios según su inclinación política, el saboteo de las intervenciones a los diputados de oposición, hasta el ingreso programado de barras chavistas destinadas a insultar a parlamentarios no afectos al gobierno, configuran, entre otras, una sucesión de síntomas que evidencian el grado de desequilibrio que viene padeciendo ese corazón de nuestra democracia que es el parlamento nacional.

Como ahora, para complemento, al muy cuerdo presidente de la AN se le ha ocurrido negarles totalmente el derecho de palabra, los diputados y diputadas opositores desplegaron el martes una pancarta y desataron su sonora protesta. La acción despertó la ira de varios tonton macoutes oficialistas que, haciendo honor a sus chapas e inmunidad parlamentaria, le pusieron fuerza bruta y color de sangre al más reciente capítulo de esta interminable hora loca parlamentaria.
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Sólo la muerte silenció a Jerónimo Carrera

Qué gran privilegio fue conocer y mantener largos años de sincera afectividad con ese cumanés universal que fue Jerónimo Carrera, el recién fallecido presidente del Partido Comunista de Venezuela.

Bienes de fortuna no estuvieron presentes en el legado que mis hermanos y yo recibimos de nuestros padres, pero sí sólidos valores y principios de vida, vocación de lucha por la justicia social y una inagotable capacidad para la amistad y el trato cordial. Como parte de ese incalculable tesoro, heredamos en vida de ellos la cercana amistad de Jerónimo, con quien durante mucho tiempo me correspondió compartir trincheras en mi época de militante comunista y de dirigente sindical.

Siempre trató de salvaguardar sus relaciones personales y familiares, aun con quienes pudiese haber llegado a tener profundas diferencias ideológicas o políticas. Así que, aunque en 1993 me marginé silenciosamente del PCV y luego, en el año 2001, marqué distancia con el proyecto político de Hugo Chávez Frías, Jerónimo continuó siendo mi amigo y en muchas ocasiones me llamó por teléfono para deleitarme con sus siempre gratas, inteligentes, profundas y a la vez sencillas pláticas, en las que afloraban naturales diferencias de opinión, pero también enormes coincidencias.

No era persona de hipocresías ni de posturas acomodaticias. En cualquier circunstancia asumía de frente sus convicciones, enraizadas en una sólida formación política e intelectual y en la sabiduría que dan los años, pero siempre con invariable respeto por la persona humana. Su autenticidad lo llevó en varias ocasiones a criticar y a alertar severa y públicamente acerca del “jalamecatismo” y el peligroso culto a la personalidad que se estaba construyendo alrededor de la figura del presidente Hugo Chávez Frías, con quien antes de que éste llegara al poder mantenía una cordial relación. Su consecuente actitud crítica y autocrítica le valió que en al menos dos ocasiones el presidente Chávez lo hiciera blanco de comentarios desconsiderados y descalificaciones políticas y personales a través de los medios de comunicación, no obstante que el PCV era y es el principal aliado del chavismo.

Las nueve décadas de su vida (nació el 14 de agosto de 1922 y murió el 29 de abril de 2013) sellaron una intensa y destacada trayectoria como dirigente político, sindicalista, internacionalista, investigador y prolífico articulista. No perdía ocasión para exaltar a quienes consideraba sus dos grandes maestros: Eduardo Gallegos Mancera en materia de política internacional y Cruz Villegas en el campo del movimiento obrero y sindical.

Con Magda, su fallecida primera esposa, procreó tres hijos: Álvaro, Hernán y Claudia.

Haber vivido algunos años en Europa en funciones políticas y sindicales reforzó su apego a las ideas marxistas leninistas así como sus vínculos con numerosas organizaciones revolucionarias de todo el planeta.

Era un comunista en todas sus dimensiones. Bastaba ir a su modestísimo apartamento frente a la estación del metro La Paz, en Caracas, para calibrar su sencillez de vida. Desde allí, junto a su inseparable compañera Angelina Figueroa y el montón de libros, periódicos, revistas y carpetas que constituían su única riqueza material, daba ejemplo de coherencia entre la prédica y la práctica.

Pocos días antes de su muerte, fui a visitarle con mis hermanos Tatiana y Vladimir. Estaba feliz de vernos y nosotros de recibir sus infinitas muestras de cariño. Sólo mostró tristeza cuando nos confesó no haber logrado restablecer plenamente las relaciones con su hermano Germán Carrera Damas (el conocido historiador), resquebrajadas contra su voluntad por causas políticas.

Ese día su jovial lucidez contrastaba con su ya menguada salud física. De aquel encuentro queda el testimonio de la que fue su última foto, tomada por la diligente y leal Angelina, la cual me propuse no divulgar mientras él permaneciera con vida pero que ahora me permito publicar en homenaje a la simpatía y la amistad que siempre nos unió.

Hace algún tiempo, Jerónimo me dijo sentirse obligado a hacer públicas sus críticas y alertas frente a las desviaciones del chavismo y del gobierno, pues no quería morir pensando que veinte años más tarde algún investigador no encontrase un solo testimonio de alguien que levantara la voz desde las propias filas del PCV. Vete tranquilo, Jerónimo. Testimonios dejaste a montón, entre ellos varias de las entrevistas periodísticas con las que también me honraste y que están a la mano para quien alguna vez las quiera escuchar o leer.

Fotoleyenda:
Vladimir Villegas, Tatiana Villegas, Jerónimo Carrera y Mario Villegas


Mario Villegas
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas

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