Por LEONARDO
MORALES P. - ene 10, 2015
Por
allá en los tiempos del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez había una
consigna muy utilizada por los sectores de la izquierda que rezaba más o menos
así: “Carlos Andrés es hambre, miseria y represión”. Al ritmo de esa consigna
la ultraizquierda venezolana, mucho de los cuales hoy disfrutan las mieles del
poder, recorrieron pasillos universitarios, calles y quemaron carros
particulares y autobuses hasta más no poder.
Se
acusaba al gobierno de CAP de llevar al pueblo venezolano a niveles de pobreza
y miseria intolerables, pero en paralelo muchos jóvenes estudiantes salieron al
exterior a seguir estudios universitarios y de postgrados. Era la época del
“ta’ barato dame dos”. No equivocadamente se señalaba que la clase media y no
solo los sectores más enriquecidos del país hacían mercado en Miami.
Esa
ultraizquierda ilustrada por los profesores universitarios similares a los que
hoy se les niega un sueldo digno, acusaban al gobierno de represivo por no
permitirles acabar con los negocios que circundaban la UCV ni quemar
plácidamente carros, camionetas y autobuses. Y así, decían: “Carlos Andrés es
hambre, miseria y represión”, con musiquita y todo.
Transcurridos
más de tres décadas los muchachones y muchachonas de entonces han logrado
reaparecer en la palestra pública como los detentadores del poder. No
fenecieron del hambre y la miseria y mucho menos de la represión. Tomados
de los represores de aquellos tiempos se hicieron del poder político para la
superación, suponemos, de los males de la nación. Hoy disfrutan de
escoltas, carros de lujo y hasta viajan con “nanas armadas” en los aviones de
PDVSA. Como dice la canción escrita por Rubén Blades e interpretada junto a
Willie Colón “…la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”
Ya
llevan cerca de 15 años ejerciendo el poder, disfrutándolo a todas sus anchas.
Han promovido el socialismo del siglo XXI como algo novedoso. Anunciaron el
nacimiento del hombre nuevo, de la construcción de un país productivo, cuyos
habitantes disfrutarían por primera vez de la felicidad, de la justicia y
la libertad.
El
delirium es de pronóstico. Nos anunciaron soberanía alimentaria y la escasez de
los productos esenciales ha pasado a convertirse en la primera preocupación de
todos los venezolanos. Las colas de venezolanos en supermercados,
mercados, abastos, farmacias etc. han terminado por convertirse en el símbolo
del año que recién comienza.
La
angustia y la preocupación ante la incompetencia del gobierno ya cubren más del
80 por ciento de la población. No quedan oficialistas que pongan el pecho para
defender este despropósito en que terminó convirtiéndose el Socialismo del
siglo XXI. Ahora sí tendrá sentido el eslogan, pero esta vez encabezado por el
presidente: “Maduro es hambre, miseria y represión”.

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