EWALD SCHARFENBERG Caracas 1
MAY 2013
Los oficialistas
embisten contra la oposición y la trifulca posterior deja 11 heridos
Hace 165 años, unas turbas animadas
por caudillos atacaron la sede del Congreso Nacional de Venezuela. En los
disturbios de enero de 1848 murieron cuatro parlamentarios y se abrió la puerta
para una dinastía de hombres fuertes, la de los hermanos Monagas.
Menos cruenta resultó la trifulca de
este martes por la tarde en laAsamblea
Nacional: 11 heridos, todos por contusiones, fue el saldo de la golpiza.
Pero deja en el ambiente la pregunta de si no será el punto de ignición de una
crisis que, hora a hora, se agrava en Venezuela.
La sesión del martes prometía ser
ríspida en el Parlamento. Representaba la oportunidad para comprobar si el presidente de
la Asamblea, Diosdado Cabello, exteniente del ejército y también número dos
del chavismo, seguiría impidiendo el uso de la palabra a los diputados de
oposición que no reconocieran previamente, de viva voz, aNicolás Maduro como presidente
de la República.
Al llegar al hemiciclo, los diputados
opositores encontraron que a sus puestos les habían sido retirados los
micrófonos. Luego debieron esperar casi tres horas a que los parlamentarios
oficialistas, reunidos en junta con Cabello para definir la estrategia para la
sesión, acudieran a sus curules.
Iniciado el cónclave, cuando del orden
del día no se había cumplido ni media hora –con la aprobación exprés de una
nueva presidenta del Banco Central y el inicio de la discusión sobre unos
créditos adicionales- Cabello impidió que en el debate participaran los diputados
de oposición, silenciando a William Dávila, representante del Estado de Mérida.
Ante la censura, los parlamentarios
opositores hicieron sonar cornetas y pitos en signo de protesta e intentaron
desplegar una pancarta con la inscripción: “Golpe al Parlamento”. Ese fue
motivo para que diputados de la bancada oficialista embistieran contra sus
pares y se liaran a golpes, una trifulca en la que –según versiones- también
participaron guardaespaldas de la directiva parlamentaria.
Entre los más malheridos estuvieron
Julio Borges, líder del Partido Primero Justicia (PJ) y la diputada María
Corina Machado. El diputado por el estado Bolívar, Américo De Grazia, debió ser
hospitalizado. Los diputados Nora Bracho, Homero Ruiz y Eduardo Gómez Sigala
sufrieron contusiones.
El oficialista Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) reportó como lesionados a sus
diputados Odalis Monzón, Nancy Ascencio, Maigualida Barrera y Claudio Farías.
Sin embargo, los vídeos registraron que estos mismos parlamentarios estuvieron
en la vanguardia del ataque contra la disidencia.
El jefe de la representación
oficialista, Pedro Carreño –un ex capitán del ejército, leal a Cabello-,
ofreció declaraciones tras la suspensión de las actividades en la cámara.
Inscribió los sucesos dentro del “plan golpista” de la “oposición fascista”, y
reivindicó las facultades del presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, para
acallar a los diputados que “no acaten la Constitución”.
Carreño adquirió notoriedad en 2002
cuando, ya diputado, negó que el asesor de inteligencia del ex presidente
peruano, Alberto Fujimori, entonces fugitivo, estuviera en Venezuela. En esa
ocasión Carreño, dando crédito a “fuentes confiables”, aseguró que Montesinos
había sido ajusticiado en una base naval de Iquitos (Perú). Pocos días después,
las autoridades venezolanas capturaban a Montesinos en Caracas.
La tángana del día aumentó las
tensiones en el ámbito parlamentario, alimentadas antes con el anuncio de
Diosdado Cabello de que retendrá las remuneraciones de los diputados que
persistan en cuestionar los resultados de las elecciones del
pasado 14 de abril, en las que resultó ganador el oficialista Nicolás
Maduro. La
oposición venezolano cuestiona ese resultado.
Al mismo tiempo en que la violencia se
desataba en la asamblea –en una sesión que se transmitía en directo, pero que
el canal oficial del parlamento dejó de seguir-, el vicepresidente Jorge
Arreaza y el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, llevaban
adelante una rueda de prensa con corresponsales nacionales y extranjeros en la
que denunciaban la “invisibilización” del gobierno de Nicolás Maduro en los
medios informativos privados. Tras unos días en el estado Zulia, primera escala
de lo que Maduro ha denominado “Gobierno de calle” –una suerte de asambleas
itinerantes por todo el país-, los voceros del Ejecutivo se quejaron de que los
medios se aplicaban deliberadamente la autocensura con tal de minimizar la
gestión gubernamental. Llamaron a la reflexión a los responsables de esos
medios, pero aclararon que, mientras esa “censura” no se corrija, seguirán
apelando al recurso de las cadenas de radio y televisión.
Mientras todo esto ocurría, Maduro
disfrutaba de una función especial de la obra Dralion del
Cirque du Soleil, una de cuyas compañías se encuentra en el país. Poco después,
el primer mandatario nacional informó que había obtenido de la compañía, de
origen canadiense, la realización de dos funciones y entrada libre “para todo
el pueblo”.
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