Por Gustravo Yepes, 07/01/2014
Cuando uno va para algún lado, lo primero que hay que saber es hacia
dónde se va. Eso parece obvio, pero la experiencia demuestra que hay montones de
gente que se empeñan en llegar a quién sabe dónde, y en ello gastan enormes
energías. Me imagino que ya adivinaron a dónde voy con esta introducción.
El régimen sabe, con toda certeza, a dónde va, cuál es su objetivo, el
cual se resume en pocas palabras: “mantenerse en el poder a toda costa”. Para
ello ha recurrido, y seguirá recurriendo, a todo tipo de artimañas. No vale la
pena enumerarlas porque las conocemos, pero creo que todo el país coincide,
incluso ellos aunque no lo puedan decir, que el régimen no es democrático,
porque de otra manera ya fuera parte del pasado, como debe ser en una
democracia que se respete.
La oposición, por otra parte, está compuesta de diversos sectores que
tienen una visión distinta de adonde ir y cómo hacerlo, y esas visiones son
respetables porque de eso se trata la democracia.
Si asumimos que lo anterior es cierto, es fácil deducir que el régimen
se perpetuará por siempre, o hasta que suceda lo que nadie quiere que suceda.
Una solución a esta posibilidad es que la oposición, o más bien sus dirigentes,
terminen de entender que para lograr resultados diferentes, debe hacer cosas
diferentes. La pregunta obligada es, ¿cuáles son esas cosas? En mi opinión, es
fundamental que se den las siguientes condiciones dentro de las filas de la
oposición:
En primer lugar, es importante que los dirigentes terminen de aceptar
que este no es un régimen democrático. Cualquier estrategia que se base en una
premisa falsa está destinada a fracasar.
En segundo término, la única opción de ganar democráticamente, a través
de elecciones, pasa por una unidad verdadera, al menos en torno al objetivo. Es
importante respetar las diferencias, pero es más importante aún construir el
futuro con base en las coincidencias. También es fundamental que la
Unidad no sea sólo de partidos sino que se incluya a la sociedad civil, a los
estudiantes, a los movimientos sindicales y a todas aquellas instituciones que
han luchado desde diferentes frentes para lograr un retorno a la democracia.
Mientras nosotros, el soberano, percibamos que cada quien anda por su lado, va
ser cuesta arriba convencernos de ir a votar en masa. El día que nos demos
cuenta de que de verdad nuestros dirigentes están unidos en toro a un objetivo
común, ese día nadie podrá vencernos.
Tercero, los opositores deben ponerse de acuerdo en torno al objetivo.
Si este consiste sólo en ir a elecciones, ya las perdimos; si la idea es pedir
la renuncia, o jugar a que se caigan ellos solitos, pues sentémonos a
esperar. El objetivo debe estar centrado en construir un futuro basado en el
respeto a la Constitución.
Hoy es evidente que quienes no estamos con el régimen somos mayoría,
pero estamos dispersos y tenemos en frente a un bloque minoritario, pero sólido
y blindado económica e institucionalmente. Mientras la oposición ande dando
tumbos, y sus dirigentes sigan halando cada uno para su lado, la continuidad
del régimen está garantizada. El día que tengamos claro cuál es la naturaleza
del régimen y nos unamos verdaderamente en torno a un objetivo común, la cosa
cambiará. Recordemos que los cambios no vienen solos. Debemos cambiar para que
las cosas cambien.
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