ALFREDO MEZA Caracas 5 JUL 2014
Maduro llama a “pasar la página de las
peleas” tras la salida de Giordani
El chavismo está lleno de fisuras,
pero intenta disimularlas con llamamientos a la unidad de sus correligionarios.
Desde hace una semana, el presidente Nicolás Maduro parece más conciliador con
la crítica interna, hecha pública a partir de la salida del Gabinete del mentor
intelectual de Hugo Chávez, Jorge Giordani, quizás porque no parece dispuesto a
pagar el precio del cisma. En sus últimas declaraciones, el mandatario
venezolano ha llamado a “pasar la página de las peleas”. “¡Ya, está bien! Ya
nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir. Ahora, la mano está extendida y
el abrazo listo para dárselo a todos los compañeros que hicieron esto, que
hicieron aquello”, dijo.
La discreción de Maduro es casi un
calco de lo que solía hacer su antecesor en momentos especialmente críticos.
Mientras tanto, la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV) está recorriendo el país para intentar agrupar a todas las facciones en
torno al liderazgo del jefe del Estado. No será este el momento de dirimir
quién interpreta mejor el legado de Hugo Chávez, sino de cerrar filas con
Maduro, la última voluntad del líder antes de morir en marzo de 2013. El
chavismo es consciente de que una desbandada sería mortal para un Gobierno con
una popularidad en caída libre.
El congreso del PSUV, que celebrará su
debate plenario nacional entre el 26 y el 29 de julio en Caracas, es la
oportunidad de ver cómo está compuesto el chavismo y cuáles son sus peleas
intestinas. De la polémica surgida con la destitución de Giordani y la
publicación de su carta pueden entreverse al menos dos grandes grupos. Por un
lado, el ala militar desarrollista, encabezada por Diosdado Cabello, más
partidaria de no establecer excesivas trabas a la participación del sector
privado en el negocio petrolero y de relajar el estricto control de cambio de
moneda. Por otro, la vieja guardia académica, representada por los profesores
universitarios que conocieron a Chávez mientras estuvo en prisión entre 1992 y
1994, quienes formaban parte del Grupo Garibaldi, vinculado al Centro de
Estudios para el Desarrollo (Cendas) de la Universidad Central de Venezuela.
Las pugnas no son nuevas y se remontan a la campaña presidencial de 1998, la
primera que ganó el líder bolivariano.
En este grupo están, además de
Giordani, los ex ministros de Educación, Héctor Navarro, y de Medio Ambiente,
Ana Elisa Osorio. Navarro fue apartado de la dirección nacional del PSUV por
solidarizarse con Giordani. Las críticas formuladas por ellos coinciden con lo
que han dicho otros dirigentes que no formaron parte de la formación inicial
del Grupo Garibaldi, como el politólogo Nicmer Evans, la periodista Vanessa
Davies, el exalcalde de Caracas Freddy Bernal y el exministro de Finanzas
Rafael Isea.
El silencio de Maduro podría ser el
anticipo de los cambios que vendrán en los próximos días. Existe la impresión
entre los observadores de que el presidente busca limitar las parcelas de poder
que han acumulado los grupos en pugna. Se ha mencionado insistentemente la
salida de Rafael Ramírez, partidario de las asociaciones con las multinacionales
para aumentar la producción de crudo, de la presidencia de Petróleos de
Venezuela y su paso a la vicepresidencia de la República. Sería el primero en
la línea de sucesión, pero perdería el cargo más importante de la economía
venezolana, que ingresa 96 de cada 100 dólares que llegan a las arcas
nacionales desde el exterior. Sería, pues, una manera de limitar la importancia
política que está cobrando Ramírez como nuevo zar de la economía local. Estos
movimientos dejarían fuera de juego al actual vicepresidente, Jorge Arreaza,
yerno de Chávez, quien está vinculado a Giordani.
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