José Vicente Carrasquero A. 27 de mayo de 2015
@botellazo
República bananera es un término
peyorativo para un país que se ha considerado como políticamente inestable,
empobrecido y atrasado, cuya economía depende de unos pocos productos de escaso
valor agregado (simbolizados por las bananas), gobernado por un dictador o una
junta militar, muchas veces formando gobiernos forzosa o fraudulentamente
legitimados. También se las suele llamar “republiquetas bananeras” (pero no se
deben confundir con el término histórico “republiqueta”). Tomado de Wikipedia
Chávez llega al poder en 1999 a caballo
del desencanto de los venezolanos con la forma como se había manejado el país
en los quinquenios anteriores. Gobierno tras gobierno, los venezolanos vieron
sus expectativas frustradas. Los problemas crónicos no solo no se solucionaban
sino que tendían a empeorar.
Esta situación llevó a que los
venezolanos perdieran su inmunidad al canto de sirenas. En las postrimerías del
siglo XX, un discurso populista y al mismo tiempo confrontacional comenzó a
calar entre los venezolanos. Muchos sectores de la clase media, muchos políticos
e incluso intelectuales con experiencia y conocimiento de la historia del país
sucumbieron a la retahíla militarista que prometía sacar al país del hueco en
el que se hallaba.
Dieciséis años después observamos el
desastre en el cual se ha convertido el otrora país petrolero. Los precios
actuales del oro negro superan en este momento por varias decenas de dólares
los precios más altos que tuvieron los gobiernos de la democracia. Sin embargo,
producto de una política económica regida por la voluntad del caudillo, el país
es un cementerio de empresas cerradas o funcionando de forma parasitaria de un
mercado cambiario que la tozudez e ignorancia reinante se ha empeñado en
mantener.
Celebran el control de cambio los
grandes capitalistas a los que les luce interesante comprar bonos de la deuda
pública venezolana a precios irrisorios porque están convencidos de que el
gobierno socialista está tan urgido del crédito internacional que hará lo
imposible por pagarles aún al costo de mantener a la población pasando hambre y
muriendo de enfermedades curables pero para las cuales el gobierno no adjudica
recursos.
En una república bananera como la
nuestra existe entonces una cantidad de líderes de opinión que tratan de
manejar las percepciones de una forma
que sea propicia a que el gobierno le cumpla a los tenedores de bonos
venezolanos. Venezuela se encuentra sometida a eso que los argentinos llaman
fondos buitres.
La Venezuela bananera se ha convertido
en una especie de capital mundial de la corrupción. Una corrupción mucho más
escandalosa, vulgar e indolente que cualquiera que haya conocido la república.
El país ha sido víctima del peor saqueo que se conozca de este lado del
planeta. Nadie es capaz de explicar seriamente y con guarismos adecuados qué se
hizo con una riqueza superior a todo lo que le entró a Venezuela desde 1811
hasta 1998.
Todos los informes de inteligencia a
nivel mundial señalan a nuestro país como una gran autopista de la droga. Los
señores de los carteles han encontrado en esta república bananera un espacio
ideal para su óptimo desempeño. Los funcionarios de seguridad son tan mal
pagados que no tienen manera de resistir un cañonazo de dólares para hacerse la
vista gorda ante el paso de un algún cargamento de importancia.
Otro aspecto que nos cataloga en la
categoría de república bananera es la ausencia absoluta de institucionalidad.
Uno de los peores daños que le hizo Chávez al país fue convertir los poderes
públicos en secretarías de su partido político. Someterlas a su absolutista
visión del poder. Impedir el desarrollo de la institucionalidad prevista en la
constitución nacional. Y no podía ser de otra manera, para Hugo la constitución
fue una excusa para hacerse del poder con objetivos que no incluían el
bienestar de los venezolanos.
Es así como Chávez a la usanza de
caudillo decimonónico barre con los símbolos. Cambia la bandera y el escudo
nacional. A veces usando excusas que resultaban en burla a los venezolanos como
que su hija le había preguntado si el caballo no debía correr en el otro
sentido. Lo peor es que el equino indica la dirección en la que marchamos:
hacia el pasado. Retrocedemos a velocidades pasmosas a una Venezuela pre
republicana sin ninguna posibilidad de alcanzar el desarrollo por el camino que
vamos.
La situación del país es tan grave que
el defensor del pueblo, el contralor, la fiscal, la presidenta del TSJ y la
presidenta del CNE no entienden que no son parte del gobierno. Que representan
poderes independientes llamados a equilibrar el inmenso poder que de por sí
tiene el ejecutivo nacional. Independientemente de si Cabello es culpable o
inocente de lo que se le señala, las instituciones debieron haber actuado con
la prudencia que impone la misma constitución. En nuestro caso,
lamentablemente, volvemos a exhibir una actitud bananera como es la de pasarle
por encima a la formalidad y tomar partido por el amigo.
La más triste expresión de república
bananera es una soberanía inexistente. El poder se ejerce en Venezuela en
colaboración con o por delegación de Cuba. Eso, la historia nunca se lo
perdonará a Chávez ni a sus sucesores. El nivel de penetración de los militares
cubanos en nuestras fuerzas armadas debe mantener las cenizas de Bolívar en una
especie de torbellino constante.
El proyecto chavista, cual orca asesina,
tomó el país por asalto y lo lleva a la profundidad de la pobreza para ahogar
los sentimientos libertarios de los venezolanos. Nuestro pasado reciente parece
inclinar la balanza hacia le recuperación de esas libertades y el rescate del
desarrollo que debemos a las futuras generaciones.
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