Por Marino J. González,
03/07/2014
El país vive días
difíciles. La situación está tan crítica que el gobierno pareciera estar
“preocupado”. Al menos algunos sectores dentro del gobierno. La polémica que
trasciende en los medios indica que hay sensación de urgencia. La economía
parece estar en fase recesiva, la inflación está desbordada, la escasez por
doquier, las expectativas no son buenas. El gobierno acude a su tradicional
expediente de prometer, para desviar la atención de la magnitud de su propio
fracaso.
En una situación así, es
conveniente que los responsables de las políticas públicas se detengan
(aquellos que tengan algo de autocrítica y ponderación) un momento. Lo que se
les pide es que vean alrededor del vecindario latinoamericano. Y ojalá se
percaten de que los problemas que hoy tenemos no son comunes en la Región. Que
muchos países han superado las importantes restricciones que hoy padecemos.
Tomemos un ejemplo, solo
para encontrar algunas pistas. Uruguay es el país de América Latina con la
menor proporción de población en pobreza extrema (1,1% según Cepal para el año
2012). Venezuela tiene 9,7% (no olvidarlo). En 2007 en Uruguay ese porcentaje
era 3% (no hay disponibles cifras anteriores). Cabe preguntarse por los
factores que podrían influir en ese éxito para reducir la pobreza.
Uruguay recomienza su
vida democrática en 1985. En el período transcurrido hasta la fecha se han
sucedido seis gobiernos constitucionales. Se han alternado líderes de
diferentes partidos en la presidencia del país. No hay referencias en los
medios, de violencia en las calles, o de clima de polarización política, o de
injerencias indebidas de un poder público contra otro. Pareciera que la
estabilidad política tiene algo que ver.
Entre 1985-2013 la
economía uruguaya creció en promedio 3,3% cada año. Eso es más de lo que creció
la venezolana. El PIB per cápita de Uruguay aumentó cuatro veces en el período,
casi el doble que el nuestro. Entre 2009 y 2013, la economía uruguaya creció
cada año, en promedio, cinco veces más que la nuestra. Desde 2003 ha crecido
todos los años (repetimos, todos los años, uno tras otro, perdonen la
reiteración).Y para remate, tiene una tasa de inflación que es la cuarta parte
de la nuestra (hay que agregar que tenemos la tasa más alta en América desde
2007).
Vistos estos elementos,
las conclusiones son relativamente sencillas. Puede ser que para reducir la
pobreza se requieran muchas condiciones. Pero al menos tres son muy evidentes
en el caso de Uruguay. Se pueden resumir: estabilidad política y respeto al
Estado de Derecho, crecimiento económico y baja inflación. Los responsables de
las políticas del país podrían pasearse, mientras más tiempo mejor, por estos
éxitos. Tienen quince años siguiendo los casos fracasados. Ojalá tengan la
curiosidad de saber qué hacen los países exitosos. La esperanza siempre hay que
tenerla.
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