viernes, 1 de agosto de 2014

La corrupción universal de la revolución, Vladimiro Mujica


Por Vladimiro Mujica, 31/07/2014

La paradoja venezolana no puede ser más protuberante: hace 15 años un hombre delgado y de verbo encendido, recién salido de una prisión que lo convirtió en un mártir atractivo, y armado con un programa político que lo presentaba como el heredero de la doctrina y la acción de Simón Bolívar, logró enamorar a buena parte del país, incluidos miembros destacados del liderazgo nacional, para embarcarse en una aventura que prometía acabar con la corrupción y el distanciamiento de los partidos de los padecimientos de los venezolanos excluidos de la riqueza petrolera.

De la promesa del entonces candidato Chávez, ahora convertido en Líder Eterno del PSUV, según nos refieren las pocas notas públicas sobre un cacareado y bastante gris evento ideológico del partido, no queda ningún resto reconocible. No se trata solamente de que la corrupción presente en el momento de su ascenso al poder no ha sido eliminada, sino de que la misma ha crecido hasta convertirse en un monstruo poliforme que invade todos los aspectos de la vida de los venezolanos. Lo más lamentable del caso es que buscando la cura al mal de la corrupción, Venezuela se entregó a una nueva oligarquía desenfrenada y ansiosa de poder que ha destruido el endeble andamiaje institucional que precisamente servía de freno parcial a la corrupción total. En pocos casos puede afirmarse con más razón que el remedio fue mucho peor que la enfermedad.

No se salva nada

La lista y ámbitos de la corrupción en Venezuela abarcan desde el ejercicio de las altas funciones de administración del país hasta los espacios menores de la acción pública. Corrupto es el hecho de contar con un presupuesto paralelo y sin control basado en cálculo a un precio menor al cotizado internacionalmente del barril petrolero; corrupta es la ausencia de investigaciones parlamentarias frente a hechos gravísimos de asalto a los dineros de la nación y que son del dominio público; corrupta es la administración de justicia como ejercicio político de retaliación contra quienes disientan del pensamiento oficial; corrupta es la politización de la Fuerzas Armada; corrupto es el régimen de administración y asignación de divisas; corrupto, hasta la médula, es el desempeño sin control alguno de la función de gobierno.

Pero no contenta con corromperse a sí misma y a las instituciones del país, la revolución ha logrado corromper a la gente usando el horrendo expediente de obligar al ciudadano común a participar en acciones condenables, desde la perspectiva de la ética ciudadana, para poder sobrevivir. Un esquema de rebusque universal se ha instalado en Venezuela para satisfacer necesidades que van desde obtener dólares, hasta conseguir medicamentos contra el cáncer, pasando por becas, ayudas del gobierno, productos subsidiados de Mercal para su reventa y papel sanitario. Oficios deleznables como el de los bachaqueros, individuos y familias que subsisten de la compra de productos subsidiados para su reventa a precios mayores, o la prostitución que se ha convertido en una de las taquilla de compra y venta más importantes de dólares negros; o quienes venden sus servicios para sentarse en las colas de los supermercados donde llegan de manera aleatoria para el ciudadano raso, y avisada para los enchufados y enchufaditos, los bienes y mercancías escasas; o quienes cobran por ser intermediarios en la pesadilla para obtener en tiempos realistas un pasaporte o una constancia.

Muchos caminos oscuros

Un verdadero laberinto de trampas pequeñas y mayores, de comisiones y mordidas en las cuales el ciudadano común debe participar para aminorar el calvario de la existencia en un país donde escasea todo lo importante para lograr la tranquilidad del cuerpo y el espíritu. En esta pesadilla, hay un solo participante que no actúa por comisión excepto en casos de sicariato: la muerte violenta que gravita sobre todos y especialmente sobre los habitantes de los barrios y que se despeja en el fogonazo de un balazo o en el brillo de la hoja de un cuchillo del cual sólo están parcialmente protegidos los miembros de la oligarquía chavista lo suficientemente encumbrados para disfrutar de capas de protección y guardaespaldas.

Tiempos amargos en que Venezuela, un país con capacidad para traer felicidad a su gente, tiene el dudoso privilegio de estar entre los más corruptos del mundo y por hacerse notar por proteger a un militar indiciado internacionalmente mientras mantiene en la más abyecta desprotección a sus habitantes. Razón tienen quienes afirman que un cambio, algún tipo de cambio, debe estar a las puertas para ayudar a corregir este desastre. Roguemos porque sea un cambio constitucional, pacífico y democrático a pesar de que la oligarquía reinante hace todo lo posible por desatar las peores conductas de nuestro pueblo.

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