Omar Barboza Gutiérrez mayo de 2015
Hoy, cuando el pueblo venezolano sufre
las consecuencias del irreversible fracaso del llamado Socialismo del Siglo
XXI, el cual ha puesto en práctica un modelo de gobierno que ha destruido la
economía nacional, que ha sometido los poderes públicos a la voluntad del grupo
gubernamental, y además con la corrupción le ha hecho mucho daño a las bases
morales de la ciudadanía venezolana, es necesario señalar con elementos
concretos la responsabilidad exclusiva de este fracaso en las gestiones de los
gobiernos que representan este modelo, teniendo un lugar muy destacado el
actual, presidido por Nicolás Maduro.
En ningún caso, este gobierno podrá
alegar que fracasaron por falta de recursos, nos remitimos a la declaración del
Vicepresidente de la República, Jorge Arreaza el 3 de marzo del corriente año
ante la Asamblea Nacional, según la cual el régimen durante los 15 años había
recibido ingresos por el orden de un Billón (un millón de millones) 182 mil
millones de dólares, y sin embargo, a pesar de que además multiplicaron por 6
veces la deuda pública externa, estamos como estamos.
Tampoco pueden argumentar que no
tuvieron el apoyo de los poderes públicos, ya que a través de diferentes
violaciones a la Constitución Nacional han logrado controlar los mismos para
ponerlos al servicio del partido gobernante. De eso tenemos dos ejemplos
recientes: el CNE certificó en tiempo record las supuestas 10 millones de
firmas contra Obama sin ni siquiera revisarlas; y luego, el TSJ ante
señalamientos mediáticos en contra de Cabello, emite opinión adelantada sobre
el caso sin que medie ninguna investigación.
Dentro de ese proceso de destrucción de
la función institucional, para ponerla al servicio del interés político del
gobierno, está la actuación irresponsable de la Directiva del BCV. De acuerdo
al Artículo 318 de nuestra vigente Constitución “el objeto fundamental del
Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el
valor interno y externo de la unidad monetaria”. Sin embargo, sin importar que
el impuesto más criminal que se le puede imponer a los que menos tienen es la
inflación, tenemos suficientes pruebas de que la devaluación del bolívar es
consecuencia de políticas deliberadas del BCV para complacer las exigencias
politiqueras del Ejecutivo Nacional, y como expresión de esa conducta, en la
medida en que las reservas internacionales han caído, se ha incrementado la
emisión de billetes en bolívares a sabiendas que con ello están creando
inflación. Tomando en consideración las propias estadísticas del BCV, podemos
afirmar que mientras al 31-12-2010 las reservas internacionales estaban en
30.332 millones de dólares, los bolívares en circulación a principios de enero
de 2011 eran 295 mil millones de bolívares, pero hoy cuando las reservas
internacionales están por debajo de 20.000 millones de dólares, los bolívares
en circulación pasan de largo al Billón de bolívares. Como parte de lo antes
afirmado, y en base a estadísticas del propio BCV se comprueba que esa
institución en el mes de julio de 2014, elaboró 41,9 millones de unidades de
billetes de 100 bolívares, superando en un 153% los fabricados en ese mismo mes
de 2013.
El Presidente de la República es
traicionado por su subconsciente al decir que tenemos una inflación inducida,
claro, la indujeron ellos mismos. A eso se agrega la falta de confianza en la
palabra oficial, cuando el Presidente Maduro estaba a punto de legalizar el
dólar paralelo dijo: “le vamos a torcer el pescuezo al dólar paralelo”, y
resulta que hoy el pescuezo del paralelo es de Jirafa y está cerca de los Bs.
400.
Todo eso se ha hecho violando la
Constitución, así, mientras el Artículo 320 de la Carta Magna dispone que el
BCV “no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”, no
obstante de manera permanente el BCV ha financiado el déficit público emitiendo
dinero inorgánico, convirtiendo a esa institución, que tiene un objeto
fundamental para el equilibrio económico, en una imprenta de billetes sin
respaldo que le quita a los venezolanos que trabajan y viven de un salario, la
capacidad adquisitiva de su sueldo y por eso no les alcanza ni para comer. De
su misma fuente se comprueba que para el 21-11-2014 los bolívares emitidos para
financiar el déficit de PDVSA, llegaron a 643 millardos de bolívares.
Si fueran bolivarianos de verdad, y no
están dispuestos a una rectificación de fondo en la política monetaria,
debieran decidir cambiarle el nombre a nuestra moneda a fin de no seguir
exponiendo el rostro de nuestro Libertador a través de una expresión monetaria
tan devaluada dentro y fuera de Venezuela, por culpa de los que hoy la
gobiernan.
omarbarboza1@cantv.net
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