María Denisse Fanianos de Capriles 29 de diciembre de 2014
@VzlaEntrelineas
Hace días leí un relato que me llegó por
Internet sobre “un sueño” que tuvo la Santísima Virgen María. Es un cuento que
nos puede llevar a la reflexión y preguntarnos: ¿Viviremos la Navidad con el
sentido que tiene verdaderamente?
A continuación copio el relato:
“Tuve un sueño, José… no lo pude
comprender, realmente no, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro
Hijo; creo que sí era acerca de eso. La
gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban las casas y compraban ropa
nueva. Salían de compras muchas veces y
adquirían elaborados adornos y regalos.
Era muy peculiar, ya que todos los
regalos no eran para nuestro Hijo. Los
envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos lazos, todo lo
colocaban debajo de un árbol. Había una
figura en lo alto del árbol, me parecía ver una estrella o un ángel, ¡oh! era
verdaderamente hermoso.
Toda la gente estaba feliz y
sonriente. Todos estaban emocionados por
los regalos; se los intercambiaban unos con otros José, pero no quedó alguno
para nuestro Hijo. ¿Sabes? creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca
mencionaron su nombre; ¿no te parece extraño que la gente se meta en tantos
problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?
Tuve la extraña sensación que si nuestro
Hijo hubiera estado en la celebración, hubiese sido un intruso solamente. Todo estaba tan hermoso José y todos tan
felices, pero yo sentí enormes ganas de llorar.
Qué tristeza para Jesús no querer ser deseado en su propia fiesta de
cumpleaños. Estoy contenta porque solo
fue un sueño. Pero qué terrible José, si esto hubiera sido realidad”.
Este irónico cuento refleja en cierto
modo lo que se ha convertido la Navidad para algunos, aún para algunos quienes
dicen llamarse cristianos.
La Navidad es un tiempo hermoso para
compartir con nuestros familiares y amigos (comida, regalos, etc.), pero lo más
importante es entender que en este tiempo Jesucristo nos está esperando con los
brazos abiertos (así como lo vemos en la cunita del pesebre) para renacer y
brillar en nuestro corazón. Para que con
nuestra preparación y conversión personal la gracia de Dios actúe en nosotros.
Navidad es un tiempo maravilloso para
recordar que Dios, quien nos ama con un corazón inmenso a cada uno de nosotros,
mandó a su Hijo en forma de hombre, para que nos diera su ejemplo y nos
enseñara el Camino que debemos seguir para poder ser felices en esta
tierra. Dios nos mandó a su Hijo amado
para que viniera a salvarnos del pecado.
Eso no se nos debe olvidar nunca. Y eso es lo principal de la Navidad:
aprovechar este tiempo para prepararnos internamente lo mejor posible
aprovechando los sacramentos de la confesión, de la eucaristía, etc., que nos
limpiarán y adornarán el alma para recibir lo mejor que podamos al Niño
Dios. Lo demás son añadidos que uno
agrega para celebrar la gran fiesta de cumpleaños del Niño Jesús.
Yo le doy gracias a Dios que aquí en
Venezuela tenemos la bella costumbre que en Navidad muchos de nuestros niños y
jóvenes se preparan también, ya sea en los colegios o en las parroquias,
llevando regalos a niños enfermos o con necesidades. Esta Navidad vi nuevamente
cómo cientos de ellos aprovecharon sus vacaciones para irse a lugares pobres
del país a repartir miles de juguetes y bolsas de alimentos. Esa es una costumbre navideña maravillosa que
se inculca en muchos de nuestros hogares desde que los niños empiezan a tener
conciencia.
También otra costumbre muy bella que nos
recuerda la razón de la Navidad, es la de hacer lindos pesebres en los hogares,
parroquias, centros comerciales, hospitales, alcabalas, parques, etc. Para los niños es un momento inolvidable su
participación en esa tarea donde les encanta sacar y poner las ovejitas, la
mula, el buey, etc. ¡Y qué ilusión para
ellos es buscar al Niñito Jesús, que tenemos escondido, para ponerlo en el
pesebre el 24 en la noche, a las 12:00 pm!
¡Que no se nos olvide nunca que el
agasajado principal el 25 de diciembre es el Niño Jesús! El Niño Dios nos quiere demasiado y desde el
cielo estará muy contento viendo cómo nuestras familias le dan el puesto que Él
se merece. Estoy segura que la Sagrada
Familia se deleitará con nuestros lindos aguinaldos, ese es un regalo hermoso
que les podemos ofrecer. Sentarnos todos
alrededor del nacimiento y cantar aguinaldos con nuestro cuatro, furruco y
maracas es algo inolvidable que siempre recordarán en nuestras familias y que
luego se transmitirá de generación en generación.
El Niño Jesús se encargará de mandarnos
miles de bendiciones para que podamos seguir caminando en esta tierra, donde Él
nos ha puesto a cada uno de nosotros, para que lo amemos sobre todas las cosas
y amemos a todos a quienes tenemos a nuestro alrededor.
¡Feliz Navidad y que Dios y la Santísima
Virgen nos colmen de abundantes gracias y bendiciones a todos los hijos de Dios
en esta tierra!
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