Luis Manuel Esculpí mayo de 2015
Resulta verdaderamente paradójico que un
régimen caracterizado por las imprevisiones muchos de sus actos sean
previsibles. No resultan sorpresivos. Semejan jugadas de rutina como diría un
comentarista deportivo. Sus resultados pueden adivinarse. Hace ya más de un año
Nicolás anunció que "le doblaría el brazo al dólar paralelo", fue aún
más lejos, conjuntamente con el Ex ministro Dojo Dojito declaró solemnemente
que lo pulverizaría.
Cuando afirmó: "voy a instalar aquí
en Miraflores en los próximos días un Estado Mayor de guerra económica que
personalmente yo voy a dirigir". Los pronósticos no podían ser de ninguna
manera aleccionadores. Las consecuencias de la improvisación, la impericia, la
piratería y las indecisiones hoy la padecemos todos los venezolanos.
Lo que han pulverizado es nuestra unidad
monetaria, el eufemismo de "fuerte" hoy constituye una extrema
ridiculez. El paralelo anda por la estratosfera, en la práctica es el
referente. Estamos a punto de cruzar el umbral de la hiperinflación. El cuento
de la guerra económica carece de credibilidad. La mayoría responsabiliza al
gobierno por la escasez y el alto costo de la vida. La inseguridad constituye
un verdadero azote. Los servicios públicos cada vez más ineficientes. En las aburridas
cadenas y sus cantilenas diarias evaden la realidad, el escapismo constituye un
agravante. Se niegan a rectificar pese a tan rotundo fracaso. La necesidad del
cambio político es evidente. Este año marcará un hito en tal sentido.
También era previsible que Tibisay no
convocaría las parlamentarias, ni fijaría el cronograma electoral mientras no
reciba la orden. Estaba cantado que los diputados a la Asamblea Nacional,
Nicolás Maduro y hasta José Vicente se solidarizarían con Diosdado. Allí no hay
ninguna novedad. Lo que en verdad no era fácilmente previsible fue la
declaración del Tribunal Supremo de Justicia en el mismo sentido, según opinión
de prestigiosos juristas constituye "una sentencia anticipada en la
demanda de Cabello contra 22 directivos de Tal Cual, La Patilla y El
Nacional".
Todos los poderes obedecen y marchan en
un mismo sentido. La separación consagrada en la Constitución se ha convertido
en ficción. Está en cuestión es todo el funcionamiento de un régimen
autoritario, es algo más que el fracaso de un gobierno, el de un modelo que en
todos los lugares donde se ha pretendido instaurar ha naufragado.
La corrupción ha alcanzado dimensiones
sin precedentes, el robo al erario público no es ajeno a las calamidades
actuales. El narcotráfico ha penetrado zonas sumamente sensibles de la
sociedad, los libros de Héctor Landaeta con Mildred Camero y el de Carlos
Tablante con Marcos Tarre testimonian crudamente esa realidad.
El pasado fin de semana fue de detenido
un narcotraficante solicitado por el delito de tráfico internacional de drogas
junto a una ex magistrada del Tribunal Supremo de Justicia, nada más y nada
menos, integró la Sala Penal y fue candidata a Fiscal General de la República.
Se comenta insistentemente sus vínculos de comadrazgo en las altas esferas del
poder.
La crisis recorre todos los espacios de
la vida en sociedad, no admite abstracciones, por lo que resulta imprescindible
recomponer el cuadro político para enrumbar al país y reconstituir su tejido
institucional.
La lucha social y política en estos años
no ha sido nada fácil, tendremos que seguir superando nuevos obstáculos y
dificultades. El cuadro político ofrece inmensas posibilidades -como nunca
antes-en vísperas de un proceso electoral, también presenta serios riesgos. Es
ostensible la desesperación del gobierno ante las evidencias del rechazo
ampliamente mayoritario a su gestión, la pérdida de credibilidad y la
conflictividad a lo interno de su partido. La crisis los sigue desbordado y
continua agudizándose. Marchan sin brújula, sin dirección.
La acción de las fuerzas alternativas
tiene como norte una estrategia constitucional, democrática, pacífica y
electoral, ahora bien no se trata tan solo de desplegarse en campaña por las
parlamentarias, es necesario actuar en la coyuntura económica y social,
acompañar las luchas y las protestas que justificadamente se manifiesta en todo
el país.
Síntomas cada vez más preocupantes de
anomia y anarquía por la ausencia del estado en extensos territorios comienzan
a constatarse, en el actual contexto puede agravarse aún más el cuadro y
conducirnos a situaciones tanto impredecibles como indeseables. Los conatos de
linchamientos en diversos lugares, las bandas delictivas que hacen de las suyas
en el estado Guárico y en el sur de Aragua (entre otros) conforman signos
alarmantes.
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